La banca digital y el punto de no retorno

Una vez más, habrá que decir que la sociedad está en una continua y progresiva digitalización, por cuanto su proporción de actividades a realizar en Internet, en su día a día, de manera no exclusiva, viene a aumentar por cuanto resultan nuevas innovaciones.

Esto es un recordatorio sin más. Nada se escapa de este proceso desarrollado espontáneamente de por sí, sin perjuicio de que determinadas circunstancias alimentadas por los actores de contraorden hayan contribuido a su aceleración.

En este artículo hablaremos de lo concerniente a la banca, en un análisis que va mucho más allá de reconocer, sin más, que es importante contar con una infraestructura tecnológica lo más amigable, eficiente y potente posible. Y sí, nos vamos a centrar en una noticia concreta de una entidad importante.

Más ingenieros que banqueros (administrativos)

Este fin de semana, leí en un medio de comunicación español una noticia según la cual, el Banco Santander, presidido por Ana Botín, habría contratado, en el año 2020, a unos dos mil empleados con altas competencias profesionales tecnológicas (especialmente, ingenieros informáticos).

Al mismo tiempo, se llegó a aplicar un ERE para despedir a unos 3500 empleados de oficina, lo cual está viniendo a ser norma general en muchas entidades bancarias españolas, de modo que las sucursales urbanas se reduzcan y muchos pueblos pequeños tengan menos servicios físicos.

Y es que la entidad de Botín está trabajando en un par de líneas de crecimiento basadas en la creación de un banco global de consumo nativo digital así como en el desarrollo de una aplicación de pagos llamda PagoNxt.

La mera prestación de servicios bancarios digitales no es lo importante

No me importa que un banco consolide y potencie la digitalización de los servicios. Quien sabe de mí tiene constancia de que no tengo problema con la tecnología por cuanto puede aumentar la productividad y facilitar distintas tareas de las personas.

Es normal que si se potencian el desarrollo de plataformas web y aplicaciones móviles, la consolidación de potentes infraestructuras de servidores y el análisis de grandes cantidades de datos, hagan falta más ingenieros de software, analistas, ingenieros de sistemas y científicos de datos.

Lo que me preocupa es la pretendida trascendencia que quieren darle a esta nueva realidad de prestación de servicios de banca y finanzas más allá de ahorrar costes físicos, energéticos y materiales, siempre y cuando haya suplencia telemática. Hablaré sobre esto más adelante, pero en próximas líneas.

El riesgo está por cuanto la libertad monetaria se vea

El dinero no deja de ser una especie de propiedad privada traducida en conceptos de ahorros económicos y financieros (da igual que hablemos de criptomonedas, dinero fiduciario o metales preciosos como el oro o la plata).

¿Existe el derecho a la privacidad?

Por ello, importa que se respete la propiedad no solo para poder tener un margen de maniobra de ahorro, inversión y gasto, sino también un margen considerable de privacidad en general, ya que este llamado «derecho» no deja de estar vinculado al concepto natural mencionado antes.

Así, lo que nos ha de preocupar de la digitalización de la banca es que el monopolio monetario en torno a las fraudulentas monedas de reserva fraccionaria facilitará la monitorización de actividades económicas de las personas, por cuanto no puedan disponer de medios de cambio en metálico.

Pero no por ello ni por los pretextos de ingeniería social que van poniendo (por ejemplo, la cuestión sanitaria, de prevención del contacto coronavírico por demasiado contactos físicos y dactilares con un billete o una moneda que acabasen en varias carteras, huchas o cajas registradoras) hay que creer que estamos «condenados».

Cabe reafirmarse en que las criptomonedas han venido para quedarse, siendo las más prácticas, a fin de cuentas, aquellas que, obedeciendo a la esencia de dispersión y descentralización de la red de redes, se basan en tecnologías como blockchain, un paradigma de distribución descentralizada sin puntos de intermediación centralizada.

Al mismo tiempo, vemos cómo incluso entidades favorables al capitalismo de amiguetes y los fraudes de la reserva fraccionaria han tenido que afrontar la realidad y aceptar que el Bitcoin (criptomoneda más famosa, que no la única) ha venido para quedarse. De hecho, las criptos, en general, están adquiriendo un valor de mercado bastante elevado, y cada vez menos volátil.

Con lo cual, si bien no tenemos que negar la digitalización en sí (tampoco demonizarla), sí que hemos de tener presente que se abre una oportunidad alternativa a una banca que no necesariamente es amiga de la libertad económica, sino que se alía a los intereses políticos de los «socialistas de todos los partidos».

Por Ángel Manuel García Carmona

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