En los últimos tiempos, la universidad pública más cara de España es presentada a los navarros como si fuera una universidad acosada y económicamente estrangulada. Ayer mismo, Miguel Sanz tuvo que declarar que el Gobierno de Navarra “no tiene absolutamente nada en contra de la UPNA”. Nabai, paralelamente, declaraba que el ejecutivo navarro “ha sometido la financiación de la UPNA a un mercadeo políticamente indecente”. El PSN, abrazado permanentemente a Julio Lafuente, intenta ver continuamente asociadas sus siglas poco menos que a la pervivencia de la UPNA. Por aquello de que una imagen vale más que mil palabras, y teniendo en cuenta que estamos en plena crisis, juzguen ustedes mismos si esta gráfica muestra que la UPNA (insistamos en ello, la universidad pública con mayor coste por alumno de España según el informe CYD) sea una institución perseguida, acosada y financieramente estrangulada por el Gobierno de Navarra.
Nafarroa Bai cae en sus propias contradicciones.
Consciente de que ningún otro gobierno socialista o nacionalista financia con más generosidad las universidades públicas de sus respectivas comunidades que el de Navarra, la portavoz de Nafarroa Bai en la Comisión de Educación del Parlamento de Navarra, María Luisa Mangado, llegó a asegurar ayer que el dinero ya no es la clave de la polémica y que “no sería suficiente con que la UPNA tuviese mejor presupuesto que otras universidades del Estado”. Siendo así que tener más presupuesto que otras universidades con gobiernos más nacionalistas y más progresistas no es la clave, ahora hay que entender entonces que Nabai podría estar a favor de un recorte en el presupuesto de la UPNA.
Más concretamente, mientras gobernaban en la CAV algunos de los partidos que conforman Nabai en Navarra, el gasto por alumno en la UPNA fue de 6.891 euros frente a los 5.482 de la Universidad del País Vasco. Es de suponer, por consiguiente, que el gasto por alumno podría rebajarse en 1.409 euros por alumno en Navarra y, todavía, el Gobierno de Navarra seguiría apostando por la universidad pública al menos tanto como quienes la acusan poco menos que de querer estrangularla.
Por lo demás, resulta muy extraña cualquier concepción de la democracia y la cosa pública que no pase por el hecho de que los gestores públicos, incluyendo el rector de la UPNA, no dieran cuenta a los contribuyentes de la gestión de sus finanzas. Más aún bajo la ilógica premisa de que no hay que mirar el gasto en Educación porque es muy importante cuando, precisamente por ser tan importante, es por lo que hay que controlar la adecuada administración del presupuesto en Educación con un celo extraordinario.
