Sí a la competencia.
Difícilmente se puede aspirar a unos elevados estándares de calidad en ausencia de competencia. Afortunadamente, en Navarra contamos con esa competencia en apartados tan importantes como la educación o la sanidad. Ello, no obstante, no puede eclipsar debates como las condiciones en que lo público puede o debe competir con lo privado. O la pluralidad de fórmulas por las que el estado, de la forma menos gravosa para la economía y el contribuyente, puede y debe proporcionar acceso a la educación y la sanidad (entre otras) a las personas que por sí mismas carecerían de medios para ello.
El dinero público no es de nadie.
Durante el último trienio, los contribuyentes navarros han pagado con sus impuestos 181,1 millones de euros a la Universidad Pública de Navarra. Una cifra, por otro lado, en permanente crecimiento. La UPNA no se financia con el dinero que obtiene a través de sus matrículas, por lo que no es de extrañar que la matrícula más cara de la UPNA cueste 1.376 euros y la más barata de la UNAV cueste 5.322. Estamos comparando peras con manzanas.
El presupuesto de la UPNA y los alumnos matriculados.
Un dato curioso, a este respecto, es el que se obtiene al poner en relación el presupuesto de la UPNA con el de su número de alumnos. El número de alumnos que cursan estudios de grado en la UPNA es de 7.985, y el número total de 8.531. En 2008, el presupuesto de la UPNA es de 82,4 millones de euros. Dividido por el número total de alumnos, resulta un coste medio de 9.658 euros por alumno, una cifra que sólo superan las tres carreras más caras de la UNAV: Arquitectura, Medicina y el combinado Derecho+Global Law Program.