Los resultados escrutados de los comicios del pasado 28 de mayo en la mayoría de municipios y autonomías españolas tienen un mensaje general que se puede interpretar como un castigo al latrocinio político de Pedro Sánchez. De igual modo, en base al triplicado de ediles de la tercera fuerza, se puede seguir leyendo una voz de denuncia ante la amenaza nacionalista expansionista y la corrección política «progre» (llamándose a su vez a un entendimiento con el PP).
No obstante, hay que hacer una serie de lecturas ajenas al patrón común de clave nacional. Una de ella sería la relevancia política que sigue adquiriendo, en términos de voto, el brazo político de ETA. Pero no es eso lo que se abordará. Centrémonos en otro episodio que radica en dos localidades estratégicas de Extremadura, que suponen uno de los principales núcleos metropolitanos de la tierra de Conquistadores.
Me refiero al proyecto de fusión entre los municipios de Don Benito y Villanueva de la Serena, ambos en la parte más oriental de la provincia de Badajoz. Es ese mismo sobre el cual se hizo una especie de referéndum en febrero de 2022, con ciertas irregularidades en el área dombenitense (cortes de luz, apagones informativos y no alcance de la parte decimal requerida para validar que ambas localidades votaron a favor del sí).
En principio, la opinión pública es más favorable a la fusión en el municipio villanovense. Dícese que se debe a un gap negativo de servicios, al menor número de habitantes y a un supuesto nivel más elevado de deuda, siendo esto último uno de los motivos que hacen que, en el otro municipio (con mayor renta media), haya cierto enfado ante estas pretensiones. Pero las cuestiones han de trascender lo meramente sociológico, pues también hay cierto politiqueo políticamente correcto.
En los últimos años, lo que ciertamente se hablaba desde hace bastante tiempo, fue sometido a una especie de acelerón que desembocó en una convocatoria de fusión y una culminación para el año 2027. Nada de esto fue, en verdad, difícil, por cuanto y en tanto, en ambos municipios, el PSOE gobernaba con mayoría absoluta, de la mano de Miguel Ángel Gallardo, presidente de la Diputación de Badajoz, y de José Luis Quintana, ex consejero autonómico.
Hubo toda una campaña que vendía la fusión como la panacea que, de por sí, pondría a Extremadura a la cabeza de España, pese a la incapacidad de atraer inversiones de verdad y de retener la constante hemorragia de jóvenes. Se pensaba que la región podría estar a la vanguardia, que se multiplicarían los panes y los peces. De hecho, hubo todo un criterio de corrección política, amén de que todo el establishment político, del que el PP tiende a participar, estaba a favor de la misma.
Incluso ingenuamente se puede creer que una fusión es buena. Más de uno ignora que el problema está en el que no se te deje hacer lo que nos corresponda. Son la cultura del subsidio, la presión normativa y la asfixia fiscal en conceptos de renta, patrimonio y herencias los factores que ahogan la economía extremeña. No está demostrado que el crecimiento económico esté correlacionado fuertemente con el número de habitantes y cargos políticos.
De hecho, es conveniente tener en cuenta estas palabras de Ludwig von Mises:
La idea de una planificación por parte de grupos organizados de los distintos sectores de la producción es muy popular entre algunos hombres de negocios, pues equivaldría a sustituir la libertad de empresa y la competencia por cárteles obligatorios y prescindiría del capitalismo poniendo en su lugar el sindicalismo de empresa, que sería como una réplica del medieval sistema de gremios. No traería el socialismo, sino un monopolio general con sus nefastas consecuencias. Dificultaría la oferta y pondría serios obstáculos en el camino del progreso técnico.
Una vez dicho esto, no se puede desarrollar esto sin mencionar el transcurso actual de los hechos. De facto, queda paralizada y bloqueada esta macrooperación de fusión municipal. Las irregularidades del proceso han acabado con la mayoría absoluta del PSOE en favor de una especie de agrupación municipal denominada Siempre Don Benito.
Desde ayer, sábado 17, la formación local en cuestión toma el bastón de mando del consistorio dombenitense, con el compromiso de investigar la opacidad de la consulta de 2022 y de hacer una consulta si es necesario, en unos años. Esta llegó gracias a un acuerdo con el PP, que asumió que el mensaje era parar la fusión y expulsar a uno de sus principales artífices: el inefable y ruinoso PSOE, el mismo que lastra todo.
Con lo cual, aquí también ha habido un fracaso, de momento, del socialismo. De todos modos, esto debería de servir para que la sociedad española comenzara a mentalizarse sobre la importancia de la descentralización bajo los planos moral y utilitario (principio de subsidiariedad, competitividad fiscal, freno al poder omnívodo…). Así pues, por el momento, calabazones y serones tendrán mayor libertad política mientras que no se proceda con ese apodo.