Sólo dos universidades españoles aparecen entre las 200 mejores del mundo, al menos según el QS World University Rankings, que todos los años elabora la consultora británica Quacquarelli Symonds.
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No por ser esperable deja de ser lamentable que pasemos de tener 2 en vez de 3 universidades entre las mejores del mundo, ni que la primera universidad que aparece en el ranking, la Universitat de Barcelona, caiga del puesto 165 al 183. La Autónoma de Madrid también cae el 192 al 200, por lo que hemos estado a punto de que sólo hubiera una universidad española entre las 200 primeras, y desde luego ninguna entre los lugares más destacados que, una vez más, vuelven a ser ocupados por las universidades de siempre.
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Por lo que nos toca, la Universidad de Navarra aparece en el puesto 252 y es la primera universidad privada española del ranking. Buceando en los datos del ranking, la UNAV destaca además particularmente en dos apartados.
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En primer lugar la Escuela de Negocios, que es una de las mejores del mundo y se cuela entre las 30 primeras.
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En segundo lugar, por lo que se refiere a la empleabilidad de los alumnos, apartado en el que ocupa el puesto 71 lo que la convierte en la universidad española con una mejor posición en este apartado.
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Como siempre que se publica uno de estos ranking, el sentimiento es de una cierta devastación. Tenemos muchísimos universitarios, pero unas universidades bastante malas. En realidad parece lógica la relación. Es fácil acceder a la universidad, es fácil tener un título, tenemos más titulados que nadie, pero todo eso lo conseguimos a base de renunciar a la excelencia y bajar el nivel. Sólo conseguimos exportar titulados, tener muchos titulados parados o tener muchos titulados repartiendo pizzas, pero no conseguimos ser un país puntero. En todo esto seguramente también juega un papel importante el hecho de que la educación en España en todos los niveles esté fuertemente gubernamentalizada, que la demagogia y el populismo guíen los planes educativos, que las familias tengan poca libertad de elección y escaso poder de decisión, y que el adoctrinamiento prime a menudo sobre el conocimiento.
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Un comentario
En España se ha montado una «industria» universitaria con cerca de 100 universidades a las que hay que alimentar. Pero es imposible que en un país del tamaño del nuestro exista una masa, de alumnos y profesores, con el talento necesario para alimentar tantos campus con el nivel de excelencia exigible a unos estudios universitarios punteros. Es como si en Navarra, con 600.000 habitantes, pretendiéramos tener diez equipos de futbol en primera división o seis orquestas filarmónicas entre las mejores del mundo.
Aquí, en el ámbito universitario, se optó por la cantidad en detrimento de la calidad, por llenar cuantas más universidades mejor renunciando a la creación de una formación profesional potente, para lo cual, se extienden los campus por todos los rincones, desde la base se crean «listos por decreto», se facilita el acceso a la «uni» hasta el absurdo, se subvenciona casi al 100% la matrícula, se renuncia a la excelencia y se baja el nivel de exigencia para obtener un título.
Pues nada, todos contentos. Y ahora que a mi hijo «le den» un puesto de trabajo (y «de lo suyo») en la puerta de casa; y si es como funcionario, mejor.