Latribunadelpaisvasco.com planteaba la semana pasada una pregunta interesante: ¿para cuándo la retirada de los retratos de los socialistas Otano y Urralburu del Palacio de Navarra? Es decir, el pentapartito se ha dado mucha prisa en retirar el cuadro de Juan Carlos I por las informaciones publicadas sobre sus posibles cuentas y chanchullos, tanto como para no esperar a una sentencia, siquiera una cierto que complicada imputación, pero entonces, ¿cuál es el criterio para quitar al anterior jefe del estado pero mantener en cambio los cuadros de Urralburu y Otano en el Palacio de Navarra? ¿Por qué unos sí y otros no?
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Para la Tribuna del País Vasco “cada vez está más claro y evidente que el PSN-PSOE ha servido de muletilla-recambio y que se ha sumado de manera entusiasta al proyecto podemito-separatista que empezó su andadura en 2015 de la mano de Uxue Barcos”, así como que “nos encontramos con la doble moral y la doble vara de medir de unos proyectos políticos discutiblemente democráticos que no solo pretenden utilizar determinadas informaciones periodísticas o judiciales como cortinas de humo por todo lo que tienen que esconder a la opinión pública, sino que están trabajando por proyectos políticos a más largo plazo y de profundo calado”.
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Por el contrario, conociendo de cerca al PSN y al eje nacional-podemita está claro que la explicación que propone La Tribuna del País Vasco no puede ser cierta. Está fuera de toda duda la sensatez y centralidad política de un partido como el PSN, para lo que basta con ver a personajes de la talla, empaque y talante de Cerdán o Alzórriz. Y respecto del eje nacional-podemita podrán decirse muchas cosas, pero no desde luego que practiquen una doble moral o que sostengan proyectos discutiblemente democráticos. Por el contrario, la indudable lucha por la democracia de las formaciones de este eje es tan exhaustiva que acabará terminando con todas las fuerzas que al no pensar como ellos no puedan ser consideradas demócratas. Verdad es que no encontramos una explicación a este proceder tan distinto según los cuadros, pero lo que no podemos hacer a estas alturas es dudar de la motivación de estas fuerzas indudablemente progresistas, ergo indudablemente intachables y buenas.
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Lo cierto es que La Tribuna del País Vasco, en la búsqueda de algún tipo de coherencia, parece más partidaria de mantener todos los cuadros que de quitarlos todos. Ni siquiera la condena en firme si se diera el caso del anterior jefe del Estado, a criterio de este digital, debería ser excusa para retirar su retrato de ninguna institución navarra, ya que no deja de ser un personaje de la historia de España y de Navarra como también lo son Urralburu u Otano, el primero condenado en firme por corrupción a 11 años de prisión y el segundo, aunque acabó libre por prescripción de la causa (cosas que pasan en España) y no por absolución, tuvo que dimitir por la aparición de unas cuentas en Suiza a su nombre. La cuestión es por tanto si los personajes de nuestra historia deben formar parte de esa historia por ser históricos o por ser intachables. A primera vista parece más relevante la relevancia histórica que la intachabilidad, o nos quedamos sin nadie a quien poder rememorar más allá de cuatro o cinco figuras inobjetables como Patxi Ruiz, Lenin, Sabino Arana, Fidel Castro o los luchadores del FRAP.
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