No fue en Islandia, sino en Italia, junto al Vesubio. Sucedió en 1944 durante la Segunda Guerra Mundial. La súbita erupción del volcán tomó desprevenidos a los bombarderos norteamericanos desplegados en una base cercana. Incapaces de despegar, una lluvia de ceniza cayó sobre ellos destruyendo nada menos que a 88. La cantidad de ceniza fue tal que algunos de ellos, como se aprecia en las imágenes, quedaron semisepultados. Debido al carácter fuertemente abrasivo de las cenizas volcánicas, todos los bombarderos acabaron en el desguace.
La fama del Vesubio se encuentra indisolublemente vinculada a la destrucción de Pompeya y Herculano, en el año 79 de nuestra era. La última erupción del volcán fue precisamente la que hoy reseñamos, en 1944.
Un comentario
Si parece el cenicero de un bingo.