Sólo hay tres tipos de personas que pueden pensar que Fernando Simón, o sea al gobierno, ha hecho bien su trabajo para proteger a la población. El primer tipo son las personas que no se han enterado de nada, que viven por completo desconectadas de la actualidad informativa y que apenas saben que ha habido una pandemia. El segundo tipo son las personas que, aún siguiendo la actualidad, su memoria empieza a ser difusa respecto a lo ocurrido hace más de una o dos semanas. El tercer tipo es el de los cínicos o los hooligans, para los que el gobierno lo hace bien siempre y punto.
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Viene a colación todo esto a cuenta de la nueva teoría de las mascarillas desarrollada por el gobierno de juntas podemos. Ahora resulta que hay mascarillas solidarias e insolidarias.
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Si retrocedemos un poco en el tiempo, en el momento crucial de la pandemia, cuando aún podíamos haber contenido la propagación y haber tenido unos niveles de contagio y mortalidad como los de Portugal, la recomendación del gobierno era no usar mascarilla. En realidad, el gobierno no sólo no recomendaba el uso de la mascarilla sino que recomendaba no usarla. En el caso del Gobierno de Navarra, vimos ilustrar esta recomendación de no usar mascarillas con ejemplos tan pintorescos como que usar mascarilla era como usar un casco de rugby para jugar al ping pong.
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Las recomendaciones del gobierno de no usar mascarilla venían acompañadas, eso sí, de algunos matices llamativos, como que no debía usarlas la población sana sino sólo la población infectada. Esto lo decía el gobierno ante una enfermedad en la que más del 50% de los infectados son asintomáticos y no saben que están enfermos, aunque pueden propagar el virus a los demás.
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Otros consejos absurdos que fueron propagados por el gobierno en los momentos claves de la propagación de la pandemia fueron que no había que hacer nada si se venía de una zona de riesgo o de haber estado con personas infectadas, y que se siguiera haciendo vida familiar, social y laboral normal salvo que apareciera algún síntoma. O sea, justo la lógica contraria de una cuarentena. Cuando alguien ha estado en una zona de riesgo o con personas infectadas, se hace exactamente lo contrario de lo que recomendaba el gobierno: aislarla hasta se le hace un test o se comprueba que no desarrolla la enfermedad.
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Como prueba de que todo aquello que recomendaba el gobierno en el momento decisivo de la pandemia fue un error, después pudimos observar cómo a todas y cada una de esas recomendaciones desastrosas se les dio la vuelta como un calcetín. La mascarilla pasó de desaconsejada a obligatoria. Se establecieron cuarentenas en las fronteras o directamente se cerraron. Se aisló a los contagiados y a sus contactos. Se empezaron a hacer test PCR masivos. Y una vez pasados los actos de masas del 8M se dejó a casi todo el mundo bajo arresto domicilario. Todo esto sin embargo no son meros errores conceptuales, las consecuencias de estos errores fueron muchos más contagios y muchas más muertes en el mundo real. Si el gobierno español lo ha hecho bien, ¿en qué consistía entonces hacerlo mal? En realidad, ¿cómo se podía haber hecho peor?
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Ahora el gobierno aparece con otra brillante idea que es la de que hay mascarillas solidarias e insolidarias. O sea, mascarillas de derechas y mascarillas de izquierdas. Mascarillas progresistas y mascarillas fascistas. Las mascarillas solidarias son las mascarillas quirúrgicas, que protegen a los demás pero apenas al que las usa. Las mascarillas insolidarias son las FFP2, que protegen al que las usa. Pero una vez más esto tampoco es del todo correcto.
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Para ser precisos, las mascarillas FFP2 pueden tener o no tener válvula. El problema es la válvula, no que la mascarilla sea FFP2. Lo que sucede con la válvula es que protege al usuario que la lleva porque filtra el aire cuanto entra en la mascarilla, pero en cambio cuando el usuario exhala el aire la válvula no lo filtra en el sentido de salida. En consecuencia, las FFP2 o FFP3 con válvula protegen al usuario de la mascarilla, pero no a los demás.
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Las mascarillas FFP2 sin válvula, sin embargo, protegen mejor que las mascarillas quirúrgicas a los que las usan y además protegen igual que las quirúrgicas a los demás. O sea, que son eficaces y solidarias. El gobierno nos coloca ante un falso dilema una vez más.
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En un mundo perfecto en el que todo el mundo llevara una mascarilla quirúrgica, la teoría del gobierno podría tener algún sentido. No obstante, ese mundo sería igual de perfecto si todo el mundo llevara una mascarilla FFP2 sin válvula. En un mundo imperfecto, como el real, en el que no todo el mundo lleva mascarilla, la FFP2 ofrece seguridad y la quirúrgica no. Si va usted a vivir en el mundo real, es posible que pese a las peroratas de Fernando Simón le interese una FFP2.
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Como agravante a la situación, en el pasado no sólo hemos visto que Fernando Simón se ha equivocado sino que ha mentido. Respecto al uso de mascarillas, para tratar de explicar por qué pasaron de desaconsejables a obligatorias, el portavoz gubernamental vino a reconocer que dada la escasez de mascarillas se dijo que eran desaconsejables para que la gente no las comprara y las que había se las pudiera quedar el personal sanitario. El problema es que en vez de explicar esto mintió, lo que tiene 3 graves consecuencias. Primero que probablemente personas que creyeron a Fernando Simón y no usaron mascarilla se contagiaron y se murieron por no haber usado si no mascarillas al menos pañuelos, bandanas, pantallas caseras o cualquier otro sustitutivo mejor que no llevar nada. Pero claro, no podían desaconsejar las mascarillas y aconsejar cualquier otro sustitutivo casero. Segundo que esto implica la existencia evidente de un triaje gubernamental. Ante la escasez de recursos, se priorizó a los sanitarios y se dejó desprotegida al resto de la población. Quizá con alguna lógica, como todo triaje cuando se llega al punto en que se hace necesario, pero triaje. Tercero que si el gobierno nos mintió en el pasado, es razonable dudar de si no nos estará mintiendo también ahora, y recomienda las mascarillas quirúrgicas en vez de las FFP2 porque hay escasez de FFP2. A todo lo anterior se podría añadir que el gobierno con sus mentiras perdió dos meses de ir educando a la población en el uso adecuado de la mascarilla.
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¿Qué mascarillas usaba Franco? El gobierno señala a una parte de la población
Llegados a este punto, que cada cual haga lo que considere oportuno y conveniente para su protección, pero lo que sea que decida no lo haga porque es lo que recomienda el gobierno, sino porque a su criterio sea lo más lógico y racional. O que pida criterio a alguien que sepa y no esté sometido al hooliganismo o a la disciplina de partido. Si coincide con el criterio del gobierno, que no sea sólo porque lo dice el gobierno. A fin de cuentas es difícil no acabar coincidiendo con el criterio del gobierno en algún momento cuando ese criterio cambia continuamente. El asunto sin embargo es que si uno sigue los consejos del gobierno y se muere, a su familia le entregarán unas cenizas y a Simón en cambio le darán un premio y una portada en El País subido en su moto. No tema por tanto pensar por sí mismo aunque le llamen insolidario. Como si se pone una FFP2 para garantizar su protección y una mascarilla quirúrgica encima para que nadie le llame fascista.
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Para finalizar, imprescindible señalar que el Congreso, con el voto en contra de PSOE y Podemos, ha pedido al gobierno bajar al 4% el IVA de las mascarillas y los geles desinfectantes, que ahora se encuentra al 21%. El gobierno dice que es imposible la bajada porque el IVA del 21% viene obligado por la UE, como los límites de déficit, por lo que sería totalmente imposible iniciar un pleito con la UE y ya si eso arreglarlo luego, o que es imposible que otro gobierno europeo, Portugal por ejemplo, pudiera bajar el IVA de las mascarillas estando sometido a la misma normativa comunitaria. Es imposible y no hay más que hablar.
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No dejemos de analizar el mortífero historial de recomendaciones de Fernando Simón, pero no nos distraigamos tampoco esta grave cuestión. Las mascarillas soportan en este momento un IVA “solidario” del 21%, como los artículos de lujo. Juntas Unidas Podemos Salimos y eso.
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Un comentario
¿A qué colegio de médicos pertenece el tal Simón? ¿Puede seguir después de todo esto?