En el marco de las elecciones primarias que se están preparando en el PP para elegir al futuro presidente del partido, llaman la atención estas declaraciones realizadas por Pablo Casado, el candidato alternativo a Cospedal y Sáenz de Santamaría. Hablando un poco de todo, Casado ha señalado la necesidad de combatir el adoctrinamiento separatista en los colegios catalanes, recetando que los profesores sean funcionarios estatales y no autonómicos.
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La declaración de Casado resulta interesante porque al menos implica la conciencia de que existe un adoctrinamiento en los colegios. Esto es un gran avance puesto que no hay solución posible sin reconocimiento del problema. ¿Es ahora cuando se entera el PP? ¿A estas alturas proponemos remedios? Más allá de la perplejidad por la tardanza del diagnóstico, tras años y años de pasividad en el gobierno, la solución propuesta por Casado sugiere que todavía no se entiende el origen del daño.
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¿Realmente avanzamos mucho convirtiendo a los profesores autonómicos en profesores del estado central?
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¿Y si el gobierno central está condicionado por el PNV, por ERC y Podemos?
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¿Y por qué el adoctrinamiento autonómico es malo pero el adoctrinamiento estatal es bueno?
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Hace tan sólo un par de días, la nueva ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, expresaba la intención de pedro Sánchez de crear una asignatura obligatoria de «valores cívicos y éticos», a la par de hacer que Religión deje de contar para la nota de Bachillerato. Es decir, las ideas de los demás no pueden ser obligatorias ni evaluables, pero las mías sí. Lo que yo pienso sobre el sexo, el aborto, la familia, la eutanasia o la economía tan indiscutible como objetivamente bueno y por tanto imponible, a diferencia de los demás. Lo mío son valores cívicos y democráticos, lo de los demás oscuro e insidioso adoctrinamiento.
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Resulta por tanto bastante evidente el error de Pablo Casado. A quien hay que devolver la competencia en Educación no es al estado central, sino a las familias.
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El único consenso educativo posible, además, consiste precisamente en respetar la libertad educativa de las familias. Cuando uno asume la libertad educativa del vecino, defiende la propia. La única manera de convencer al vecino de que no intente adoctrinar a mis hijos es acordar con él que yo tampoco intentaré adoctrinar a los suyos. En el fondo es el mejor, más sostenible y más racional acuerdo tanto para uno como para el vecino. Lo otro, frente a un sistema de libertad permanente, es abocarse a un sistema de adoctrinamiento por turnos.
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Un comentario
Ese consenso entre el vecino y yo, de no adoctrinar a nuestros hijos es imposible que se dé, por una única razón:
Ni mi vecino ni yo estamos representados en el parlamento.
Los únicos presentes en el parlamento son los partidos Estatales, y además ahí que la educación sea estatal, con profesores Estatales (autonómicos o no). Y el resultado es que lo que debería ser instrucción de los hijos es adoctrinamiento Estatal.*
Si estuviéramos verdaderamente representados en el parlamento**, no duden de que habría respeto por la educación y no costaría nada acordar que los niños no deben ser adoctrinados en ningún sentido.
*Nótese que el separatismo sólo busca un Estado propio y separado, por lo tanto no debería llamarse nacionalismo sino Estatalismo.
**De la única forma de representación política posible, la de representante de distrito elegido uninominalmente por mayoría absoluta.