La semana pasada nos negábamos a interiorizar, por más que se nos repitan, la normalización de los ongietorris a etarras, esas ceremonias en las que los delincuentes que van saliendo de la cárcel son recibidos como héroes en sus localidades. El caso en cuestión era el de Hodei Ijurko, un salvaje dedicado a la kale borroka que intentó achicharrar con un cóctel Molotov a unos policías forales dentro de su furgoneta.
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Tal como estaba anunciado, el “txabal” fue recibido como un héroe en Echarri Aranaz a primera hora de la mañana, localidad en la que la población, desde los niños hasta los abuelos, se volcó para celebrar masivamente el regreso de un personaje tan eminente.
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Esa misma tarde Ijurko recibió un segundo agasajo en Pamplona, siguiendo un guión varias veces repetido frente al bar Ezpala, en el barrio de Iturrama.
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Todo lo anterior ya resulta de por sí bastante detestable, pero de hecho es todavía peor.
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Una pequeña visita por algunas de las cuentas de la izquierda abertzale en las redes sociales nos permite comprobar que la puesta en libertad de este personaje también ha sido un hecho celebrable en la educación pública navarra, particularmente en algunos centros del modelo D habituales por otra parte en este tipo de situaciones, al menos el Instituto de Iturrama y el Instituto Eunate.
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A lo mejor el Departamento de Educación no lo sabe pero todo el resto del mundo sabe que, cada vez que sale un etarra a la calle y se le organiza un ongietorri, desde los colegios públicos del modelo D se va a calentar ese recibimiento igual que se calientan sistemáticamente las manifestaciones, concentraciones y campañas de la izquierda abertzale. En las imágenes, se aprecia perfectamente que desde pancartas en las vallas de dos colegios públicos se publicita un ongietorri. Todo el mundo sabe también que, por supuesto, el Departamento de Educación no va a hacer nada. Al punto que ya da un poco de vergüenza seguir llamando “públicos” a ciertos centros que efectivamente son de titularidad pública, pero se los ha apropiada el nacionalismo para el adoctrinamiento de la juventud navarra, la construcción nacional de Euskal Herria y la conversión en héroes de aquellos que han practicado la violencia contra quienes han estorbado al nacionalismo. En realidad, la fase en la que estamos ya no es sólo la normalización de todo esto en ciertos colegios, sino en la de dificultar al máximo a las familias que puedan optar a llevar a sus hijos a otro tipo de centros.
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Un comentario
Ustedes ven unos actos de bienvenida y de recibimiento como héroes, pero en realidad son unos «actos que tienen un contexto bien claro y en los que participan todos aquellos que entienden que hay que dar espacio a la verdad, a la justicia y a la reparación de todas las víctimas» que me lo ha dicho María Solana.