El último fin de semana de julio tuvo lugar un episodio que, cuando se conoció, dejó con los pelos de punta a buena parte de los navarros. Un policía foral de paisano, en San Juan, que estaba cenando en una terraza con su hijo a eso de las diez y media, intervenía en defensa de una mujer que estaba siendo salvajemente golpeada en plena calle. El detenido, de origen ecuatoriano, según la policía “agredía brutalmente a una mujer sentada en un banco, propinándole media docena de puñetazos en la cabeza y agarrándola de los pelos para tirarla al suelo, donde siguió pateándola en la cabeza y resto del cuerpo con intención homicida».
Por bárbaro que resulte el suceso, tenemos no obstante por otro lado la valiente intervención del policía de paisano, la detención del agresor y la puesta a disposición judicial del sujeto. Lo incomprensible llega quizás a continuación.
En menos de 24 horas el juzgado de Violencia contra la Mujer de Pamplona dictó una orden de alejamiento y dejó en libertad al salvaje agresor, pese a acumular en su contra cargos por maltrato en el ámbito doméstico, resistencia a la autoridad, lesiones y quebrantamiento de orden de alejamiento.
Efectivamente, han leído bien, sobre el agresor ya pesaba una orden de alejamiento previa a la agresión.
¿Es posible que alguien golpee con intención homicida a una mujer en plena calle, con multitud de testigos, interviniendo un policía, violando una orden de alejamiento y a las 24 horas el juez lo ponga en la calle?
Naturalmente la mujer retiró la denuncia, pero es lo de menos habiendo testigos y un policía de paisano que tuvo que intervenir. Por otra parte, ¿alguien espera que la mujer se atreva a mantener la denuncia contra un tipo que en 24 horas estará otra vez en la calle dispuesto a rematarla? ¿Se pone en libertad a los salvajes porque se retiran las denuncias o se retiran las denuncias porque se pone en libertad a los salvajes?
¿De qué sirve una orden de alejamiento?
¿De qué sirve un juzgado específico de violencia contra la mujer?
¿De qué sirve poner cartelitos y cogernos todos de la mano en una concentración?
¿De qué sirve tanto discurso y tanto adjetivo sobre el machismo, el heteropatriarcado, la violencia machista y la violencia sexista para un resultado tan ridículo?
¿Es este caso algo excepcional o un reflejo de lo que sucede en otros muchos? Porque de ser así, no nos puede extrañar el creciente número de mujeres agredidas e incluso asesinadas cada año.
Naturalmente seguirá habiendo crímenes y agresiones de tipo pasional aunque se apliquen medidas de seguridad contundentes contra el agresor, no somos tan ingenuos como para pensar lo contrario, pero si eso sucede que sea a pesar de haberlas aplicado, y no por no haberlas aplicado.
¿Quién ha fallado en este caso? ¿La policía? ¿La ciudadanía? Salvo que todo lo referido por los medios respecto a esta agresión sea mentira, obviamente parece que no. Da la impresión de que el círculo de sospechosos se limita, para variar, a los jueces y los políticos. O son las normas, o son los encargados de aplicarlas. Como siempre. Y estamos un poco hartos. Menos aspavientos y más hechos. Y los jueces y magistrados, ¿viven en el mismo mundo que el resto de ciudadanos? ¿Se aplicaría la misma suavidad contra alguien que agrediera reiteradamente a un juez? De todo lo que pasa en este país alguna vez habrá que preguntarse qué parte de culpa la tienen los jueces. Ya va siendo hora. ¿O va a ser posible cuestionarlo todo y a todo menos a ellos?
Un comentario
¿No entienden ustedes que si a esa, u otra mujer, la matan mañana, la culpa siempre va a ser del PP, del liberalismo y de la Iglesia Católica?
¿No entienden que los medios de comunicación de masas hablarán de «otra mujer muerta por violencia de género», sin decir que tanto su agresor como ella eran extranjeros?
¿No entienden que acto seguido, una piara de feministas y feministos aullantes pedirán subvenciones sin cuento que nunca serán auditadas?