En estos momentos en que se debate el precio de la electricidad, la responsabilidad de los políticos y las consecuencias de las apuestas ideológicas por una u otra forma de generación energética, seguramente no es ocioso recordar el alegre papel de los ecologistas en todo este asunto.
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Por ejemplo, hace unos días los ecologistas pedían paralizar todos los parques eólicos y solares de Navarra por sus diversas afectaciones. Sí, han leído bien, los parques eólicos y solares, esos que nos han vendido como tan ecológicos pero que por lo visto, para los ecologistas, no lo son tanto.
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A este respecto podemos recordar también la plataforma Salvemos el Perdón, que se opone a la construcción de un parque solar en este entorno, ya poblado por otro lado de un abundante número de aerogeneradores a lo largo de toda la cima. La cuestión es que ni la energía eólica ni la solar salvo a una pequeña escala doméstica son aceptables tampoco para las plataformas ecologistas.
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Alternativamente, no contemos tampoco con los ecologistas para apostar por los pantanos y la energía hidroeléctrica. Huelga recordar la oposición de los ecologistas, con g y no digamos con k, al recrecimiento de Yesa o al pantano de Itoiz. Pero es que en entre otras cosas esos pantanos sirven para alimentar el canal… No hay problema, también están en contra del canal.
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Por supuesto la energía nuclear es algo que no se puede ni mencionar. Nuklearrik ez, eskerrik asko. Si ETA hasta ha llegado a matar por impedir la construcción de una central nuclear en la CAV. Lo nuclear para los ecologistas, aunque sea una energía barata, estable, sostenible, no dependiente del clima, no dependiente de dictaduras exóticas, no generadora de gases invernadero y bastante segura salvo en regímenes comunistas, es no obstante el icono del mal para todo ecologista que se precie, salvo que acaso la central nuclear se encuentre en Irán.
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Del carbón y sus oscuras columnas de humo negro no se le ocurra a nadie decir nada a favor. A fin de cuentas la minería española del carbón ya casi además ha pasado a la historia, pero el caso es que si a los ecologistas no les gusta la energía solar, ni la eólica, ni la hidraúlica, ni la nuclear, ni el carbón… ¿con qué energía pretenden acabar con la pobreza energética? ¿Con qué energía pretenden que la civilización pueda mantenerse en general? ¿O sólo pretenden proteger a todas las especies del planeta menos a una? Por otro lado, ¿qué más daría la suerte del planeta si no fuera por la especie humana, por “especista” que suene esto? O sea, puede que hubiera puestas de sol estupendas sobre los bosques y los arroyos, ¿pero quién las disfrutaría? Sin el ser humano, el único sujeto consciente de contemplación, la naturaleza sólo puede ser objeto de contemplación. ¿Pero qué sentido tiene un objeto de contemplación sin sujeto? ¿En qué sería objetivamente superior la Tierra a Marte si no fuera por un criterio especista? Por supuesto por debajo de la superficie de esas aguas oceánicas o esos bosques interminables seguiría habiendo serpientes comiéndose a los pajaritos del nido, o tiburones comiéndose a las focas. También seguiría habiendo avispas que, como Alien, inoculan sus huevos en insectos vivos para que las larvas se alimenten del huésped comiéndoselo poco a poco desde dentro hasta eclosionar cuando alcanzan el suficiente tamaño. O sea, la naturaleza es maravillosa, salvo cuando al mismo tiempo resulta estremecedora.
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En su afán por crecer a costa de lo que sea desde la caída de la URSS, la izquierda ha ido incorporando a su programa electoral cualquier discurso huérfano de mejor protección partidista, ya fuera la causa homosexual, la ideología de género, el pacifismo, el nacionalismo, el laicismo, el feminismo, el animalismo, el ecologismo… En general no resultaba demasiado importante la lógica del discurso adoptado como propio, incluso su compatibilidad con otros discursos incrustados bajo el mismo paraguas (la izquierda defiende el progresismo y el primitivismo con el mismo entusiasmo según la hora del día, o el nacionalismo y el internacionalismo, o el pacifismo y la violencia), lo esencial era ir sumando indiscriminadamente adeptos a la causa. En el caso del ecologismo más radical, salta bastante a la vista por su rechazo de cualquier fuente de energía que se trata de un discurso incompatible con el desarrollo de la especie humana y la civilización. Los recursos propios de la edad de piedra serían incompatibles con el mantenimiento de la población actual y por otro lado, con el regreso a los recursos tecnológicos de la edad de piedra, casi toda la humanidad moriría regresando a su tamaño en la edad de piedra. No sería posible una humanidad como la actual en la edad de piedra y en la edad de piedra no había una humanidad del volumen de la actual sencillamente porque no era posible.
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Obviamente en la edad de piedra la miseria energética era la norma, así como la carencia de casi cualquier recurso. Eso sí, los niveles de CO2 eran más bajos, aunque los niveles de CO2 también habían sido mucho más altos antes de los humanos, cuando los dinosaurios se paseaban por los polos, que entonces no lo eran, en un planeta mucho más verde y cálido, millones de años antes de que el ser humano hubiera siquiera encendido una hoguera para contaminarlo. Obviamente nosotros somos los descendientes de los trogloditas que se acercaron a la primera hoguera a calentarse, los trogloditas ecologistas que eligieron alejarse del fuego se extinguieron al morirse de frío.
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2 respuestas
Efectivamente, pero ¿cuanta gente come del «chiringuito ecologista»?. Sí, sí, desde los chamanes instalados en la ONU, pasando por los ministerios del ramo que todo gobierno «de progreso» ha de tener, y siguiendo por todos los activistas ecologetas como clase de tropa. ¿Quien se atreve a desmontar semejante comedero de patos?.
Pero ¡ojo al dato!: España, lunes 11 de enero de 2021, ese día la composición del mix de consumo eléctrico registraba un 22% de energía nuclear; seguramente importada, probablemente de Francia, posiblemente de una central situada a 100 Km. de aquí tras los Pirineos.
Ahí lo dejo.
Los ecologistas son la guardia pretoriana del Nuevo Orden Mundial.