La moto-cohete de Pedro: a más sanchismo menos prosperidad

La pobreza infantil alcanza un récord histórico en España. ¿Pero cómo es posible esto? ¿No va España como una moto según Pedro Sánchez? ¿No va como un cohete incluso? Entonces, ¿cómo puede haber más pobreza infantil? ¿Cómo pueden ser más pobres los niños si no son más pobres también sus familias? ¿Y cómo puede suceder esto mientras aparentemente crecemos y mientras lo hacemos además bajo un gobierno de progreso que tiene como bandera la igualdad?

Quizá para empezar deberíamos afrontar una pequeña reflexión sobre lo que significa crecer y si crecer es un sinónimo de mejorar. O sea, supongamos que estamos con el agua al cuello y el nivel del agua aumenta. Supongamos también que, para no ahogarnos, tomamos unas pastillas para crecer cuyo objeto es conseguir que mantengamos la cabeza fuera del agua aunque aumente el nivel del agua. Estas pastillas son de una farmaceútica centroeuropea muy buena que se llama “Deuda”. Tienen algunos efectos secundarios negativos y además son adictivas. No obstante gracias a estas pastillas crecemos un poco. O sea que mejoramos sin parar. El problema es que con estas pastillas crecemos 3 centímetros al año pero el nivel del agua sube 5 centímetros. O puede que seaqn 7. Esto de medir el nivel del agua no está muy claro, lo que está muy claro es que te ahogas si eres bajito.

Crecer no significa por tanto nada si los precios crecen más que tus ingresos, y en este sentido la economía europea, pero particularmente la española, se enfrenta a un severo empobrecimiento generalizado de la población. Desde este punto de vista sin duda podríamos citar la cesta de los alimentos, que prácticamente se ha duplicado en los últimos tiempos, pero siendo esto cierto es sólo una parte de la ecuación.

Otro elemento fundamental del empobrecimiento de los hogares españoles es el encarecimiento del precio de la vivienda, ya sea porque ha crecido el propio precio de la vivienda, ya sea porque ha crecido el precio del alquiler. Todas las medidas adoptadas por el gobierno en los últimos años, además, han resultado contraproducentes por completo. Cuanto más se limitan los precios, se desproteje al propietario o se estorba la construcción, más se limita la oferta, más suben los precios y más se dificulta el acceso a la vivienda.

Aunque no se habla mucho de ello la subida del precio de los automóviles, provocada por los gobiernos desde el plano normativo y fiscal, ha encarecido enormemente el precio de los coches tanto nuevos como usados al conjunto de la población. Por más importante que sea el carro de compra, si un mismo coche pasa de costar 15.000 euros a costar 25.000 son 10.000 euros de poder adquisitivo que pierde una familia. Eso son muchos carros de la compra. No digamos si, como decíamos en el párrafo anterior, un mismo piso pasa de costar 240.000 euros a 275.000. Todo además se suma.

Por si fuera poco, han subido los tipos de interés. Es decir, que el préstamo que una familia ha pedido para comprar un piso o un coche, además de ser más caro el piso y el coche, también hay que pagarlo a unos tipos de interés más elevados. Un nuevo factor de empobrecimiento contra ese hogar.

No dejemos de tener en cuenta en todo este asunto el problema del precio de la energía. Hemos hecho una serie de apuestas renunciando a ciertas energías, en nombre de la sostenibilidad o la seguridad, que por un lado nos han hecho dependientes de ciertos países y de ciertas energías, y por otra parte han encarecido los precios. Además tampoco está claro que eso haya redundado en menos contaminación o más seguridad. En cualquier caso tenemos energía más cara como resultado de ciertas apuestas políticas que han salido regular. Todo ese coste de la energía implica encarecimiento de la producción, inflación y, una vez más, aunque crezcamos, empobrecimiento de la población. Porque nuestra estatura crece un poco, pero el nivel del agua crece más. No tenemos por tanto una falsa percepción de estar ahogándonos aunque estemos creciendo, nos ahogamos más de verdad.

A todo lo anterior podríamos añadir la deuda pública. Más deuda pública implica más inflación. La deuda pública se la pueden permitir estados como el español no porque se coloque en el mercado, sino porque la compra el BCE. Lógicamente el BCE no compra deuda española (o lo que es lo mismo presta dinero al estado español) con el dinero particular de la señora presidenta del BCE, sino creando con la impresora ese dinero (aunque ahora sea un proceso virtual) para comprar deuda, lo que genera más inflación. Como además las cuentas públicas siguen desbarajustadas y hay que pagar esa deuda y a tipos más altos hace falta aumentar los impuestos, lo que vuelve a ser -pescadilla que se muerde la cola- un factor de encarecimiento de todos los productos y de inflación, lo que una vez más redunda por todas partes en el empobrecimiento de la población.

Todo lo expuesto pretende ayudar a comprender por qué podemos estar aparentemente creciendo, yendo aparentemente como un cohete como dice Sánchez, y sin embargo ser más pobres cada vez. Crecemos por un lado como resultado de unas políticas que nos empobrecen por otro. El coste de 100 unidades de enriquecimiento es más de 100 unidades más de empobrecimiento. Cuanto más crecemos por este camino más nos empobrecemos. Cambiar el modelo de crecimiento para detener el proceso de empobrecimiento implica una reversión profunda del modelo energético, de la política monetaria, de la política de gasto, de la política de endeudamiento, del modelo público de gestión, de la política de vivienda, de la política fiscal… Sanchismo o prosperidad. Sanchismo o libertad.

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