Las guerras las provoca el dinero… y los otros seis pecados capitales

¿Cuáles son los siete pecados capitales? En los tiempos que corren, es probable que buena parte de los alumnos de cualquier colegio español no tengan ni idea. Si se les preguntara por ellos en un examen y las respuestas equivocadas no bajaran nota las respuesta mayoritarias, a voleo, seguramente serían: machismo, homofobia, fascismo, xenofobia, austeridad, capitalismo y negacionismo. Pero no, son la ira, la gula, la soberbia, la lujuria, la pereza, la avaricia y la envidia. Recordar la lista de los pecados capitales viene a cuento de que, como siempre que nos enfrentamos a una guerra, predomina como clave interpretativa el materialismo marxista. Si hay una guerra es por dinero. Las claves de la guerra hay que buscarlas en la economía. Las causas económicas todo lo explican. La guerra y todo lo que no es la guerra. Por supuesto sólo desde una óptica marxista, pero es la que predomina y la que inconscientemente usan incluso los no marxistas.

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Por el contrario, como empieza vislumbrarse esta guerra, la mayoría de las guerras son una ruina absoluta. Una ruina para todos. Es decir, una ruina para los dos bloques enfrentados, incluso para el ganador. Una ruina para el conjunto de la economía. Las empresas armamentísticas, por señalar un presunto culpable obvio, representan una fracción insignificante de la economía global. El beneficio que unas pocas empresas pueden obtener por una guerra resulta totalmente insignificante respecto a las pérdidas generales. Incluso en el caso de las empresas que obtienen un beneficio con la energía, que tampoco son las empresas más importantes, hay que tener en cuenta que en general ingresan por diferencia. Es decir, si el coste del producto que venden a 110 es 100, probablemente si sube a 200 lo podrán vender con suerte a 210. O sea, que el beneficio será el mismo. O menor, puesto que las subidas de precios pueden producir un empobrecimiento de la población y una caída del gasto. Se gana mucho más dinero en tiempos de paz que en tiempos de guerra. La guerra aboca a una asignación del gasto escasamente productiva y a severas limitaciones del comercio. La inmensa mayoría de los ricos, comerciantes y empresarios del mundo están absolutamente en contra de la guerra, si no por pacifismo por interés propio. Los marxistas que creen que el beneficio es la causa de la guerra, como la causa de todo, por otro lado suelen ser personas que jamás han generado un beneficio emprendiendo o comerciando ni en escenarios de paz ni en escenarios de guerra.

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Volviendo a los siete pecados capitales, la avaricia es sin duda uno de ellos. O sea, que no lo podemos obviar totalmente, pero tampoco ponerlo por encima de los demás, mucho menos convertirlo en única causa del mal. Una guerra como la de Ucrania, por el contrario, y acaso todas las guerras, más bien podemos decir que es una guerra estúpida. Sin embargo la estupidez no es un pecado capital, aunque la ira, la soberbia y el resto de pecados sin duda conducen a comportarse estúpidamente. Como causa de las guerras suele presentársenos a unos oscuros personajes terriblemente malvados, pero incomparablemente inteligentes,  pero seguramente es más lógico pensar que los personajes en el origen de una guerra son terriblemente imperfectos, abrumadoramente cegados por su ira, su soberbia o su avaricia, no necesariamente de riquezas y bienes materiales. No son una serie de grandes virtudes como la inteligencia, aunque puedan ser inteligentes, las que les conducen a hacerse responsables de una guerra, sino una serie de grandes pecados, faltas y carencias. Porque todo el mundo sabe que, frente a los siete pecados capitales, se encuentran las cuatro virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) y las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad): siete en total, como el número de los pecados capitales.

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Puesto que cabe la posibilidad de que no falte a quien todo esto le suene a chino, y tratando de reconducir el curso de la reflexión hacia el caso concreto de la guerra en Ucrania, efectivamente miremos a China. Rusia puede cambiar, hasta cierto punto, Occidente por China, pero China no puede cambiar Occidente por Rusia. Desde luego la guerra va a favorecer a China porque Rusia en primer lugar va a intentar buscar en China las alternativas comerciales, ya sea como compradora o como vendedora, que se le cierran con Occidente. Además de lo que esto ya favorece a China, Rusia se volverá completamente dependiente de China, lo que también favorece a China, pero hasta ahí, que no es poco, llegan los beneficios de China.

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Probablemente es un error pensar que China va a crear junto a Rusia un bloque frente a Occidente. Es decir, claro que hay una rivalidad entre China y EEUU por ser la primera potencia o entre China y Occidente en general, y  claro que a China le va a favorecer que Rusia se le eche en brazos, pero China no va a entrar en un conflicto con Occidente para hacerle un favor a Rusia. Primero porque China no necesita entregarle a Rusia ninguna contraprestación por acogerla en sus brazos. Rusia se echará gratis en brazos de China puesto que no tiene otra salida. Frente al caso de Occidente contra la URSS, en el que coexistían dos bloques separados, Occidente y China se encuentran totalmente interrelacionados. China es la fábrica de Occidente, lo que provoca una situación de mutua dependencia. Podría decirse que existe una rivalidad incluso salvaje, pero dentro de ese marco que, dentro de todo, proporciona un entorno pacífico. No puedes aniquilar a alguien del que dependes completamente, ya sea porque es quien produce casi todo lo que consumes o porque es quien consume casi todo lo que produces. Por lo demás, el PIB de Rusia asciende a 1,5 billones, frente a los 40 de la UE y los EEUU. China más Rusia es muy poco más que China sin Rusia. No es una aportación despreciable pero no es para tanto. De hecho ya hemos señalado en ocasiones que el PIB de España (1,3 billones) es casi como el de Rusia. Pensar que China más Rusia va a dominar el mundo es casi como pensar que China más España dominarían el mundo. Cierto es que Rusia aporta algunos añadidos en términos estratégicos o de recursos.

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Desde luego si se extienden los vientos de guerra no será por los grandes beneficios y por motivos malvados pero inteligentísimos, sino por la debilidad, la precariedad y la escasa virtud de los seres humanos al frente de las naciones, cegados por sus pecados. Al final los marxistas creen que hacer el mal conduce a la riqueza, que riqueza y maldad se identifican y que la riqueza es la causa de todos los males y viceversa. Sin embargo hay muchos más malos que ricos y es probable que para ser rico hagan falta algunas virtudes. Si para ser rico bastara con ser malo sería fácil ser rico. Otro error común entre los analistas de izquierdas es el pensar que la economía mundial es un juego de suma cero y que alguien tiene que empobrecerse para que otro se enriquezca. Desde luego esto es algo que choca con la afirmación también común de que los ricos tienen el 99% de la riqueza, pese a que siguen enriqueciéndose cosa que sería imposible si sólo les quedara por hacerse con ese 1% restante que sería el tope en un juego de suma cero. Choca asimismo con la evidencia de que son frecuentes los escenarios en los que, o generalmente todos ganamos (desde luego no todos lo mismo), o generalmente todos perdemos. Las guerras suelen ser uno de esos escenarios en los que, por nuestros pecados, todos perdemos.

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Un comentario

  1. No olvidemos uno de los origenes del conflicto, el nacionalismo ucraniano, hicieron con la lengua ucraniana exáctamente lo mismo que aquí con el vascuence a pesar que apenas se habla en el 60% del rerritorio ucraniano (quizás me quede corto incluso)

    Pero sí, es una lucha entre occidente y comunismo puro y duro

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