La deriva totalitaria de Sánchez sigue su curso y ayer se fue a TVE, con su periodista bien pagada de cabecera, a anunciar la llegada de nuevas leyes de “regeneración democrática” para que el gobierno pueda nombrar jueces a la carta y perseguir a los medios desafectos. Ni siquiera se molestó el presidente en acudir a hacer el anuncio al Congreso, sino que se fue a hacerlo a una televisión, y desde luego a una televisión bajo control de gobierno, donde no se le pudieran hacer reproches ni preguntas indeseadas. Seguramente eso también es “regeneración democrática”.
La cuestión de perseguir a los medios críticos con el gobierno llegó sin embargo al Congreso, cómo no, de la mano de Rufián. La amenaza que pende en España sobre la libertad no se explica sin los socios del PSOE. De este modo, Rufián llegó a proponer multas de 150.000 euros por perseguir a políticos, difamar o esparcir bulos desde los medios.
Resulta curioso que Rufián se erija en perseguidor de las mentiras, los señalamientos y los discursos de odio precisamente con su historial. ¿Se imaginan programas de televisión en los que se esparciera el mensaje de “matar al PSOE” o “matar a ERC”. Sin embargo «matar a VOX» es el mensaje que se ha lanzado desde un programa de Rufián añadiendo: “¿Esta mal matar? A veces no”. El primero al que habría que aplicar su propia ley contra los señalamientos y los discursos de odio sería a Rufián.
Pero es que el historial de bulos, mentiras y fantasías de Rufián no tiene parangón. ¿O acaso Rufián piensa que nos hemos olvidado de cuando hace 101 meses, 30 kilos y 1 millón de euros, anunciaba que en 18 meses iba a dejar su escaño en Madrid para irse a vivir a la república catalana? El primero al que habría que aplicar su propia ley contra las noticias falsas, una vez más, sería a Rufián.
Tampoco está de más recordar el momento en que Rufián colocó sobre la tribuna del Congreso 3 balas supuestamente recogidas por una compañera suya en la valla de Melilla, con las que la policía habría matado a tiros a 37 personas: «Son balas que ha recogido mi compañera en la frontera de Ceuta y Melilla, con las que mataron a 37 personas”. Pues bien, aquellas balas de plástico de color rojo eran evidentemente inofensivas balas de fogueo, menos para Rufián.
Podríamos añadir tantos ejemplos a los que se podrían aplicar a Rufián las propias multas que propone que perdería entero el millón de euros que lleva ganado en el opresor Congreso español, pero entre todas las mentiras merece la pena fijarnos, por su gravedad y persistencia, en la llamada memoria histórica. Si hay que empezar a multar las mentiras y los bulos, debería comenzarse por todos aquellos discursos que pretenden hacer pasar por democráticos a los partidos que ya en 1934 defendían la dictadura del proletariado, la violencia política y el golpismo, como el PSOE o la propia ERC, cuyo pasado democrático dice Rufián mintiendo una vez más que es “impoluto”. Impoluto pero con un golpe de estado en 1934 y 8.000 asesinados en la retaguardia republicana mientras ERC tenía el gobierno de la Generalidad en Cataluña.
Desde luego las mentiras de Sánchez o la memoria histórica del PSOE no es que merecieran capítulo aparte, sino que la extensión de este artículo si empezamos a recopilarlas sería inabarcable. El caso es que respecto a mentiras, bulos y discursos de odio pocas lecciones puede dar la izquierda española del presente o del pasado. Y desde luego mucho más urgente que una ley que persiga las mentiras de los medios, o lo que los políticos dicen que son las mentiras de los medios, sería una ley que persiguiera con multas (que pagaran de su bolsillo) las mentiras y los incumplimientos electorales de los políticos.
