La aparente docilidad del PSN hace pensar que, para evitar responsabilizarse de la decisión, los socialistas navarros decidieron pasar la papeleta a Zapatero, el cual por su parte se quitó de en medio de inmediato pasándosela a Blanco, que es quien finalmente ha puesto voz y cara a la decisión adoptada. En este instante, no consta que la decisión emanada de Ferraz haya sentado tan mal como para que nadie se vea a sí mismo en la necesidad de dimitir o rebelarse. Excepto el sector lizarbista, que sigue maniobrando en la clandestinidad para provocar la dimisión de Chivite y la convocatoria de un congreso del partido. Está por ver, no obstante, si este sector lizarbista tiene claro que a quien se quiere enfrentar es solamente a Chivite o si además está dispuesto a enfrentarse al PSOE. De momento, no lo parece.
Una consideración que podía ayudar a los sectores más sediciosos del PSN a asumir el veto de Ferraz, consistiría en recordar cómo fue la Ejecutiva navarra la que, haciendo lo mismo que ahora hace la Ejecutiva federal del PSOE, impuso al PSN de Barañáin que pactara con Nafarroa Bai (tercera fuerza política) cediéndole la alcaldía. Y es que el pacto en Barañáin no se decidió en Barañáin, sino en un apretón de manos entre Chivite y Txentxo Jiménez, que entonces les pareció muy bien tanto a Nabai como al PSN.
