Los bulos nacionalistas de Bildu

Bildu se ha manifestado una vez más en Bilbao para reclamar las cosas de Bildu, también para presumir de las cosas que Bildu está consiguiendo gracias a su apoyo al sanchismo. Entre las cosas de las que ha presumido Otegui es de las excarcelaciones de etarras, la expulsión de la Guardia Civil de Navarra o la consecución de la alcaldía de Pamplona y la resignificación del Monumento a los Caídos. Todo eso antes de animar a cantar Sarri-Sarri, la famosa canción de Kortatu que celebra la evasión de la cárcel de dos terroristas de ETA.

Está bien que Bildu presuma de los pagos que Sánchez va realizando a cambio de los votos filoetarras para poder seguir en Moncloa, desenmascarando de este modo también las excusas y los parapetos dialécticos que el socialismo usa para camuflar estas cesiones. Es decir, si el PSN le concedió a Bildu la alcaldía de Pamplona o si ha apoyado la salida de la Guardia Civil de Tráfico es por imposición de Bildu. Lo reconoce la propia Bildu. Tampoco nadie tenía muchas dudas acerca de ello.

Interesa no obstante siempre refutar los mantras generales de Bildu, que ahora calificaríamos como bulos. Los tres principales mantras actuales de Bildu son que condenan la violencia de ETA, que Esukal Herria es una nación y que Bildu defiende el derecho a decidir de los vascos.

En primer lugar, Bildu no condena la violencia de ETA. De entrada no utiliza la palabra condena, ni llama asesinos a los asesinos sino presos políticos, por eso busca su excarcelación y su impunidad, porque considera sus actos justificados. Lo que dice Bildu es que no le gustan las consecuencias de la violencia o que no le gusta ninguna violencia. Pero claro, esto es un planteamiento tramposo. Esto es como decir que se rechaza tanto la violencia de los nazis como la violencia que se usó para derrotar a los nazis. O como decir que se rechaza la violencia de los delincuentes tanto como la de los policías. Esta forma de igualar su violencia es en realidad una forma de inventarse un falso empate moral y justificarla. Estar tan en contra de la mafia como de que la policía persiga a la mafia es una forma muy rara de estar contra la mafia. La mafia por su parte puede decir tranquilamante que deplora la violencia, y que realmente le gustaría vivir en un marco en el que no fuera necesario usar la violencia para que todo el mundo le pagara. Los planteamientos de Bildu respecto a la delincuencia etarra siempre se parecen sospechosamente a los de la mafia. Al que le rompieron las piernas capaces de llamarlo enemigo de la paz, al negarse a pagar por que no se las rompieran. Así piensan la mafia y Bildu.

Exigir el reconocimiento de Euskal Herria como nación también es de partida un planteamiento autoritario. O reconoces esto, o te matamos. O reconoces esto, o no hay nada que negociar. ¿Y por qué hay que aceptar como indiscutible que Euskal Herria es una nación? Euskal Herria es una realidad cultural, como la Hispanidad, no una realidad política. Pretender que todo el que habla euskera, que por otro lado no es ni el 10%, tiene que formar parte del mismo país es como pretender que todo el que habla inglés o español tenga que formar parte de un mismo país. O incluso como pretender que todos los blancos, o todos los vascos tienen que formar parte del mismo estado. Y Navarra, ¿cómo va a ser libre de no pertenecer a un estado vasco si se pretende imponer un estado nacional vasco como punto de partida?

Que Bildu y sus ascendientes defienden el derecho a decidir de los vascos es otra patraña incompatible con la realidad. A lo que por el contrario se dedicaba la izquierda abertzale era a matar o expulsar a la mitad de los vascos que no decidían lo que ellos querían. El enrarecido terreno sobre el que jugamos ahora y sobre el que el nacionalismo prospera es el resultado de esa eliminación, esa persecución y esa expulsión.

Todo lo que dice Bildu son por tanto bulos, desinformación, máquina del fango, discurso del odio y fake news, o como sencillamente hemos dicho toda la vida: mentira.