Este fin de semana ha tenido lugar en Bilbao la tradicional manifestación masiva que la izquierda abertzale organiza reclamando el fin de la dispersión de los presos de ETA no arrepentidos, fieles a la ortodoxia de la banda terrorista, que no han querido colaborar con la Justicia en la resolución de sus crímenes y que no reniegan de sus actos ni piden perdón por los mismos. La novedad es que Podemos se ha adherido a esta manifestación formando ya parte del Gobierno de España.
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A nadie se le escapa, por otro lado, que a esta manifestación podríamos llamarla protesta-iceberg. Los asistentes reclaman formalmente el fin de la dispersión, lo que sería la punta del iceberg, pero hay mucho más que eso bajo la superficie, como denuncia COVITE.
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Desde luego alguien podría pensar que COVITE es una organización de víctimas de ETA y que como tal sangra por sus heridas, cosa por otro lado perfectamente lógica y legítima, pero la cosa es tan clamorosa que trasciende dramas personales e ideologías. Mucha gente en la izquierda se da perfectamente cuenta que estas manifestaciones son un akelarre de la izquierda abertzale donde no ya es que se pida el fin de la dispersión desde un punto de vista supuestamente humanitario, sino que se trata de auténticos actos de exaltación de los presos, tratados como héroes injustamente encarcelados, para los que se pide la amnistía, y no como criminales justamente encarcelados respecto a los que aplicar tal o cual política.
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A todo ello habría que sumar que el nacionalismo catalán, por ejemplo con una representación de ERC, hizo causa con la manifestación de los presos de ETA metiendo de algún modo en el mismo saco a los “presos políticos” catalanes. Por un lado podríamos encontrar una oleada de indignación si alguien equiparara a los presos de ETA con los presos de la intentona golpista del nacionalismo catalán, siempre que esa equiparación no la hiciera el propio separatismo catalán, y por otro lado se nos induce a pensar que efectivamente es todo lo mismo y que todos son presos políticos víctimas de un mismo estado opresor. Por supuesto los gritos de la multitud fueron una vez más constantes a lo largo del recorrido pidiendo la amnistía para todos. O sea, la impunidad por matar al rival. Podríamos añadir por cierto, para entender el buen rollo entre Podemos y la izquierda abertzale, que ETA nunca mató a nadie que fuera del entorno político pre-podemita o que no fuera un rival político de lo que Podemos representa.
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A todo esto es a lo que se ha sumado Podemos y con todos estos es con los que la formación morada ha compartido pancarta, como por otro lado ha venido haciendo desde su nacimiento. Sólo que como se decía al principio ahora son Gobierno de España y su presencia en la manifestación, junto a ERC, Bildu y los familiares y simpatizantes de los etarras, evidencia que no es Podemos el que se ha moderado, sino el PSOE el que se ha radicalizado.
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