Este domingo, en una columna de opinión publicada en El Diario, el periodista y escritor Antonio Maestre, uno de los principales agentes de propaganda de la izquierda radical en España, dice que el periodismo no es ningún agente enemigo del totalitarismo.
Literalmente, llegó a afirmar lo siguiente: «El periodismo ha dejado de ser útil a la democracia para convertirse en su mayor lastre al quedar subyugado a los intereses de cualquier jerarca con mucho dinero y poca moral».
Pone como ejemplo las protestas del pasado 6 de enero de 2021 frente al Capitolio de Washington, cuando el Colegio Electoral iba a certificar las actas electorales de esos comicios que supuestamente estuvieron sujetos a unas irregularidades que auparon al poder a Joe Biden.
Pese a que la mayoría de medios de comunicación norteamericanos estaban a favor del Partido Demócrata (igual que el aparato del establishment del Partido Republicano, más comprometido con la progresía consensuada que con el mundo libre), sostiene Maestre lo siguiente:
El asalto al capitolio se pudo dar por las mentiras de un presidente que un ecosistema mediático favorecía, promovía y creaba. La opinión pública estaba completamente intoxicada por una mayoría mediática a favor del poder y que no dudaba en manipular y difundir bulos en la mayoría de los casos y otros muchos que mostraban una posición de tibieza y cobardía ante lo que implicaría enfrentarse de manera frontal a un presidente sin escrúpulos para ejercer su poder de manera déspota. El resultado de esa distribución mediática es que el 68% de los republicanos cree que a Donald Trump le robaron las elecciones, y eso no se puede conseguir con una cuenta de Twitter escribiendo en mayúsculas, es necesario que exista una FOX y un ecosistema mediático que prime el poder de los de su ideología a la verdad, el rigor y la honestidad.
La FOX era una excepción dentro del mainstream televisivo norteamericano, aunque se prefiera mentir. Ahora bien, no se ha quedado ahí Maestre. También ha aprovechado para hacer referencia a ciertas críticas a Pablo Iglesias y a Alberto Garzón.
Concretamente, le ha disgustado que se esté rebatiendo el escepticismo ecosocialista hacia las macrogranjas (no nos cabe duda de que como buenos comunistas, recelan de la iniciativa económica y el progreso bien entendido, ignorando incluso la cadena trófica y otras cuestiones biosanitarias).
Tampoco le ha hecho gracia que se cuestione el «mando único sanitario» de Iglesias (quien por otro lado fue favorable a que se les presentase la eutanasia como única alternativa), durante el primer Estado de Alarma de 2020, para gestionar las residencias de ancianos de las distintas comunidades autónomas.
El problema que tienen es la libertad de prensa
La misión del periodismo, para la cual nos encomendaremos cuando corresponda a San Francisco de Sales, tiene el propósito de indagar en la Verdad recurriendo a medios muy diversos: redes sociales, periódicos impresos, televisiones, radios, etc.
La Verdad es solo una, lo cual no implica negar que haya muchos caminos legítimos para llegar a la misma. Por eso no dudamos, en absoluto, en defender la libertad de prensa y de información (igual que apostamos por la libertad de expresión).
Nuestro problema se da con el relativismo, pero también cuando, sirviéndonos o no de él, apostamos por fomentar una «verdad oficial» que por sí sola no se sostiene, que es totalmente opuesta al curso natural y espontáneo de las cosas.
Pero es que, precisamente, ese es el objetivo de la extrema izquierda. Como buenos estatistas y revolucionarios, pretenden que la información esté condicionada, por norma, licencia o subvención, a lo que ordenen seres humanos que no están exentos de poder corromperse.
Mediante un eufemismo sensacionalista extremo, estas hordas intentan convencernos sobre la «supuesta» ilegitimidad de todo aquello que no les baile el agua, con independencia de que esté gestionado por un este estatal o por el sector privado.
Ahora bien, ¿cuál es la realidad? La contrarrevolución, cuya razón de ser es el antisocialismo en cualquiera de sus modalidades, tiene su mayor oportunidad en Internet, en la red de redes. Sí, para todas sus batallas: la espiritual, la cultural, la política, la social y la económica.
Es cierto que las grandes corporaciones tecnológicas, entregadas a la prebenda personal y a las ideologías revolucionarias, cooperan con los progresivamente problemáticos Estados modernos. Pero el paradigma disperso y descentralizado de la red de redes juega a favor de la libertad.
Además, la democracia es legítima si y solo se trata del concepto de libre elección en el mercado del que nos habló Mises. Por lo demás, el juego democrático es una vía de ascenso al totalitarismo, una garantía relativista, una dictadura de la mayoría.
Finalmente, cabe reiterarse en que la libertad de prensa es de una u otra forma una de las mayores amenazas para los enemigos del orden natural, de la libertad y de la prosperidad. Con lo cual, ante las quejas de Antonio Maestre, sigamos adelante, sin miedo alguno a defender la Verdad.