Nadie está a favor del encarnizamiento terapeútico ni en contra de los cuidados paliativos. Partiendo de esta base, la eutanasia abre la puerta sin embargo a un escenario resbaladizo en lo que se refiere al respeto a la vida humana.
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La eutanasia, exactamente igual que la pena de muerte, destruye la premisa de que la vida humana es un bien precioso y que merece protección en todo momento. La eutanasia, como la pena de muerte, establece la idea de que hay vidas indignas y vidas que no merecen ser vividas.
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Naturalmente hay personas enfermas, que padecen dolores, que están solas o que se encuentran deprimidas. Defender la dignidad de toda vida no significa sólo rechazar la eutanasia, significa también ayudar a esas personas, facilitarles tratamientos y terapias para mitigar su sufrimiento, ofrecerles ayuda, calor y compañía. Obviamente la eutanasia no puede ser una medida que se ofrezca en lugar de todo lo anterior.
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Aparentemente no se va a matar a nadie contra su voluntad, o ésa es la teoría, pero señalábamos que el terreno es resbaladizo porque, ¿cómo llega alguien a la conclusión de que es mejor suicidarse que vivir siendo discapacitado, viejo, achacoso, solitario, inútil y fracasado, o que es mejor matarse que percibirse como una carga para la sociedad o para los seres queridos? ¿Acaso no hay un cierto grado de inducción para llegar a pensar todo eso? La sociedad que abre la puerta a matar a las personas que se sienten indignas, ¿no es también la misma sociedad que marca lo que es digno o indigno? ¿No sería preferible una sociedad en la que no se aceptara la idea de que ninguna vida es indigna?
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¿Y quién va a pasar a formar parte del grupo de personas cuya vida no merece la pena cuando se apruebe la eutanasia? Desde luego los enfermos, los ancianos, las personas con discapacidad, los fracasados, los deprimidos, los pobres, los feos, los gordos… Todas aquellas personas cuya vida en principio sería progresista proteger, ahora lo progresista va a ser facilitar su eliminación.
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Pensemos por ejemplo que la eutanasia no se ofreciera como un servicio universal, sino sólo como un servicio para gitanos, judíos y mayores de 75 años. ¿No nos parecería una monstruosidad? ¿Pensaríamos que todos estos colectivos han sido privilegiados con un derecho que se niega a los demás o que, por el contrario, se habría determinado que la vida de esos colectivos es menos valiosa que la del resto?
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Imaginemos a una persona amagando con lanzarse al vacío desde un décimo piso. ¿Qué pensaríamos si acudieran los servicios de emergencia y le permitieran y hasta le facilitaran arrojarse si observan que la persona en cuestión va en silla de ruedas o es inmigrante, pero se lo impidieran si fuera un poeta que escribe en euskera? Lo llamamos eutansia, pero quizá queremos decir eugenesia disfrazada de solidaridad. Es decir, matar a los de abajo ya sea en la escala del dinero, en la escala de la inteligencia, en la escala de la salud… A lo mejor esto no es el progreso, sino la expresión más cruel del darwinismo social.
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4 respuestas
Como jubilata y con discapacidad ya me hacen sentir un estorbo con obligación deno causar ni molestias ni gastos.
Hace mucho tiempo que en un centro de Navarra se practica supuestamente la eutanasia sin que se enteren los familiares de los enfermos, Y ésto sucede sin ninguna ley que les ampare. Pero bueno, es mucho más agradable mirar hacia otro lado y hacer como que no pasa nada.
Urko… pues si usted sabe que centro es ese, dígalo, para no ingresar en ese lugar.
Con que facilidad e impunidad, los que tienen el poder en su mano, se atreven a legislar decidiendo sobre la vida de los demás.
¡Muerto el perro, se acabó la rabia! Hoy día eso no se podría ni decir ni hacer… ¡¡porque al perro no debemos mal tratarlo!!.
Pero… ¿y las personas?
Vergüenza Sr. Sánchez, usted pasará a la historia… apúntese esos muertos en su haber. Como el Sr. Rajoy, habiendo hecho muchas cosas buenas, pasará a la historia por no frenar el aborto cuando pudo hacerlo porque tenía mayoría absoluta.
Usted Sr. Sánchez, sin mayoría, es capaz de aliarse con quien sea con tal de mandar al sepulcro a los que molestan y cuestan dinero. ¿Será usted quien les dé el estoque final, al lado de la cama del paciente?
Es desolador comprobar cómo personas con escaso nivel intelectual, formativo y moral, gentes iletradas o levemente alfabetizadas, se sienten con capacidad suficiente para legislar sobre la vida de los demás, el más sagrado de los bienes.
Y es significativo que el presidente impuesto (que no electo) lo primero que hace nada más asentar sus posaderas en el sillón presidencial es poner a los terroristas por delante de sus víctimas sus víctimas, facilitar la muerte y remover tumbas; a unos los saca del nicho y a otros les empuja a ese lugar. ¿Esto es a lo que llaman «gobierno de progreso?. Esta gente puede dejar España como un solar, para regocijo de los que quieren destruirla, claro.