El cultivo de las células se practica en el laboratorio GMP (Good Manufacturing Practice) de la Clínica Universitaria de Navarra, y está basado en la utilización de suero del propio paciente, con lo que se reduce el riesgo de reacciones adversas.
Para implantar los mioblastos es necesario hacer una reproducción anatómica de la zona que se va a tratar. La reproducción virtual se realiza mediante un sistema de navegación denominado cartografía electroanatómica no fluoroscópica. Esta técnica consigue reconstruir de forma tridimensional la zona afectada. "Son aquellas zonas que aparecen sin actividad eléctrica y que anatómicamente corresponden al infarto de miocardio. En ese molde del ventrículo, que obtenemos gracias al sistema de navegación, identificamos la zona afectada por el infarto", describe el doctor Ignacio García Bolao. Es en ese lugar donde deben inyectarse las células madre.
Transcurrido el mes necesario para el crecimiento de la población celular, las células obtenidas se inyectan en el corazón del paciente mediante un catéter especial. La mayor novedad del ensayo, de hecho, es la implantación de las células madre mediante este catéter y no a través de cirugía abierta. Las células se implantan en las regiones de músculo cardiaco infartadas y alrededor de éstas. El procedimiento se realiza mediante anestesia local, con el paciente despierto, y dura entre dos y tres horas. Hasta el momento se han incluido en el ensayo 14 pacientes, en los que la intervención se ha practicado de forma satisfactoria.
La técnica forma parte de un ensayo de investigación en fase lI cuyo objetivo es demostrar si este nuevo tratamiento es eficaz y consigue mejorar la función cardiaca en pacientes que han sufrido un infarto de miocardio.
Esta investigación, con otras muchas, viene a demostrar que, frente a la investigación con células embrionarias, es la investigación con células madre adultas la que está dando resultados. Moral y progreso van de la mano; en este caso además, moral, progreso y resultados.