La curiosa y navideña derechización del cinturón rojo con Ayuso

Durante la campaña electoral de las elecciones autonómicas de 2023, el Partido Popular (PP) de Madrid, ya liderado y controlado por Isabel Díaz Ayuso, se marcó unos objetivos muy concretos con el fin de alcanzar una mayoría absoluta que la reforzase políticamente y le impidiese depender de formaciones parlamentarias como VOX.

Su campaña como tal se centró más en proclamas antisocialistas y pro-libertad que en mecanismos de «alerta antifascista» como los que, desde el primer momento, marcaron el discurso político de María Guardiola, actual presidenta de la Junta de Extremadura. De hecho, cabe recordar que sus discursos, en el seno del partido, son los que más pueden seducir al votante del VOX y a otros votantes conservadores y de derechas.

A la vez, se marcó un objetivo clave, inspirado en la situación que dio lugar a que su candidatura fuese la más votada en casi todos los municipios de Madrid dos años antes: apostar por el llamado «cinturón rojo» por una cuestión no necesariamente «evangelizadora», sino de refuerzo de votos. Los municipios de Móstoles, Leganés, Getafe, Alcorcón y Fuenlabrada están entre los 10 más poblados de la región.

En algunos de ellos contó con activos de su plena confianza. Este es el caso del municipio de Leganés, con quien presidiese el congreso extraordinario de 2022 y fuese diputado autonómico desde 2021 hasta 2023: Miguel Ángel Recuenco, actual alcalde de esta localidad del sur madrileño, en coalición con el grupo municipalista Unión por Leganés (ULEG).

Con estos activos, puede que bien ella o los votantes de su partido creyesen que se estaba apostando fuerte por liberar del socialismo a municipios en los que tradicionalmente gobiernan o ganan en bloque fuerzas de izquierda. Puede que alguno tuviese esperanza en una batalla política que hiciera que los residentes de estos municipios valorasen más la autonomía, la responsabilidad y la libertad de oportunidades.

Ahora bien, un año y medio después de esos comienzos de legislatura, se observa que la apuesta ayuser por salvar al «cinturón rojo» del socialismo no está funcionando. Nada que ver tiene esto con el lapsus cometido por la mandataria a principios de junio, cuando recibió en la Casa de Correos a los jugadores del CD Leganés, que muy meritoriamente ascendió a la Primera División de la Liga futbolística española.

Precisamente, cometió el despiste de hacer referencia a la localidad vecina de Getafe, que también tiene un equipo de fútbol en Primera División. Ahora bien, no se busca promover ninguna rivalidad entre aficiones. Tampoco hubo mayor escándalo ante ello, más allá de unas risas. Básicamente se trata de ubicar al lector, dejando claro que no es ese el punto de importancia (el asunto no es de futbol). Respetamos a ambos clubes.

Lo que se aborda es mucho más grave, pues tiende a avalar las vías de ingeniería social y corrupción orgánica por medio de las cuales, de acuerdo con los postulados del marxismo cultural y de las nuevas fases revolucionarias, se pretende potenciar el camino de servidumbre, con sus evidentes consecuencias sobre la economía, la moral y la salud de la sociedad.

Digamos que la gestión municipal del regidor Recuenco no destaca por la adecuada preferencia de los poderes públicos hacia la no injerencia en la esfera de los individuos y el cuidado del modelo de sociedad orgánica cristiana (intrínseca al orden natural y adaptada a los principios y valores de la tradición hispánica, que no es ajena a ninguna zona de Madrid).

Más de uno recordará las llamadas «carmenadas» (término de referencia a las medidas más polémicas, absurdas e ideológicas de Manuela Carmena, ex alcaldesa comunista de la villa de Madrid, desde 2015 hasta 2019) que se llevaban a cabo en ciertas temporadas navideñas, dentro de la estrategia del neocomunismo bolivariano y sus secuaces contra las tradiciones cristianas.

A la izquierda, por cuanto y en tanto es enemiga de la Cristiandad y de Dios, le causa horrores que se celebre el nacimiento del Niño Dios, redentor de la humanidad. También le molesta que se ensalce la institución de la familia, base para una sociedad fuerte, fértil y floreciente. Ellos creen en el individuo desarraigado y atomizado, obligado a aferrarse a la deidad artificial y demoníaca del Estado en un acto de desesperación.

En Madrid se optó por omitir representaciones del Nacimiento de Jesús, por degenerar el tradicional alumbrado navideño y por incorporar absurdeces feministas a las cabalgatas (por ejemplo, las llamadas «reinas magas»). Incluso hubo un interés en celebrar el Solsticio de Invierno, como ocurría en Barcelona, con cierta activista de la ocupación ilegal de viviendas.

No era ninguna razón de austeridad. Pero la cuestión aquí es que no se habla de cosas del pasado, sino de estrategias que de una manera más sutil y elegante (aunque igual, hasta cierto punto, por absurda ignorancia) lleva a cabo el PP en algunos de estos municipios del «cinturón rojo». El caso más sonado es, nuevamente, el de la cuna del equipo de fútbol ascendido y previamente mencionado.

La «sosería» navideña

Tanto en 2024 como en el presente año, una parte significativa del vecindario de Leganés se queja de que se discrimina a sus niños, con respecto a otros barrios, en lo que a lanzamiento de caramelos se refiere. Concretamente, todo acontece siempre en El Carrascal, un barrio residencial que no solo es uno de los más consolidados a efectos de seguridad y poder adquisitivo, sino uno de los más favorables a la derecha política.

Desde que se empezó con los preparativos de Navidad, más de un vecino leganense temía por una situación similar y, efectivamente, así ha sido. Pero en esta ocasión ha ocurrido algo inesperado, muy a pesar de esos activistas de la lucha de clases que creen que la reacción madrileña solo es exclusiva de Núñez de Balboa, Mirasierra y Pozuelo.

Como se observa en el tuit insertado a comienzos del apartado, los vecinos del barrio residencial en cuestión protestaron y bloquearon el avance de las carrozas, lo cual llevó a que, finalmente, se desistiese en la absurda decisión de retrasar el lanzamiento de caramelos. Es más, esta protesta en pro de un detalle de ilusión de los niños también fue apoyada por parte del vecindario que sociológicamente es socialista y no religioso.

Pero es que no todo se limita a esa «polémica de los caramelos», que ha dado lugar a una actualización de la jerga de apodos que reciben, por parte de algunos ciudadanos (todo ajeno al digital presente y al autor de este ensayo), ciertos actores políticos. Del mismo modo que se utilizan términos como «Barbigoña», «Begoño», «Neandertal» y «rata chepuda», ha habido ocurrencias para apodar a Recuenco como «caramelero».

Muchos madrileños (a nivel regional) se han quejado de que el alumbrado y otros detalles decorativos navideños en la urbe pepinera han sido muy pobres. Pero no necesariamente lo han hecho a efectos de comparación con el «noroeste conservador» o con urbes como Madrid, Vigo, Sevilla y Málaga, que tienen mayor margen al destinar montos de gasto más elevados a esta decoración tradicional.

Incluso en pueblos de la provincia de Badajoz en los que el clientelismo socialista, del puño y la rosa, es bastante fuerte, ha habido mayor interés en «animar las calles» y dinamizar la actividad comercial y hostelera. Se trata de feudos del PSOE donde prácticamente nunca ha ganado la derecha sociológica en bloque. Lo mismo en otros lares de wokización nacionalista en Cataluña, Galicia y Vascongadas.

El esmero con la decoración LGTBI

Podría aún creer uno que las medidas del consistorio leganense obedecen a premisas de austeridad o a meros errores ante los cuales se está sobrereaccionando. Pero si uno avanza un poco más en la investigación, se puede observar un contraste notorio con lo que vienen a ser «representaciones» de la «falsa religión» a la que es intrínseca la ideología de género.

El anterior regidor leganense, el socialista Santiago Llorente, hizo una apuesta fuerte por la promoción del lobby LGTBI en la ciudad, de modo que el vecindario de la localidad se familiarizase más con ese símbolo. Sí, con esa bandera arcoíris que debería de ser percibida como algo tan deleznable como la esvástica y la hoz y el martillo.

Se optó por iluminar el Estadio Municipal de Butarque, en 2019, con los colores de semejante símbolo. Pero también se pensó en pintar los bancos municipales con estos colores, pese a que, en realidad, se trata de una mera representación de un grupo subvencionado y satánico, favorable al totalitarismo y a la intimidación (repudian la libertad de expresión y de conciencia).

Ahora bien, al PP de Recuenco le debió de parecer muy bien la medida, pues no se ha redecorado ningún elemento del mobiliario público a estos efectos. Un ejemplo concreto es el banco fotografiado, que se puede encontrar fácilmente en la avenida de Juan Carlos I, en el barrio donde se han vetado los caramelos. Esta es una de las principales arterias comerciales de la ciudad (aparte de tener una buena comunicación con la red de metro).

Para satisfacción de los «progres», no todo es «pasiva cosmética urbana». El consistorio no tiene reparo en que los impuestos que pagan los vecinos y las empresas que se establecen en el municipio vayan destinados a la promoción del homosexualismo y de la ideología de género. Se pone un granito de arena que intenta complementar el Gay Pride capitalino de Chueca, que atrae a gente de distintos puntos de España y Europa.

Pero es que, además, parece que hay una apuesta interna por promover el símbolo, por parte de las llamadas «juventudes de Recuenco». En noviembre de 2023, cuando sorprendente y adecuadamente muchos españoles salieron a las calles para protestar contra el secuestro institucional y liberticida de Pedro Sánchez, las Nuevas Generaciones del PP de Leganés optaron por dar el cante en las manifestaciones.

En la convocatoria del 12 de noviembre de ese año en la Puerta del Sol de Madrid, a la que muchos asistieron con independencia de la adscripción política convocante, la entidad juvenil previamente mencionada trató de exhibir una bandera LGTBI de considerable tamaño, acompañada de otra pancarta más patriótica que sugería representarles. Es decir, «curiosa manera» de apostar por la libertad de los españoles.

Despreocupación ante la invasión migratoria

El PP de Madrid no es nada consciente del problema que supone la acogida de los MENAS en España, por su no compromiso con las normas de la sociedad que les acoge y por el notorio choque entre el islamismo y la civilización occidental. Su inconsciencia es mucho más grave ya que hay sectores de partidos como el PNV y Junts que se han dado cuenta del problema causado en sus regiones.

En más de una ocasión, Díaz Ayuso se ha enfrentado tensamente a Rocío Monasterio, ex líder de VOX en Madrid, por este tema. Llegaba a demonizar cualquier crítica sobre el tema y a insistir en que la «españolidad» de los MENAS y otros inmigrantes musulmanes era perfectamente equiparable a la de Santiago Abascal. Incluso llegó a ganarse, en alguna ocasión, aplausos de la bancada izquierdista.

Pero es que esa misma línea ha sido seguida por otros activos del partido en la región. Uno de los casos más notorios es el de Elisa Vigil, presidenta del PP de Tetuán, que en un debate electoral albergado en la Universidad CEU San Pablo, se dedicó a proferir que el rechazo a inmigrantes de culturas como la musulmana, enemigas de las mujeres y los homosexuales, era una actitud propia de la incultura y de una moral anticatólica.

Luego, la concejala fuenlabreña Noelia Núñez, también diputada nacional, llegó a sostener que el centro de MENAS de Fuenlabrada (rechazado, aunque parezca paradójico, por el PSOE de la localidad en uno de sus propios bastiones, en los que gobierna, bajo el liderazgo de Javier Ayala, con una aplastante mayoría absoluta) tendría beneficios basados en la ecosostenibilidad (aparte de sugerir que los críticos de la instalación de este centro eran «racistas»).

Pero es que parece que hay una insistencia ciega en darle mayor estatus de inseguridad al «cinturón rojo» que el mismo PP quiere conquistar. En Leganés, con el mutismo absoluto de unas «juventudes peperas» muy «progres», se rechazó una moción de VOX contra la inmigración ilegal, para trasladar a quienes vienen debido a las mafias y el efecto llamada a puntos ajenos a la geografía española.

Una vez que se ha hecho este compendio sinóptico de «innovaciones progres», se puede observar cómo el PP de Ayuso quiere que la izquierda siga creyéndose que ha ganado el relato en el «cinturón rojo». Sus peones avalan la agenda «progre» sin que esto sea respaldado por los homosexuales conservadores, las mujeres y los inmigrantes legales de Hispanoamérica y China a los que se les intenta hacer guiños.

El PP de Madrid, para recordar, aspira a mantener su mayoría absoluta y ampliar su margen de maniobra en estos municipios. Entre sus objetivos para 2027 estarían las extensiones a los municipios de Alcorcón (donde un estrecho margen impidió un pacto de gobierno con VOX), Fuenlabrada (bastión socialista), Getafe y Parla (otro feudo del sur). También están atentos a la posible derechización de Rivas-Vaciamadrid, bastión del comunismo.

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