Hace 3 meses se produjo en Navarra una cierta polémica a cuenta de una encuesta que el gobierno estaba realizando en los colegios a los niños de 4º de Primaria y 2º de ESO (alrededor de 9 y 12 años). Seguro que saben de qué estamos hablando si les recordamos la polémica del “ornitorrinco”, ya que a los niños se les pedía que se definieran como “chico”, “chica” u “otras opciones”, y Ana Beltrán osó preguntarse en voz alta cuáles eran las otras opciones y si acaso alguna era “ornitorrinco”.
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Pues bien, el asunto ha seguido moviéndose y hay padres que han llegado hasta a elevar una queja a la Agencia Española de Protección Nacional de Datos, por considerarla “absolutamente invasiva de su intimidad y la de la propia familia”, ya que se preguntan cuestiones a los niños acerca de ellos mismos y también acerca de su familia y entorno como la citada pregunta sobre su sexo, su relación con otros compañeros, sus sentimientos con relación al colegio, detalles sobre la profesión de los padres como si es militar (policía en cambio no aparece explícitamente, ni bombero), el idioma que se utiliza en su casa, el idioma que se habla en el patio, el idioma en que hablan los profesores entre ellos… La encuesta, como señala la enuncia, es nominativa y los alumnos están obligados a acceder a la web del Departamento de Educación para introducir los datos, aunque se supone que estos se utilizan después de manera confidencial.
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Resulta curioso que el cuestionario ofrezca a los niños la posibilidad de autodenominarse como “chico”, “chica” u “otras opciones” pero en cambio obligue a marcar una sóla casilla. ¿Y por qué sólo poder marcar una? ¿Por qué no dos o las tres? ¿No puede tener el niño una opinión distinta a lo largo del curso? ¿O no puede tener una percepción multisexual que desborde los límites del cuestionario? Ya puestos a ponernos fluidos, pues nos ponemos.
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Al margen de todo lo anterior, sin embargo, y de la empanada sexual que el gobierno del cambio piensa al parecer institucionalizar en los colegios, resulta inevitable cuestionarse primero si en conjunto todas estas preguntas tienen sentido y si no exceden las cosas que el gobierno, este gobierno o cualquier otro gobierno, tiene que saber sobre nosotros, y segundo si no es también un exceso que para saber todas estas cosas, en vez de preguntárselas a los padres, el gobierno se las pregunte a los niños. Recortar derechos no sólo es bajar el presupuesto de tal o cual departamento, también lo es entrometerse en la vida de los ciudadanos y más aún hacerlo a través de sus hijos.
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Un comentario
Ojalá le metan unos cuantos años en la cárcel al responsable de esto.