Los 3 falsos demonios de la izquierda: la austeridad, la reforma laboral y las bajadas de impuestos

La austeridad

España llegó al borde colapso en mayo del año 2010. Se puede discutir si hubo o no hubo rescate pero en aquel momento a España se le secó completamente el grifo del crédito. Si no nos hubieran apoyado internacionalmente en ese momento habríamos quebrado. El estado no habría podido hacer frente a sus pagos, desde las medicinas a las pensiones o los sueldos de los funcionarios. El país hubiera quedado paralizado. Esto no sucedió porque el crédito que dejaron de darnos los mercados nos lo empezaron a prestar las grandes potencias a través por ejemplo del BCE, que comenzó a comprar la deuda española que no quería nadie. Como es lógico, a cambio de prestarnos el dinero las potencias nos pusieron algunas condiciones. La primera de ellas la austeridad. ¿Por qué se había cerrado el grifo del crédito? Porque nuestras cuentas estaban totalmente desajustadas. ¿Cuándo se volvería a abrir el crédito? Cuando volviéramos a ajustarlas, mediante un esfuerzo de austeridad. Sin austeridad era imposible ajustar las cuentas y sin ajustar las cuentas nunca hubiéramos podido reabrir el grifo del crédito y reactivar la economía. Por una razón muy sencilla: nadie presta dinero a alguien que gasta mucho más de lo que ingresa, usted tampoco lo haría con su dinero. El gasticidio nos llevó al colapso y la austeridad, por mala prensa que tenga, es la que nos ha sacado del pozo.

La reforma laboral

Parece evidente que acabar con el paro no es tan sencillo como prohibir los despidos. ¿Qué pasaría en una economía en la que no hubiera despidos? Ninguna empresa podría adaptarse a los cambios del mercado, a los ciclos económicos o a las oscilaciones de la demanda. Si la empresa X lanzara al mercado un coche o un teléfono que se vendiera menos que el modelo anterior, le sobrarían trabajadores a los que no podría pagar ni despedir, lo que le obligaría a cerrar. Al no dejar a la empresa que se adapte a la realidad de mercado, en vez de despedir a algunos trabajadores acabarían todos en la calle por cese del negocio. Salvo que se prohibiera también cerrar las empresas.

Entonces ningún negocio que fuera mal cerraría, pero para mantenerlo habría que usar el dinero de los negocios que fueran bien. ¿Se imaginan ustedes que las empresas actuales tuvieran que cargar con todas las empresas quebradas de los últimos 50 años? Supongan una calle con 10 tiendas, una de las cuales tiene problemas. Entonces, en vez de cerrar, dejar libre el local y esperar que lo ocupe otro negocio con más éxito, lo que hacemos es que las otras 9 mantengan abierta la tienda que no funciona. Al cabo del tiempo habría otra empresa con problemas que se sumaría a la primera, con lo que ya tendríamos 8 empresas con beneficios manteniendo a 2 empresas ruinosas… Sería cuestión de tiempo que las 10 empresas fueran ruinosas o que las 5, 4 ó 3 que quedaran ya no pudieran mantener a las otras 6 ó 7 ruinosas, colapsando todo el sistema. En un sistema de libre mercado tendremos una calle con 10 tiendas abiertas y ganando dinero, aunque habrá circulación y recambio, tiendas que cierren y tiendas que abran. En un sistema comunista acabaremos teniendo una economía paralizada y a la larga las 10 tiendas de la calle arruinadas.

Otras evidencias respecto al trabajo es que los empresarios ni contratan por bondad ni despiden por maldad. Contratan o despiden según la cantidad de trabajadores que necesitan, lo cual depende de la marcha de la empresa. Si se ponen barreras de salida en el mercado de trabajo, lo que sucede es que esas barreras de salida actúan al mismo tiempo como barreras de entrada. Cuando tras una crisis un empresario ve que sus ventas aumentan y necesita más personal, si sabe que puede despedir fácilmente no dudará en contratar más trabajadores de inmediato, porque en caso de que las ventas volvieran a bajar podría reajustar otra vez la plantilla. Por el contrario, si sabe que no va a poder despedir fácilmente a quien contrate, lo que hará será esperar lo máximo posible y postergar todo lo que pueda la contratación de más trabajadores, temeroso de que la recuperación sea un espejismo, las ventas vuelvan a caer y encima se encuentre con más personal. Lo que ha conseguido la reforma laboral es que España empiece a crear empleo con la economía creciendo mucho menos de lo que históricamente hacía falta. Es decir, la reforma laboral ha adelantado la recuperación del mercado laboral y con ello la de toda la economía. La reforma laboral no ha servido para que haya más precariedad o más paro. En este momento no hay más paro que cuando se aprobó la reforma laboral, se crea paro con tasas de crecimiento con las que no éramos capaces de crear empleo en el pasado y la precariedad se combate reduciendo el paro. Las condiciones laborales, incluyendo el salario, empeoran cuando por cada solicitud de empleo el empresario tiene dos aspirantes, y mejoran cuando es el trabajador el que tiene dos ofertas alternativas de trabajo.

Las bajadas de impuestos

Finalmente, el último impulso que necesitaba la recuperación económica para salir del pozo era una bajada de impuestos. Quitar menos dinero de los bolsillos de los ciudadanos para que estos pudieran comprar más zapatillas, más relojes, más ordenadores o más piraguas. Así se reactiva la economía. Bajar los impuestos es el mejor plan público anticrisis. La izquierda también se ha opuesto radicalmente a bajar los impuestos.

La izquierda ha apostado por todas las medidas posibles que empeoraban nuestra situación (endeudamiento, aumento del déficit, rigidez del mercado laboral) y se ha opuesto a todas las que nos ayudaban a salir de la crisis. Seguramente esto es debido a que la izquierda basa su política en el populismo y por tanto no puede proponer ni apoyar ninguna medida impopular, aunque algunas medidas impopulares resulten a veces imprescindibles para salir de las crisis o no entrar en ellas.

A nadie se le puede escapar que dejando que los desajustes financieros aumentaran, en vez de garantizar la viabilidad del estado del bienestar, lo que se estaba haciendo era dinamitar sus pilares. Es poniendo en orden las cuentas y sentando las bases de una recuperación económica sólida como se han asegurado esos pilares, aunque haya que haber realizado algunos sacrificios. No haber hecho esos sacrificios era insensato y suicida.

Conclusión: no le debemos nada a la izquierda por la recuperación económica, se ha conseguido a pesar de ella.

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2 respuestas

  1. Yo soy comprensivo con aquellos que han sido víctimas de la LOGSE socialista, pero todo tiene un límite, y hay cosas que ya son la idiotez supina en política y economía, y no tienen pase.
    Es imposible, IMPOSIBLE, tener las condiciones de Holanda, Alemania o Australia, haciendo las políticas de Venezuela, Cuba o Corea del Norte. Que no, jodersus, que no, que es IMPOSIBLE.

    A pesar de ello, la izquierda insiste, con el gasto desaforado, la deuda imparable, el déficit crónico, el control del estado de la vida de cada ciudadano, y el control político del estado por el partido, es IMPOSIBLE que creen las condiciones para convertirnos en un país libre, moderno y rico.

    Y la socialdemocracia actual sólo viene a poner un parchecito y tirar pa’lante una legislatura más, chupando del bote y de los cargos políticos.

  2. Recuperación ¿donde?
    Ahhhhh sí que no había caído en la cuenta que los ricos ahora son más ricos que hace diez años y los pobres ahora son más y más pobres que hace diez años. Que las diferencias entre los extremos de la sociedad se han multiplicado. Está clarísimo quién se ha recuperado, quién no había empeorado.
    Los demás a … (que cada uno ponga lo que más le guste)

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