En las últimas horas ha estado dando vueltas la noticia de que Pablo Iglesias cobrará una indemnización de 5.316 euros al mes durante un máximo de 15 meses tras haber abandonado la vicepresidencia. No se trata de un mecanismo automático, sino que Pablo Iglesias ha tenido que solicitar esa indemnización para poder cobrarla. Salvador Illa, por el contrario, no la reclamó al dejar el gobierno, por poner un ejemplo.
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No se trata de algo a lo que Pablo Iglesias no tenga derecho. Es decir, no se trata de un cobro ilegal. Sí se trata sin embargo de un cobro éticamente cuestionable, de un privilegio de su casta al que no sólo no renuncia, sino que exige con puntualidad.
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Si Iglesias consigue ser diputado tras las elecciones madrileñas, tendría que renunciar a la indemnización por su cese como vicepresidente al empezar a cobrar como diputado o el cargo que pudiera ostentar. No obstante, si Podemos se quedara fuera de la asamblea madrileña como apuntaban hace unas semanas las encuestas, Iglesias sí que tendría derecho a esos 5.316 euros durante un plazo máximo de 15 meses, según el tiempo que ha estado ejerciendo como vicepresidente.
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Al reclamar la indemnización por su cese como vicepresidente, se ha especulado con la idea de si efectivamente dimitió o lo cesaron. Sin embargo, se llama cese a la cesación en el puesto ya sea por causa voluntaria o impuesta. Es decir, hablar de que ha cesado en su puesto no es incompatible con que lo haya abandonado voluntariamente y no tiene que haber sido echado de la vicepresidencia para tener derecho a cobrar la indemnización. De todos modos, la decisión de Pablo Iglesias tiene al menos un par de matices que merecen ser destacados.
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Para empezar, cuando un trabajador que no es el vicepresidente del gobierno (u otro político con ese mismo privilegio) abandona voluntariamente su puesto de trabajo, no tiene derecho a indemnización ni a cobrar el paro. Pablo Iglesias ha reclamado un privilegio que no tienen el resto de los mortales, desde luego “los de abajo” a los que él dice representar. Nos encontramos ante uno de esos extraños privilegios de los que sigue disfrutando nuestra casta política y a los que Pablo Iglesias, pudiendo, no está dispuesto a renunciar. Al final es más casta Iglesias que Illa.
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Por otro lado, la reclamación de esta indemnización parece poner de manifiesto sus dudas respecto a su propio tirón electoral como candidato. Aunque de cara a la galería se presenta como Julio César cruzando el Rubicón, a la chita callando se prepara una red por si no consigue ni su propio escaño y se queda sin el sueldo de vicepresidente y sin el sueldo de diputado. El mensaje de Iglesias al electorado de izquierdas es que el voto útil de los izquierdistas no es Podemos, y que él mismo contempla la posibilidad de liderar una formación que puede quedarse sin obtener representación.
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Pablo, hay más imágenes para ti
— Alberto Bonilla (@abonillaz) April 9, 2021
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