Esta campaña electoral, a pesar de estar aconteciendo en plena época veraniega, está siendo de todo menos aburrida, algo de lo que se encargan nuestros políticos. Una de estas propuestas que ha animado el verano, es la de Yolanda Díaz, líder de Sumar, que ha propuesto que el Gobierno entregue 20.000 euros a cada joven español que cumpla los 23 años en concepto de una herencia universal que debe recibir todo joven para reducir el carácter desigual que presentan las herencias, amparándose en que son los hijos de las familias acomodadas los que reciben mayores herencias en comparación a los hijos de familias de clase trabajadora, por lo que reduce la igualdad de oportunidades.
Sin embargo, con esta medida se desvirtúa el verdadero carácter de la herencia, que en numerosos casos tiene un mayor valor simbólico o emocional que económico, ya que se trata de legar de padres a hijos el patrimonio generado en base al esfuerzo de los antepasados, siendo este el verdadero valor de la herencia.
Teniendo en cuenta esto, también se difama con el sentido de la misma, ya que se defiende que aquellos “hijos de papá” viven gracias a la herencia que estos han recibido y no por méritos propios, en base al esfuerzo que han realizado en la vida. Tenemos que entender que a pesar de recibir herencias millonarias hay personas que han acabado en la quiebra, pues la herencia es una ayuda para el crecimiento y desarrollo personal, sin embargo, la herencia no lo determina todo, ya que el único desarrollo personal es alcanzado mediante el trabajo duro y la adquisición de un alto nivel educativo y cultural, es por ello, que la mejor herencia recibida por un hijo, es una educación de calidad, lo que nos llevaría a replantear esta medida, y centrarnos en mejorar el actual sistema educativo de nuestro país, que no destaca por la excelencia ni la alta cualificación.
Es por ello, que dar una cuantía de 20.000 euros a todo joven no reduciría el problema de la desigualdad, ya que el modo de empleo de este dinero, sería el que determinara la reducción o no de las desigualdades, porque no es lo mismo usar esa cuantía para comprar un coche que para pagar la entrada a un piso, por ejemplo. Es verdad que se ha propuesto que todo joven al recibir esta cuantía deba recibir formación económica y financiera complementaria, sin embargo, la dificultad para llevar a cabo estos cursos, así como la seguridad de que todos acudan y asimilen los conocimientos propuestos, hacen inviable la medida.
Por otro lado, la herencia es entendida comúnmente como el patrimonio generado y acumulado por los padres, y que estos legan a sus hijos para que lo conserven y usen con buena fe. Por ello, esta medida no podría considerarse como justa, ya que la herencia se basa en la voluntad de los padres de legar a sus hijos el fruto de su trabajo y esfuerzo, hecho que no se recoge en esta medida, que solo consiste en regalar dinero a jóvenes que no valoran la fuente de la que proviene este dinero, algo que si ocurre en las herencias.
Además, esta medida es injusta por la forma en la que está planteada, ya que se basa en imponer un nuevo impuesto a las grandes fortunas, con el cual se pueda mantener este elevado gasto social que requiere la propuesta. Por tanto, la medida consistiría en quitarles el fruto de su esfuerzo a aquellas personas que han trabajado duro en la vida, acumulando un patrimonio familiar importante, y que, en lugar de poder legarlo a sus hijos, verán cómo deben pagar elevadas cuantías de impuestos para que estos vayan destinados a otros jóvenes cuyos padres han acumulado un patrimonio menor por diferentes circunstancias.
Esta medida también supondría la eliminación de la cultura del esfuerzo, ya que no incentivaría a los jóvenes a esforzarse y trabajar duro por cumplir sus metas. El Gobierno se encarga de regalar el dinero a los jóvenes sin necesidad de esfuerzo ni sacrificio por parte de estos. Pero como agravante a esto, a todas esas personas que se esfuercen y prosperen en la vida, en base a su propio trabajo, se les penaliza, ya que verían como no merece la pena sacrificarse para ver como el fruto de su trabajo es entregado a otros que no han realizado los méritos suficientes para obtener tal cuantía. Con ello, el esfuerzo, el sacrificio y la meritocracia se verían gravemente perjudicados, encaminando a la población española a un tipo de sociedad aborregada y dependiente de las “paguitas” del gobierno, en lugar de crear una sociedad emprendedora e independiente, capaz de crecer y desarrollarse económicamente por sí misma sin necesidad de un gobierno.
Por otro lado, desde el punto de vista económico las cuentas no cuadran, lo que supondría un problema para las arcas públicas, y sobre todo para los datos de déficit y de deuda pública de nuestro país. Según los datos presentados por Sumar (Esteban, 2023), y contando desde 2023, la medida supondría un coste extra a las arcas públicas de 10.000 millones al año, sin embargo, el impuesto a las grandes fortunas solo recaudaría 1.500 millones de euros al año, lo que sería insuficiente para mantener este elevado coste público, que tendría que ser compensado mediante las subidas de otros tipos de impuestos, con la reducción de otros gastos públicos que se evalúen como prescindibles por parte del gobierno de turno, y en el peor de los casos, con el aumento del déficit público, agravando aún más la delicada situación de la economía española en cuanto a deuda y déficit público se refiere.
En conclusión, la medida defendida por Yolanda Díaz se enmarca con el estilo de vida entendido por la izquierda y basado en las ideas socialistas, por las cuales se desprestigia el esfuerzo, el trabajo y la meritocracia, amparándose en la desigualdad de oportunidades, y fomentando la incultura y la dependencia estatal, para crear una sociedad sin autonomía y libertad, que dependa del Estado y no de su propio trabajo, creando así el modelo estatal conocido como “Papá Estado”, financiado mediante un gran esfuerzo fiscal por parte de la población, así como por la existencia de unos elevados niveles de déficit y deuda pública, algo insostenible en el largo plazo.
Esteban, J. (2023, 6 julio). La «herencia universal» podría costar más de 290.000 millones hasta 2050. elEconomista.es. https://www.eleconomista.es/economia/noticias/12355878/07/23/la-herencia-universal-podria-costar-mas-de-290000-millones-hasta-2050.html