La ONU, ese invento

El 24 de octubre de 1945 fue fundada la ONU, ayer hizo 74 años. La ONU sucedía a la Sociedad de Naciones fundada en 1919, a la que se consideró un fracaso por el estallido de la Segunda Guerra Mundial. El objetivo de la ONU es mantener la paz mundial, el respeto a los derechos humanos, la promoción del progreso económico, etc, cuestiones en las que más tarde entraremos. Para no alargar excesivamente los antecedentes históricos, citaremos tan sólo existen desde el origen cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad los cuales tienen poder de veto en este órganos, siendo dichos miembros los EEUU, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña. En la práctica esto significa de estas cinco potencias pueden bloquear cualquier cosa que resulte negativa para sus intereses particulares. Con todo esto no es lo peor de la ONU, sólo lo que la hace inoperante ante las crisis mundiales, particularmente las bélicas, y por otro lado quizá mejor que lo sea.

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Ideología de género, marxismo, cultura de la muerte

Dentro de la ONU, como en toda gran burocracia, existe una enorme galaxia de organismos que van de la UNESCO al Banco Mundial, pasando por la OMS o el FMI. Todos estos estos organismos nunca actúan desde la pureza ideológica, cosa que seguramente además no existe, sino que alargan sus tentáculos por todo el mundo para normalizar determinados puntos de vista, ya sea sobre la sexualidad, el aborto, la eutanasia, la ideología de género o la economía.

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Si en lo que respecta a la gestión de las grandes crisis bélicas o políticas las grandes potencias tienen asegurado el control a través del veto en el Consejo de Seguridad, lo que se observa en el resto de niveles es que los órganos se encuentran repartidos en base a criterios que nada tienen que ver con el respeto a los principios fundacionales que al principio se citaban y que, por el contrario, desprestigian y vacían por completo el sentido de dichos órganos. Como ejemplo reciente tenemos el caso del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en el que acaba de entrar Venezuela. Pero no es que Venezuela sea una paradoja aislada dentro de ese Consejo, en el que también se encuentran Qatar, Arabia Saudí, Cuba, China…

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Los españoles solemos tender a sobrevalorar lo ajeno tanto como a infravalorar lo propio, como es típico y seguramente lógico en las personas carentes de autoestima. Por esta razón algo no es digno de estima hasta que no lleva el sello de la UE o de la ONU. Un vistazo tan breve como este a las tripas de la ONU, sin embargo, rápidamente revela que casi nada es trigo limpio. Por lo demás lo único bueno que se podría decir de la ONU es que tras su fundación no se ha desatado una Tercera Guerra Mundial, aunque sí se han desatado decenas de conflictos menores, desde Corea a Vietnam, pasando por las guerras árabe-israelíes, la Guerra del Golfo o la lucha global contra el terrorismo internacional. Si no ha existido una nueva guerra mundial, por otro lado, seguramente en ello ha tenido mucho más que ver la disuasión nuclear que la nula acción de la ONU. Las actuaciones de los cascos azules no sólo han venido marcadas por la impotencia y la ineficacia allá donde, por ejemplo en la antigua Yugoslavia, siquiera han hecho acto de aparición, sino que por el contrario la ONU no ha sido ajena a diversos escándalos sexuales así como a su ocultación.

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Tampoco la ONU ha servido especialmente para el desarrollo de la libertad y del desarrollo tanto como el colapso espontáneo de los países comunistas encabezados por la URSS. O por el abandono de China de la ortodoxia comunista y su apertura al comercio internacional. Si pudiéramos ver un universo paralelo en el que no existiera la ONU, seguramente sería un universo igual o mejor.

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