Parece lógico pensar que, en la medida en que el estado sube los impuestos, subirá también la recaudación. O que en la medida en que los baje, se reducirá la recaudación. Esto al menos era lo que sostenían hace casi cuarenta años los amigos de Arthur Betz Laffer, en una cena en Washington durante una acalorada discusión. Laffer trató de hacerse entender dibujando un gráfico en una servilleta. Si no hubiera impuestos, no habría recaudación; pero si tuviéramos que pagar el 100% de lo que ganamos, nadie trabajaría, montaría una empresa o invertiría. Laffer expresó esta reflexión tan sencilla en esta curva: conforme aumentan los impuestos, aumenta también la recaudación; pero llegadas a cierto punto, las subidas de impuestos detraen demasiados recursos de la sociedad civil, disminuyen la actividad económica y en consecuencia cae la recaudación. Había caído un mito, y había nacido la curva de Laffer. La idea, muchas veces demostrada a lo largo de estos años, resulta desconocida y desconcertante para muchos políticos defensores del estatalismo, aún cuando a estas alturas la servilleta original se conserva en un museo.
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