Las exageraciones sobre los desahucios

Los desahucios, como todo drama humano, son campo abonado para la demagogia y el populismo. Lamentablemente, la demagogia y el populismo nunca han acrecentado la prosperidad ni la libertad de ningún pueblo, sino todo lo contrario. En este sentido, conviene analizar brevemente algunas de las noticias que han impactado a la opinión pública en los últimos días sobre los desahucios. Por un lado el suicidio de Amaya Egaña, la ex concejal socialista de Eibar, en el que se mezcla el drama del desahucio con el del engaño. Como explicaba Casimiro García-Abadillo en el diario El Mundo, Amaya había avalado con su piso a su hermano ocultándolo a su marido, lo que desencadenó el desahucio de la propia Amaya y su suicidio antes de desvelar la verdad a su esposo, aunque la pareja tenía trabajo e ingresaba 4.500 euros al mes. Todo indica que en este caso pesaron más el engaño y las relaciones personales que la economía.

Ayer mismo el Banco de España hacía público el dato de que la tasa de morosidad en las hipotecas es sólo del 3,17%. Es decir, que básicamente los españoles pagan sus hipotecas puntualmente. No nos encontramos ante una situación generalizada de que los españoles no pueden pagar sus hipotecas y los bancos los echan de sus casas. De hecho, incluso dentro de ese 3,17%, casi todas las familias consiguen renegociar el crédito con las entidades financieras y la práctica totalidad conserva sus viviendas. La realidad, volviendo a la información de García-Abadillo en El Mundo, es que en lo que va de año no se han producido más que 2.000 desahucios de primeras viviendas en toda España, cifra que la AEB aún reduce a sólo 1.400 casos. Es decir, que básicamente no existe una “oleada de desahucios”. Otras cifras que circulan, subiendo el número de desahucios hasta los 300.000, incluyen segundas viviendas y locales comerciales: obviamente no se trata del mismo drama humano.

Resolver el problema sin dinamitar el sistema de crédito

Hay quien piensa que el paro se acabaría prohibiendo los despidos, las caries acabando con los dentistas o el problema de los desahucios permitiendo el impago generalizado de todos los créditos. Obviamente esto tendría una consecuencia y es que nadie prestaría dinero a nadie sin una mínima garantía de recuperar el dinero. Cuanto más difícil hagamos recuperar el dinero prestado, más difícil haremos también el crédito. Si las casas no pueden desahuciarse, tampoco podrán alquilarse ni servir como garantía hipotecaria. Para resolver entre 1.000 y 2.000 desahucios al año no podemos cargarnos todo el sistema de crédito, porque el daño causado sería mucho mayor que el daño reparado. Como mucho, tal vez consiguiéramos que la gente se suicidara o acabara en la miseria por no poder recuperar lo prestado, en vez de por no poder pagarlo. Tengamos también en cuenta que el dinero que los morosos no devuelven a los bancos no es el dinero de los bancos, sino el de todos nosotros que tenemos el dinero en los bancos e ingenuamente esperamos que siga ahí cuando queremos sacarlo. Tampoco podemos cerrar el grifo del crédito a 47 millones de españoles para evitar 2.000 desahucios. Por consiguiente, hay que estudiar posibles reformas como la quiebra personal (a semejanza del sistema anglosajón o el alemán) o la dación en pago, reservando la intervención del estado para casos de extrema necesidad. Interesa huir de soluciones demagógicas o populistas que pongan en riesgo la seguridad jurídica y la ya entredicha solvencia de todo el sistema de crédito. No por nada, sino porque el problema resuelto sería menor que el problema generado.

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9 respuestas

  1. Estando de acuerdo con el fondo, creo que las cifras de desahucios que suministra el Poder Judicial no están desagregadas (es decir no citan la causa) con lo cual hay un baile de cifras constante.
    En todo caso, constatar que en España lo último que se deja de pagar (salvo caraduras que los hay en todos los sitios) es la vivienda y que la vida humana está por encima de todo.

  2. Habría que dar a las.familias el mismo trato que a las empresas, posiblilidad de renegociar las.condiciones del.contrato, eliminando cláusulas abusivas.como muchos suelos de hipotecas.

    Y si finalmente.fueran a la quiebra, que.un ente imparcial.visara las.ctas de la.familia. No podría permitirse que alguien que no pagara la.vivienda se fuera 1 semana gratis total a las.Canarias..por.poner un ejemplo.

  3. Es lo de siempre. Que papá estado me arregle los problemas en los que me he metido por mi culpa.

    Y da igual quien gobierne. Todos quieren ser nuestros papas. Dame tu voto y deja que yo lea, haga y piense por tí. A cambio, te doy televisión 24 horas al día y futbol 7 días a la semana.

  4. Está claro que nos manipulan y nos dejamos manipular.
    Han creado una alarma social y están poniendo en peligro un sistema financiero ya de por si muy tocado.
    La demagógica propuesta de algunos ayuntamientos solicalista de retirar fondos de los bancos que desahucien, no tiene despercio. Esos mismo ayuntamientos, si les deben la contribución urbana o una multa de tráfico, no dudan en embargar los saldos de las cuentas de los deudores. Que suspendas esos embargos y así la gente podrá pagar sus hipotecas.
    Pero esto es como el chiste: Vespa no que Vespa tengo.

  5. Parece que lo que quiere el pueblo, movido por la calenturienta situación es seguir con el grifo del crédito abierto, pero entrecerrando el de las garantías del que presta.
    Los que no tenemos hipoteca, no la tendremos a no ser que ganemos entre bastante y mucho, porque después de la regulación que parece se pretende, los bancos nos van a financiar el 40% del valor de la vivienda. Si llega.
    Y lo peor de todo es que o cambiamos la mentalidad los prestatarios, o seguirán habiendo impagos y dramas.

  6. No voy e entrar en cifras. Sí que es cierto que hay más suicidios que los que se dicen. Pregunten, pregunten, a cualquier empleado de tanatorio.

    Ciudadano Caña apunta algo muy importante: «Dar a los ciudadanos «personas físicas», el mismo trato que a las empresas «personas jurídicas». Un ciudadano individual está hoy en peor situación que un ciudadano romano de la época de la República. El romano, podía pagar sus deudas ofreciéndose como esclavo durante x años y una vez pasado ese tiempo, volvía a ser un ciudadano libre. Usted, hoy, si no puede pagar al banco este le quitará su vivienda, seguirá además debiendo dinero, que, como bola de nieve, aumentará y aumentará con intereses de demora, gastos judiciales, etc. Todo lo que vaya usted ganando se lo quitará el banco y, salvo que le toque la lotería, siempre deberá y deberá, porque no podrá parar la bola de nieve de intereses y más intereses. El acreedor romano, mientras el esclavo pagaba su deuda, debía vestirlo, alimentarlo, alojarlo. El banco no hará nada de eso. Y le embargará salarios, pensiones, todo lo que pille.

    Lo dicho, peor que los esclavos.

  7. Ya existe el concurso de acreedores para personas físicas. El problema es que es muy caro (se necesita abogado y procurador) y si la mayoría de la deuda está soportada en préstamo hipotecario, es dificil que el banco acepte una quita o un buen arreglo. (a no ser que el préstamo haya perdido garantía por la depreciación de lo que se hipotecó)
    Solo vale una modificación de la Ley Hipotecaria que contemple la dación en pago o regule el precio de adjudicación en la subasta.
    Pero esto tendrá una consecuencia: El acceso al crédito se verá aun más limitado y será mucho más caro.

  8. No creo que nadie serio (y por serio no me refiero, en efecto, al partido socialista que permitió leyes abusivas y ahora pone carita de pena y se niega a poner su dinero en los bancos que desahucian al amparo de leyes que ellos permitieron) se plantee regalar viviendas a las personas que no las pagan, y todo esto a costa de los bancos. Tampoco creo que nadie intente manipular con el problema de los suicidios (que tristemente han existido y esperemos que no sucedan en adelante). Lo que se está pidiendo es una ley renovada, adaptada a los tiempos que corren, y que resuelva problemas a la mayor satisfacción de ambas partes (bancos y deudores) y que revierta en bien de toda la sociedad. Para eso hay, primeramente, que reconocer que hay algo que no funciona bien. Las posturas extremas (tanto la de creer que España arde en suicidios por culpa de los bancos, como la de opinar que todos los deudores son unos inconscientes y unos aprovechados, no convienen en absoluto). La única realidad constatable, en mi opinión, es que tenemos problemas, problemas de los que no podemos salir sin un planteamiento serio, responsable, que parta de unos conocimientos técnicos y profundos en distintas áreas, y con el esfuerzo de todos los ciudadanos. Mi problema es que estoy cansada de ver parches, soluciones que no funcionan, y esfuerzos que obligatoriamente unos han de realizar, mientras no veo el esfuerzo de otros.

  9. Este problemón es el resultado de una larga suma de irresponsabilidades por parte de:

    1.- Los bancos emisores al darle a la máquina y poner en circulación montones de dinero a precio de saldo.
    2.- Las entidades bancarias por conceder préstamos hipotecarios a bajo interés y por importes superiores, incluso, al valor del inmueble hipotecado, y sin garantías adicionales.
    3.- El supervisor (Banco de España) por permitir esas malas prácticas bancarias.
    4.- El Ministerio de Economía y Hacienda por permitir saltarse a la torera la Ley que regula las hipotecas e, incluso, alentar esa mala práctica con subvenciones y desgravaciones fiscales.
    5.- Los particulares por no ser conscientes (o sí) de la obligación adquirida al acceder a un préstamo hipotecario excesivo, en condiciones precarias de tipo económico y laboral (sobre todo población inmigrante que, sin haber pisado nunca un Banco en su país, textual, llegan aquí y en cuanto empiezan a trabajar, se meten en un préstamo para la compra de un piso y un coche, sin ser conscientes de lo que tendrían que pagar el préstamo obligatoriamente).
    ¿Y ahora, qué?. Que “papá estado” (todos nosotros) me saque del pozo.

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