Consuelo Ordóñez, la hermana del asesinado Gregorio Ordóñez, denunciaba a través de su cuenta de Twitter lo sucedido este fin de semana en San Sebastián. Como puede verse, los payasitos de la izquierda abertzale usaban las calles de la capital guipuzcoana para enseñar a los niños lo que sufren los presos de ETA y los familiares que tiene que ir a visitarles. En el vídeo Porrotx, el lobo con piel de payaso, entrevista a la hija de un preso de ETA, de 20 años, que relata a los futuros votantes de Bildu los kilómetros que tiene que hacer para ver a su aitá desde que tenía 8. Ni una palabra sobre por qué está en la cárcel el aitá.
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Niños utilizados como arma arrojadiza para pedir la impunidad de terroristas.
No les contarán que el padre de la que interviene está en la cárcel por matar o ayudar a matar. Que #ETA asesinó a 22 niños como ellos y que al menos dejó huérfanos a otros 1.635.#Hoy en #donosti pic.twitter.com/k4VMm4U4cI
— Consuelo Ordóñez (@ConsuorF) August 21, 2021
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No hay ni un elemento el vídeo que no sea repugnante. El blanqueamiento de los terroristas presos. La utilización de los niños. La toma impúdica de los calles. La utilización de la bandera gay. Por cierto, ¿protestará alguna plataforma gay por esta forma de utilizar y manchar su bandera?
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Todo esto sucede al mismo tiempo que la CAV impulsa una norma para multar a quienes lleven a cabo actos de apología del franquismo. Es decir, el lehendakari y toda su patulea ven este vídeo y la conclusión que sacan es que hay que endurecer las penas contra la exaltación del franquismo. En la CAV por lo visto no hay un pequeño problema con la exaltación y el blanqueamiento del terrorismo nacionalista sino un gigantesco problema de devoción y fascinación generalizada por Franco.
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El dolor de los familiares de un preso de Eta, por lo demás, no es mayor que el dolor de los familiares que tienen un hijo violador o un padre homicida. Pero nadie organiza movilizaciones en la calle para denunciar el dolor de los padres de violadores o hijos de homicidas por tener un familiar en la cárcel. La diferencia es que matar a sus rivales políticos, para algunos, por lo visto no merece un castigo.
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Obviamente del dolor de sus familiares, que nadie niega, el mayor responsable es el propio preso de ETA. ¿Qué clase de padre responsable se mete en ETA o se marcha a Siria a luchar con los islamistas? Y del dolor que causan sus actos a los suyos, ¿la culpa es de todo el mundo menos suya?
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Para dolor, por otro lado, por supuesto el de las víctimas de Eta y sus familias, no el de los verdugos de ETA y sus familias. Para empezar es justo meter en la cárcel a un terrorista aunque les duela a sus familias. Lo injusto es el tiro en la nuca o la bomba lapa sin los que no hubiera habido encarcelamiento posterior. Lo injusto es la silla de ruedas, el padre, el hijo o el hermano que ya no se podrá ir a visitar más que en el cementerio. A veces un cementerio tan lejano como el de Miguel Angel Blanco, al que ni enterrado dejaron tranquilo.
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Estaría bien saber algún día todo el dinero público de medios, organismos y ayuntamientos abertzales y progresistas que se han llevado a lo largo de los años Pirritx y Porrotx. No hay que dar explicaciones por contratar con dinero público a estos desalmados, hay que dar explicaciones por no contratarlos o por tratar de proteger de ellos a los niños.
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Decíamos no obstante que no estaba bien el titular de este escrito, hablando de la última mierda de Pirritx y Porrotx, pero no porque la palabra “mierda” no sea perfectamente adecuada y precisa para describir todo cuanto hacen estos lamentables sujetos, sino porque en el fondo es un error centrar el foco en ellos y no en los auténticos responsables, que son quienes desde la política y la judicatura les permiten hacerlo. Pirritx y Porrotx no son la enfermedad sino su sintomatología. No son la causa de la enfermedad sino su consecuencia. Son sólo un instrumento de gente que está muy por encima de ellos, que al ver su actuación quizá hasta haga como que se escandaliza un poco, aunque tampoco mucho, desde luego no tanto como para hacer algo. Son toscos pero no hay presión para tener que prescindir de ellos. El adoctrinamiento de buena parte de la sociedad no exige ahora mismo un nivel de sutileza mayor. Quizá puedan resultar útiles aún.
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