Sí, la gala de los Goya es un espectáculo maravilloso. No por la gala en sí misma, obviamente, sino por el show de ideas progres a la deriva y en colisión capaces de generar todo un espectáculo de luces y chispas como una aurora boreal subvencionada y artificial.
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Obviamente no hablaremos de cine a lo largo de esta crónica. ¿Qué tiene que ver el cine con los Goya? Arturo Vals opinó que la gala de los Goya tenía que centrarse en el cine y le cayó la del pulpo por salirse del guión ideológico. ¿A quién se le ocurre a estas alturas que los Goya tienen que ver con el cine, que los que acuden allí son actores y actrices y que al día siguiente hay que estar hablando de una película? A lo que se va a las galas de los Goya es a hablar de Franco, del IVA, de la Guerra de Iraq o, como ayer, de la lucha contra el heteropatriarcado.
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A diferencia de Arturo Vals, Pablo Iglesias entiende perfectamente de qué va esto de las galas de los Goya, por lo que se cogió a Garzón y Echenique, se puso un traje y una pajarita y lazotaríahastaquesangrase y enespañalosniñosmuerendenhambre se abalanzó hacia el photocall tras un abanico de masmujeres y un cartel de Moet Chandon. ¿Pueden ver ya las partículas progres a la deriva y en luminosa colisión?
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Naturalmente fue imposible no relacionar el paseíllo de las actrices con la noticia inmediatamente anterior de la prohibición de las azafatas en la Fórmula Uno. ¿Qué es llevar menos ropa que una azafata, a la vista de muchos de los vestidos que se pasearon en la alfombra roja? ¿Cuál es el sentido de estos vestidos? ¿Por qué una actriz puede ir disfrazada de Pedroche y una azafata no puede aparecer en un evento con una chaqueta y una falda? Si la Fórmula Uno pidiera asesoramiento a la redacción de NC, les recomendaríamos cambiar a las azafatas por putas. O llevar a las azafatas con burka. Que se chuparan ésa los progres a ver si se aclaraban. Lo más gracioso es que la vanguardia del discurso dominante feminista ha venido a coincidir con el discurso tradicional del viejo y entrañable párroco de pueblo. Eso sí, si lo que han dicho las feministas de las azafatas lo hubiera dicho un obispo lo hubieran crucificado. Y ahora que prohíben las azafatas minifalderas que nos expliquen lo de las Femen. O lo de Amarna Miller. O lo de Rita Maestre
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Por lo demás, la denuncia de la brecha salarial en el Séptimo Arte implica que, por propia confesión, aparentemente en ese coto cerrado del archiprogresismo se lleva décadas discriminando a las mujeres por su sexo y pagándoles menos. Y en ese espacio de progreso y vanguardia de la izquierda, ¿nadie ha hecho ni dicho nada en todo ese tiempo? Y el año que viene, ¿lo habrán corregido o vuelve a tocar a hablar de los curas y el franquismo? Que además no nos engañemos. Estamos hablando básicamente de que las guapas cobren lo mismo que los guapos, no de que las mujeres cobren lo mismo que los hombres. Las discriminadas en la burbuja del cine no son las mujeres, sino las feas. ¿Cuántos euros en cirugía acumularían 20 mujeres tomadas al azar de la alfombra roja de los Goya o los Oscar frente a 20 mujeres tomadas al azar de la puerta del Mercadona? ¿Y por qué?
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¿Arte, entretenimiento o mera propaganda política?
Todo lo cual nos lleva a la idea de que el arte tiene que ser reivindicativo. Y unas narices. El cine español es todo lo contrario de reivindicativo y transgresor. Luego si el arte tiene que ser transgresor y reivindicativo, que tampoco está claro, el cine español es todo lo contrario del arte. El cine español es lo políticamente correcto en estado puro, el discurso dominante en su esencia, por eso está totalmente subvencionado por todos los gobiernos. Lo transgresor en una gala de los Goya sería un discurso provida, un posicionamiento contra el adoctrinamiento nacionalista en las escuelas, o una intervención contra el Impuesto de Sucesiones (solo les importa el IVA, su IVA). Atrévase a decir usted que los niños tienen pilila y jamás hará en este país una película.
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Como la verdad tampoco tenemos muchas esperanzas de que nos vayan a dar nunca un Goya, el punto final es precisamente para decir que el propio mantra de la brecha salarial entre hombres y mujeres es un mito. Que son datos del INE. Que lo reconoce hasta Ana Pastor en La Sexta.
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La brecha salarial empieza sólo cuando una mujer decide tener su primer hijo. Pero eso no es una brecha salarial. Ya no hablamos del mismo salario y el mismo trabajo. Una mujer que tiene un hijo cobra menos que un hombre… y que una mujer que no tiene hijos. ¿Y si el hombre se implica más, como debe, en el cuidado de sus hijos? Pues habrá un brecha salarial entre los hombres que tienen hijos y los que no, igual que entre las mujeres que tienen hijos y las que no. Si las mujeres cobraran menos por hacer el mismo trabajo, en este país no se contrataría un hombre mientras hubiera una mujer en paro. No existiría el paro femenino. ¿O se cree la progresía que los empresarios hacen sus cuentas pensando en el heteropatriarcado en vez de en los beneficios? Obviamente podemos plantearnos si merece la pena fomentar la natalidad y que la gente tenga hijos sin ver muy penalizados sus salarios aunque el cuidado de los hijos penalice su rendimiento laboral, pero ése es otro debate que no tiene nada que ver con el machismo. Pues bien, a nadie se le ocurra decir esto, aunque sea cierto, si aspira a ser actor, senador o cobrar una subvención.
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4 respuestas
Esta gentucilla sí que vive en una burbuja. A ver si explota de una vez, como todas las burbujas.
La verdadera y más profunda brecha salarial es la que existe entre esta gente, que vive a todo trapo de las subvenciones que cobra de nuestros impuestos, sin tener que demostrar talento alguno y nosotros, que tenemos que esforzarnos para ganarnos el jornal todo los días del año para vivir modestamente.
Yo me caí del guindo el año que fueron incapaces de ponerse una pegatina contra ETA. ¿Por qué? Porque en el cine mandan unos «pseudointelectuales» de izquierdas, e.g. Almodóvar, para los que ETA eran unos amigos, eso sí quizás equivocados en sus métodos, pero con un objetivo común de eliminar a la clase media «postfranquista» (según ellos claro). La actriz de marras tenia que demostrar lo buena que está pero que ni se le ocurriese ponerse una pegatina que no fuera el no a la guerra «de Aznar» como decían ellos, porque no volvían a filmar una película en la mafia del cine español.
Moraleja: no vayas a ver películas españolas para que estos ricachones sin escrúpulos se sigan enriqueciendo.
Pablo Iglesias, ese cochino que para representar al pueblo en el parlamento se viste con lo primero que ve en el armaria, pero para ir a la la gala de sus amiguitos goyas se pone su mejor atuendo