Como siempre a lo largo de esta pandemia tenemos la sensación de que no nos están diciendo la verdad, mucho menos cuando anda de por medio el gobierno español. Hace 100 días, y 99, y 98, Pedro Sánchez braseaba a los españoles con el número de días que faltaban para alcanzar la inmunidad de rebaño. Ayer sin embargo, cumplidos los 100 días, Pedro Sánchez hizo mutis por el foro respecto al asunto, lo cual por otro lado resulta muy expresivo respecto al fracaso del objetivo. No es además que no se hayan alcanzado los niveles de vacunación, sino que una vez alcanzados esos niveles siguen descontrolados los contagios, las hospitalizaciones y los fallecimientos, muy lejos al menos de lo que a estas alturas habríamos esperado. Pese a que el fracaso del intento de alcanzar la inmunidad de grupo es ya un hecho, algunas de las explicaciones tenemos que buscarlas en publicaciones del extranjero.
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El fracaso en el objetivo de obtener una inmunidad de grupo es en realidad un fenómeno global, que también están observando en los Estados Unidos, donde a su vez observan como si fuera un experimento adelantado lo que sucede en Israel, donde ya está vacunada con pauta completa el 74% de la población. El retroceso del COVID ante la vacuna en Israel resultó extraordinariamente prometedor en la primera mitad del año, pero las cosas se han ido torciendo desde entonces de una forma significativa. Aquí es cuando más allá de las palabras interesa reflejar algunos números.
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Según publica la revista Science, el 15 de agosto había hospitalizados 514 israelíes por COVID en una situación severa o crítica. De esas 514 personas el 59% estaban vacunadas y el 87% eran mayores de 60 años.
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Las cifras resultan muy significativas porque si con un 74% de vacunados hay un 59% de hospitalizados vacunados parece deducible que las vacunas efectivamente aportan cierta protección, pero muy por debajo de la esperada. También se deduce que el factor principal de riesgo sigue siendo claramente la edad.
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En esta misma línea, Business Insider aporta algunos datos citando un estudio reciente de la Clínica Mayo, con datos del mes de julio y teniendo ya a la cepa Delta como predominante en los EEUU. Dicho estudio señala que la efectividad de la vacuna de Moderna podría haber caído al 76% y la de Pfizer a un significativo 42% de protección. La FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) señaló en su momento que, para que una vacuna experimental contra la Covid-19 recibiese luz verde, debería ser segura y “prevenir enfermedades o disminuir su gravedad en al menos el 50% de las personas vacunadas”. Estas cifras, por otro lado, serían coherentes con lo que estamos viendo en Israel, en EEUU o en la propia España y con los anuncios de la necesidad de una tercera dosis de Pfizer para recuperar los niveles de protección. Otra cosa es que los niveles de confianza en la vacuna, como su aparente eficacia, puedan ir bajando con cada tanda de pinchazos. Es mucho más fácil vender un vacuna con una eficacia del 94% que una con una eficacia del 42%. Y mucho más aún si se trata de imponer las vacunas a menores de 12 años, cuando hablamos de vacunas que, como se ve, estamos aprendiendo lo que hacen y lo que no hacen sobre la marcha y hablamos de un segmento de población que apenas padece fallecimientos por culpa del COVID. Que al menos no nos escondan los datos en primer lugar porque tenemos derecho a saberlos, en segundo lugar porque es imposible confiar en quien oculta información y el éxito de cualquier campaña futura va a depender de la confianza, y en tercer lugar porque no se puede dejar de sospechar de quien, para poder imponer algo, tiene que ocultar una parte de la verdad.
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https://www.sciencemag.org/news/2021/08/grim-warning-israel-vaccination-blunts-does-not-defeat-delta