La quiebra del Banco de Navarra

¿Quién dijo que un banco es un negocio seguro? En Navarra al menos deberíamos tenerlo claro. No sólo es que Caja Navarra se haya volatilizado como se volatilizan las cosas en las crisis (nadie se ha llevado el dinero, como nadie se lleva el dinero que se pierde en la bolsa, otra cosa es que se hicieran cosas feas como las dietas), sino que ni siquiera es la primera vez que pasa. Es posible, sin embargo, que muchos navarros no hayan oído hablar nunca del Banco de Navarra, y por tanto menos aún del Banco de San Adrián.

Si nos remontamos a la hemeroteca de 1978, nos encontramos con que el Banco de España intervino el Banco de Navarra para evitar la suspensión de pagos y el desamparo de los depositantes. ¿Pero qué era este “Banco de Navarra”?

El Banco de Navarra fue el nombre con el que empezó a denominarse el 28 de diciembre de 1973 el hasta entonces llamado Banco de San Adrián, el cual fue adquirido en fecha tan inocente por el grupo inversor catalán MP. El Banco de san Adrián, a su vez, había sido un banco creado en 1964.

Según relata la Enciclopedia de Navarra, el Juzgado Especial que estudiaba el caso declaró en 1986 que había sido una quiebra fortuita, por lo que se eximió de responsabilidad a sus gestores, particularmnte al peculiar empresario Juan Palomeras Bigas, propietario del grupo MP y parece que primer banquero detenido y juzgado en España. Más tarde, no obstante, Palomeras acabó siendo encarcelado por tráfico de drogas. Los varios miles de accionistas no aceptaron la liquidación acordada por el Consejo de Ministros y en 1984 una Junta General Extraordinaria aprobó finalmente la liquidación del patrimonio del banco (valorado en tres mil millones) para hacer frente a las deudas del mismo que se cifraban en más de 11.000 millones. Previamente, eso sí, un fondo de garantía había permitido pagar a los depositantes. El Banco de Navarra llegó a tener 60 oficinas y 750 empleados. La quiebra del Banco de Navarra tuvo lugar en medio de una gran crisis bancaria a escala nacional (la historia se repite) que acabó con la existencia de decenas de instituciones bancarias.

Buceando en lo publicado en la prensa nacional respecto a esta quiebra, resulta curioso comprobar que ya en aquellos años encontramos reflexiones sobre la inconveniencia de los rescates, la responsabilidad de los banqueros, que si apostamos por el libre mercado apostamos por él para todo y para todos… La historia se repite, tropezamos siempre en la misma piedra y después de tropezar nos hacemos las mismas reflexiones. Por no mencionar el hecho de que los bancos son negocios tan arriesgados como los propios negocios, las propias inversiones o los propios prestamistas en los que acaba el dinero del banco.

El recuerdo de la quiebra del Banco de Navarra, además de por lo anecdótico, tiene un interés renovado ahora que el tetrapartito estudia crear un banco público que suceda a la CAN. ¿Qué aportaría este banco? Pues si no ha de resultar redundante e innecesario, una de estas dos cosas: poder a los políticos para dar créditos a los amiguetes o conceder créditos a personas a las que no prestan los bancos por falta de solvencia. En ambos casos tendríamos todas las papeletas para hablar de una nueva quiebra dentro de algunos años. Hay una diferencia además, ya que hablábamos antes de responsabilidad y de dinero volatilizado. El dinero que se pierde cuando quiebra un banco en principio es de los depositantes o de los accionistas. Si con el dinero de la CAN, mediante la venta de las acciones de CaixaBank, se crea un banco público que acaba quebrando, ¿quién habrá perdido el dinero? Eso depende de quién consideremos que es ahora el propietario del dinero de las acciones de CaixaBank.

El artículo 58 de los Estatutos de Caja Navarra preveía en su día que, en caso de liquidación, una vez atendidas todas las obligaciones, “lo que quedare pasará en sus dos terceras partes al Gobierno de Navarra y el resto al Excmo. Ayuntamiento de Pamplona en su condición de Entidades Fundadoras para que lo destinen a obras o servicios de beneficencia o de utilidad pública”. O sea, que si no hemos aprendido que la banca es un negocio inseguro y se pierde el dinero que queda, quienes perderemos el dinero a fin de cuentas seríamos los navarros. Porque si el dinero que queda es del Gobierno y del Ayuntamiento, eso significa que es de los ciudadanos. Obviamente el dinero nunca lo han puesto de su bolsillo Asirón, Barcos, Laura Pérez ni político alguno, lo cual nos lleva al pecado original de las empresas, inversiones e instituciones gestionadas por personas que no se juegan nada de su propio dinero. Y no es que jugarse el propio dinero sea garantía de éxito, pero reduce el riesgo de algunas alegrías o la tentación de llevárselo.

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3 respuestas

  1. Buenas. Me reincorporo despues de las vacaciones.

    Dice la leyenda que solo una persona sacó beneficios de la quiebra del Banco de Navarra

    iniciales . JGYG

    presidió el atlético de Madrid.

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