Diario de Navarra publicaba el sábado un artículo de Elma Saiz, la consejera de Economía y Hacienda del Gobierno de Navarra, titulado “En marcha hacia un modelo fiscal colaborativo”. O sea, que el gobierno nos quiere subir los impuestos.
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La consejera alude a Biden, a las subidas fiscales de su programa, a la superada etapa tenebrosa de Trump y al Nuevo Orden Mundial en el que no tendremos nada pero seremos felices gracias a un pequeño grupo de potentados a los que no ha elegido nadie al servicio de los cuales se pondrán los gobiernos elegidos por la gente. Estos potentados se han dado cuenta de que el mayor negocio del mundo es el gobierno.
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En la nueva etapa postpandémica los gobiernos sacarán más dinero a ciertos sectores y se los darán a otros bajo la bendición de ser más sostenibles. Normalmente los sectores que el gobierno llama insostenibles son aquellos que ganan dinero, y de donde por tanto el gobierno lo detrae, y los sectores que llama sostenibles son los que lo pierden, a donde por tanto el gobierno los destina. El sistema fiscal colaborativo consiste en la colaboración entre los gobiernos que sacan el dinero y las empresas que lo reciben. Cabe sospechar que los potentados que dirigen la Agenda 2030 desde Davos son todos de los que tienen negocios colaborativos y sostenibles. Es fácil saber cuando un negocio es sostenible. Si es suyo, es sostenible.
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Como siempre que se trata de un gobierno de izquierdas las palabras tienen un papel decisivo en la venta de su producto ideológico. Si vamos hacia un modelo fiscal colaborativo, o solidario, o sostenible, el que se opone es que está en contra de la colaboración, la solidaridad o la sostenibilidad. Hay que ser un tipejo para no estar de acuerdo con el gobierno. Por otro lado, gracias a toda esta fraseología mercadotécnica nos damos cuenta de que, hasta la última subida de impuestos, el sistema fiscal que ya nos quitaba a todos la mitad o más del sueldo no era ni solidario, ni sostenible, ni colaborativo. A saber en qué se gastaban todo el dinero que nos llevan quitando toda la vida hasta ayer, pero al parecer en nada que fuera sostenible y solidario. Cuando en un futuro poco lejano nos vuelvan a subir los impuestos en nombre de la sostenibilidad, la colaboración y la solidaridad, volveremos a comprobar que sólo son solidarios los impuestos futuros y que en nombre de la sostenibilidad tan sólo se pueden subir y subir los impuestos.
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La carrera de la sostenibilidad y la solidaridad, o lo que dicen los gobiernos que es la solidaridad y la sostenibilidad, en el fondo no contempla otra meta que los impuestos del 100%. Si los impuestos del 50% son más solidarios y sostenibles que los del 45%, los del 60% forzosamente serán más solidarios y sostenibles que los del 50%, y los del 85% más que los del 75%. El único límite, cuando no tengamos nada y seamos felices, será el de cuando el gobierno nos quite el 100% de lo que ganamos. Entonces ya no podremos ser más solidarios.
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Cuando el 100% de lo que ganemos sea del gobierno, puede que seamos felices, pero lo que seguro que seremos es dependientes del gobierno. No quieren que la gente salga de la pobreza, quieren que la gente sea pobre pero que reciba ayudas, rentas y subsidios del gobierno. Los males del mundo son consecuencia de una mala distribución de la riqueza. El gobierno debe quedarse con toda la riqueza para redistribuirla adecuadamente. Todos seremos pobres, pero pobres sostenidos por el gobierno. Y felices. Y dependientes del gobierno. Y sumisos. La dependencia genera sumisión. Los que sí que serán felices son los gobiernos.
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Podría pensarse que cuando un estado llega a la cartilla de racionamiento es un fracaso del estado, pero no. En general, en los estados que llegan a la cartilla de racionamiento, nunca se trató de que hubiera abundancia y la gente pudiera elegir. Por el contrario, sabían perfectamente que las políticas confiscatorias, de desincentivación del esfuerzo e igualadoras de los resultados, llevan a la pobreza y a la escasez. Sólo que para los gobiernos que pretenden tener sometida a la población la escasez es buena. La cartilla de racionamiento genera dependencia, la dependencia sumisión y la sumisión la felicidad del politburó.
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2 respuestas
Ahora me empiezo a explicar cosas… Yo me preguntaba quién sería la inteligente mente que ha desarrollado el lema de la Campaña de la Renta 2021 con eso de que los impuestos «dan vida», que si mal no recuerdo eso siempre se ha atribuido a la Divinidad, y ahora me encuentro con esto de que los impuestos son colaboración, cuando su propio nombre está gritando que es algo forzoso y forzado, es una imposición.
No se si tendrán razón aquellos que dicen que los políticos piensan que el pueblo es tonto; lo que si empiezo a vislumbrar es que los consultores piensan que los políticos son imbéciles… Lo impuesto es colaboración…
Una vez más viene como anillo al dedo frase de Lysander Spooner, pensador político norteamericano del siglo XIX:
“La diferencia fundamental entre un asaltador de caminos y un gobernante es que el primero te roba y te deja en paz, mientras que el segundo te roba y encima te da la lata para convencerte de que lo hace por tu bien».