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En un análisis anterior determinábamos que en el origen del conflicto del taxi, como en el origen de casi todo mal, se encontraba el gobierno.
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Por ninguna razón lógica en particular, desde tiempos remotos el taxi es un sector regulado en el que la administración determina cuál es el número de taxis que tiene que haber en España. De esta irracionalidad parte todo el conflicto, pero hoy además a este absurdo sistema podemos ponerle números.
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Según los datos publicados por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, el número de licencias de taxi en España durante los últimos 25 años ha bajado de 72.072 a 69.792.
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En ese mismo período, por el contrario la población española ha pasado de 39,6 millones de habitantes a 46,7. Es decir, hay ahora los mismos taxis que en 1994 para ofrecer el servicio a 7 millones más de habitantes.
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El dato que ofrece la CNMC es corroborable mediante una consulta en la web del INE, que efectivamente nos confirma que las cifras y que el número de licencias en los útlimos 24 años, hasta donde llega la base de datos del INE, ha permanecido constante año tras años en torno a las 70.000 licencias. Podría discutirse ligeramente esta cifra, pero en tal caso las cifras se verían retocadas incluso más a la baja, por lo que realmente aún habría una cifra ligeramente menor de taxis en circulación.
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Por si fuera poco, al hecho de que ahora haya los mismos taxis pero 7 millones de españoles más se suma el hecho de que en 1994 nos visitaban anualmente 33 millones de turistas, que ahora son 75 millones.
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¿Y por qué no ha subido el número de licencias de taxis en todos estos años?
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Pues por lo mismo que ahora los taxistas se rebelan violentamente contra las VTC.
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Porque si algún gobierno hubiera propuesto, por ejemplo, ofrecer otras 70.000 licencias de taxis, los taxistas se hubieran lanzado también a la calle. Los taxistas no es que no quieran 70.000 VTC pululando por ahí, por el hecho de ser VTC, tampoco quieren 70.000 taxis más pululando por ahí, porque serían competencia y el doble de bocas para repartir el pastel. El no de los taxistas no es, o no sólo, el no a los VTC, sino que es un no a la competencia.
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¿Y qué pasaría si se liberalizara totalmente el mercado?
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En ese caso las licencias perderían totalmente su valor y efectivamente habría un perjuicio para los taxistas, que habría que ver cómo se resuelve, pero a lo que asistimos ahora frente a la postura de los taxistas es que los perjudicados son los consumidores, y también los desempleados.
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Acudiendo de nuevo a las cifras y consideraciones de la CNMC, este organismo considera que «Taxis y VTC ofrecen servicios de peor calidad y extraen rentas superiores a las que obtendrían en competencia, a costa de los consumidores», y que en Barcelona, por ejemplo, la falta de libre competencia supone para cada taxi una renta extraordinaria de 5.083 euros al año y de 2.041 euros al año para cada VTC. Ese dinero es el dinero que pagan de más los consumidores por la falta de libre competencia. Pero como los consumidores no gritan “”guerra, guerra, guerra”, no queman nada ni le pegan a nadie, no parecen tener mucha voz en todo este asunto.
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Adicionalmente, si en un régimen de libre competencia la oferta y la demanda se ajustaran en una necesidad de 120.000 taxis, por ejemplo, la insistencia en mantener el sistema de numerus clausus de licencias significa no sólo que los consumidores están pagando mucho más de lo que debieran respecto a un sistema de libre mercado, sino que habría 50.000 puestos de trabajo de taxistas que se están perdiendo. Pero los parados tampoco tienen voz y voto en este asunto. Ni los taxistas futuros, que ven cómo las licencias que tienen que comprar para entrar en el sistema, puesto que crece la demanda y las licencias son siempre las mismas, cada vez cuestan más.
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Afortunadamente para todos el sector del taxi y en general los sectores híper regulados son la excepción. Porque a la vista de todo lo señalado es fácil entender cómo las economías planificadas y dirigidas por los gobiernos acaban siempre en la ruina. No obstante, que la disifuncionalidad del sector del taxi sea algo que los consumidores podemos mantener no significa que sea justo que lo mantengamos, o que mantenerlo no signifique hacerlo a costa de dejar de financiar otras cosas o de asumir un absurdo e injustificable coste de oportunidad.
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A todo esto los políticos, o buena parte de ellos al menos, no está ahora mismo en la lógica de qué es más eficiente, más justo o mejor para el conjunto de la sociedad, sino en calcular cuántos votos les da o les quita la defensa de cada posición que podrían adoptar, los disturbios que se podrían generar, la popularidad que podrían perder o ganar…
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Un comentario
Más estado igual a menos libertad de elección, menos competencia, peores servicios y menos dinero en el bolsillo.