Hay personas en España que sólo siguen a los medios de izquierdas. Para estas personas, durante la pandemia sólo ha habido muertos en Madrid, por ejemplo. Para estas personas, sólo Madrid compró mascarillas durante la pandemia. Y por supuesto sólo hay que investigar por tanto los contratos que firmó Madrid para comprar mascarillas.
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En el penúltimo escándalo del PP madrileño y las mascarillas tenemos dos elementos susceptibles análisis. El primero de ellos si es lícito, acaso inmoral, comprar y vender mascarillas durante una pandemia por encima de su precio, incluso muy por encima de su precio.
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La clave aquí claramente es el precio, ¿pero cuál es el precio? Obviamente podríamos concluir que el precio de las mascarillas con pandemia debería ser el precio de las mascarillas sin pandemia pero eso es absurdo. Sin pandemia no hay escasez de mascarillas y el precio no puede ser el mismo que con pandemia y una escasez absoluta de mascarillas. La pandemia y la escasez es justo lo que explica la subida de los precios. No se puede excluir la pandemia de la ecuación del precio porque entonces nada tiene sentido. El que piense que era lógico pagar a 1 euro cada mascarilla en marzo de 2020 pensará que es lógico pagar hoy 20, si la premisa es que los precios no tienen nada que ver con la oferta y la demanda.
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Desde luego en aquellas fechas todos los gobiernos compraron mascarillas como pudieron, las que pudieron y a un precio muy por encima de los precios previos a la pandemia. Seguramente dadas las circunstancias esto es lógico y aceptable, incluso que se saltaran los procedimientos legales previstos para situaciones normales. Ahora bien, o somos comprensivos con todos los gobiernos o con ninguno. Lo que no puede ser es exigir una vara de medir para Madrid y otra para el resto.
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El punto anterior no significa que todo estuviera justificado. Por ejemplo, estaría injustificado haber comprado mascarillas a B por 10 euros en vez de a A por 5 euros, por ser B un amigo o un pariente del comprador. No es perseguible comprar por 5 a un primo en vez de por 10 a un extraño. La condición de primo es irrelevante siempre que quien decide la compra no sea directamente el primo o al primo se le compre sólo por ser el primo. También sería perseguible haber vendido mascarillas defectuosas o con características que no eran las acordadas ya fuera por 5 o por 10 euros. Esto es lo que debería en todo caso determinar la Justicia respecto al hijo del Duque de Feria, el primo de Ayuso o respecto a cualquiera. La cuestión moral puede ser, o no, otro asunto.
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Lo llamativo de todo esto, como decíamos al principio, es que en este país la Fiscalía sólo investigue los contratos de compra del PP. O que sólo se filtren a los medios datos de compras realizadas por el PP. Tenemos un grave problema en España y es que desde que se nombró a Dolores Delgado no se puede creer ninguna acusación de corrupción de la Fiscalía General del Estado. Tendría credibilidad acaso una acusación contra alguien del PSOE, cosa que seguramente, ¿y de quién depende la Fiscalía?, no vayamos a ver nunca porque para perseguir a los culpables aunque sean de tu equipo o para no perseguir a los del equipo contrario siendo inocentes no tiene lógica nombrar a Dolores Delgado
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Lo llamativo del caso de las mascarillas, con todo, es que mientras tanto, y esto debería ser lo realmente escandaloso, el gobierno recomendaba no usar mascarillas. O sea, por un lado se nos subraya lo grave de aprovechar para cobrar 5 ó 10 veces el precio anterior por una cosa que hacía falta para salvar vidas, pero por otro lado se soslaya que al mismo tiempo el gobierno desaconsejaba esa cosa que salvaba las vidas, y desde luego no se le exige ninguna responsabilidad política ni judicial a causa de ello. Ahí está la Luna mientras miramos el dedo. Eso por no mencionar que faltaban mascarillas porque se evaluó, incluso cuando ya era evidente que no era así, que no iba a hacer falta para el COVID más material de protección del que ya se tenía para la campaña habitual de la gripe. Está muy bien que un hijo del Duque de Feria pague por sus pecados si los tiene, pero su caso resulta anecdótico y no puede tapar el verdadero escándalo que es la pésima gestión de la crisis sanitaria, la nefasta evaluación por parte del gobierno de la amenaza que llegaba, y las medidas contraproducentes que durante meses recomendó. Y por supuesto si se revisan las compras de material durante la primera ola habrá que revisarlas todas, no sólo las de Madrid.
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