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En virtud de la tradición de colgar un retrato de cada expresidente en la Galería de Presidentes del Parlamento de Navarra, los contribuyentes nos enfrentamos una vez más al desembolso de unos 7.000 euros para pagar el retrato en esta ocasión de Alberto Catalán. A este respecto, el colectivo Vesarte recuerda que ya hace 4 años denunció este despilfarro aquella vez con motivo del retrato de Elena Torres. Alternativamente, Vesarte presentará el 1 de abril un retrato de Alberto Catalán que se ofrece a entregar gratuitamente al Parlamento para que pase a formar parte de la exposición sin gasto para el contribuyente.
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Cabe señalar que, además de la galería de expresidentes del Parlamento foral, existe en el Palacio de Navarra otra galería con los retratos de los expresidentes del gobierno. El retrato de Yolanda Barcina, colgado el pasado verano, tuvo un coste de 8.800 euros.
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Evidentemente la superviviencia de Navarra como comunidad foral y diferenciada no depende de los 16.000 euros que nos cuestan esos cuadros cada varios años, ¿pero hace eso que el gasto tenga sentido? Obviamente, como todas las malas costumbres, esto de los retratos es algo que se copia del Congreso, de los ministerios, y que se repite en las comunidades autónomas, por lo que el gasto global de la cuenta se va multiplicando y llegando a ser algo más que el chocolate del loro, al punto en que Alvarez Cascos, en la vorágine de la burbuja, para recordar su etapa como ministro de Fomento decidió que su retrato lo pintara Antonio López, aunque costara 190.000 euros. Afortunadamente, después de diversos dimes y diretes, alguien en el gobierno decidió en algún momento que no era un encargo sensato y el contrato acabó rescindido. ¿Pero dónde está la frontera de la sensatez? ¿En 189.999 euros o mucho antes?
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Aunque ya hemos superado ese momento, en lo más crudo de la crisis era lógico cuestionarse la necesidad y el coste de esos retratos cuando se estaban subiendo impuestos y aplicando apreciables recortes en servicios sensibles al conjunto de los ciudadanos. Revisar la costumbre de los retratos no era más que un pequeño gesto, pero un gesto simbólico. Si el cuadro superaba el listón de los gastos no superfluos, ¿cuántas más cosas no estarían pasando ese listón? La pregunta sigue siendo válida aunque ya no estemos en medio de una crisis tan atroz. La política se compone de gestos, en gran medida, y hasta ahora nuestros políticos no han tenido un gesto de este tipo tal vez incluso en contra de su propio interés.
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Es decir, es posible que llegue un momento en el que alguien, por ejemplo Uxue Barcos o Ainhoa Aznárez, decidan que los ciudadanos no tienen porqué pagar con sus impuestos estas pequeñas vanidades y que con una foto es suficiente. Llegados a ese punto, cuando los visitantes dentro de décadas vean los cuadros se encontrarán que de repente se acaban las pinturas y aparece por primera vez una foto. El guía, en ese momento, hará una parada para explicar que el retratado, por solidaridad con los contribuyentes, no quiso que se gastara el dinero en un retrato, se negó a posar y exigió que se colgara una foto. Al final del periplo por el Palacio o el Parlamento, los visitantes sólo se acordarán del político o la política que renunció al retrato y de lo majo o maja que era. En el fondo, el ex presidente o ex presidenta habrá triunfado mucho más que con un caro retrato y encima habrá dejado mal a los otros. Están avisados.
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Los navarros pagaremos 6.980 euros por un retrato de Elena Torres
5 respuestas
Para la Aznarez nos ahorramos hasta La foto. La que está amarrada al pilón de la cerveza refleja su interior más que ninguna otra.
Será el chocolate del loro pero sería una señal de decencia renunciar a esa chorrada.
Dudo mucho que con la castuza Aznarez veamos esa decencia, le tira mucho más la vanidad, me temo.
Lo de lso cuadros se tendría que hacer como con las medallas que otorga el Gobierno. El galardonado si la quiere se la tiene que pagar y les aseguro que valen una pasta ya que exceptuando a los militares, policías y guardias civiles generalmente el resto de galardonados prefieren no pagar la medalla.
y por cierto, espero que VESARTE no reciba ninguna subvención pública si no fuera así diría que hay gato encerrado en su reivindicación
¡Ah!… y la foto de la actual presidenta con la boca hacia un cañero me recuerda a otro tipo de fotos que no voy a recordarles porque me censurarían