No son las víctimas, no son los verdugos. Cuando el nacionalismo vasco habla de “apartheid”, no son ellos quienes lo sufren, sino quienes lo practican. Cuando el nacionalismo vasco llega al poder, la libertad para los demás desaparece. Hoy el diario El Mundo lleva a su portada el testimonio de María José, la novia del teniente de la Guardia Civil apalizado en Alsasua, vecina de la localidad. Su testimonio resulta estremecedor. Nos atrevemos a decir que si un testimonio refleja la verdad, 30.000 manifestantes en la calle no valen ni una milésima de ese testimonio. Un testimonio que no sólo es un testimonio, sino un terrible diagnóstico: “Tenemos que dejar Alsasua. Gana el terror. Gana el miedo”.
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En la Alsasua que describe María José, que es la Alsasua en la que ha vivido María José, hasta que se ha tenido que marchar, “amenazaron a mi padre, le dijeron que tenía que callarme la puta boca en el juicio”.
“Las amenazas eran constantes, de muerte, por las redes sociales. Me llamaban a mi móvil desde números ocultos”.
“He perdido a mis amigos. Algunos han secundado las protestas contra mí. Se dejan llevar por el miedo”.
“A mi padre le ponen carteles. Le dicen dile a tu hija que se calle la puta boca”. Las concentraciones frente a su domicilio eran constantes amenazando a su familia para que no identificara a nadie en el juicio. “Estaba secuestrada en Alsasua, en mi pueblo… Me sentía enjaulada. En cuanto pisaba la calle sentía las miradas de odio”.
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El problema, no obstante, no es para algunos que en Alsasua suceda esto, el problema es que se cuente. ¿Y cuál es la pena proporcional para todo esto? ¿O en el fondo no está tan mal que se marche del pueblo todo el que no piense como los nacionalistas? A fin de cuentas, gracias al miedo la primera generación finge ser nacionalista aunque no lo crea, pero la segunda generación ya es nacionalista convencida. No hay una alternativa al nacionalismo. En muchas localidades el nacionalismo es la fórmula para ser aceptado socialmente. Así avanza el nacionalismo.
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Y mientras todo esto le sucedía a María José, ¿qué hacía el Gobierno de Navarra?
Estaba en la calle, manifestándose en defensa de la manada de Alsasua.
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Un comentario
No existe el verbo apalizar.
Desconozco si el redactor quiso decir apaleado; algo que obviamente tampoco sería correcto, porque en la pelea de bar de la noche de autos, hasta donde yo se, no se utilizaron palos.
Donde no se si se utilizaron palos, pero si se que no será juzgado como terrorismo, es en la agresión a nueve guardia civiles por 40 personas en Algeciras. O la que sufrió un agente de Policía en Córdoba.