Cada vez que se publica algún dato respecto al paro tenemos un disgusto, lo que dice bastante de la naturaleza actual de los tiempos. Ayer se publicaron los datos de la EPA correspondientes al último trimestre de 2020 y, como cabía esperar, los resultados no fueron buenos, pero es que además son peor de lo que a primera vista parecen, como también viene siendo un signo de estos tiempos convulsos. Eso sí, esta vez hay que reconocerle al Gobierno de Navarra, a expensas de lo que pueda añadir el vicepresidente Remírez, que al menos no ha templado gaitas y reconoce que los datos son malos. Muy malos.
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Según la EPA, en Navarra hay 8.200 personas paradas más que en 2020, lo que sitúa la tasa de paro en el 11,65%, hasta un total de 36.700 personas, lo que a su vez representa un aumento del 28,85% respecto a 2019. La consejera de Derechos Sociales, Mari Carmen Maeztu, declaraba ayer que «estos datos nos retrotraen a 2015 en la tasa de desempleo y a 2016 en cuanto al volumen de población ocupada». Otra forma de decirlo es que se ha perdido todo lo avanzado con cuatro años de viento a favor durante la legislatura de Barcos.
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El problema es que los datos reales son todavía peores de lo que muestra la EPA al menos por un par de motivos.
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En primer lugar, como explica la propia nota de la EPA, porque debido al estado de alarma, en el que se ha producido el cese de muchas actividades y el confinamiento de la población, muchos trabajadores que han perdido su empleo no han podido utilizar ningún método de búsqueda por estar cerradas las empresas que podrían contratarles o hallarse imposibilitados de ejercer su actividad como autónomos. También está el caso de quienes no han podido incorporarse a un hipotético trabajo que les fuera ofrecido por tener que permanecer en casa cuidando de las personas dependientes de la familia (niños, ancianos, personas con discapacidad, etc.). El incumplimiento de alguna de estas dos condiciones de la definición de paro – búsqueda de empleo y disponibilidad para trabajar– determina que la persona no se clasifique como parada en la EPA sino como inactiva, lo que presumiblemente ha contribuido al incremento de la categoría de inactivos en vez de la de parados.
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En segundo lugar, además de los 36.700 parados a final de año tenemos, según los datos del Gobierno de Navarra, a 7.524 trabajadores navarros en situación de ERTE. A los trabajadores en ERTE se les suma al grupo de ocupados y no al de parados. Si sumamos a los parados los trabajadores incursos en este limbo de los ERTE, nos encontramos con 44.224 navarros con los puestos de trabajo “congelados” o en paro. Si por pura maldad retrocedemos hasta la EPA del segundo trimestre de 2015, cuando UPN salió del gobierno, observamos que había 38.400 parados. El reino de leche y miel nunca llegó pero se ha volatilizado. Eso sí, los Presupuestos de Navarra siguen estando basados en la existencia de un reino mágico.
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