La aprobación de los Presupuestos de Navarra para 2019 en el parlamento foral determinó la semana pasada para despedir el año una serie de cuestiones como la negativa definitiva a la devolución del IRPF a las madres navarras, a diferencia de todas las demás madres de España, en lo relativo a las retenciones en las prestaciones por maternidad. Una cabezonada del cuatripartito que se intenta compensar con un aumento de las deducciones por hijo a las familias con rentas inferiores a 30.000 euros. Esta medida es un reconocimiento de facto, por la vía de los hechos, de que las familias navarras han sido maltratadas por el gobierno del cambio desde el inicio de la legislatura, cosa que ahora se intenta paliar en parte casualmente en año electoral.
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Sin embargo, otra de las cuestiones que quedó sellada con la aprobación de los Presupuestos es que no se van a deflactar las tarifas del IRPF, lo cual es una subida encubierta de impuestos a los navarros con carácter general.
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La cuestión es relativamente sencilla. El salario de cada uno tributa según unos tramos y unas tarifas. Supongamos que Juan cobra 20.000 euros y de esos 20.000 euros paga un 10% por los primeros 10.000 euros y un 20% por los siguientes 10.000. En total pagaría 3.000 euros.
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Ahora supongamos que al año siguiente la inflación es del 5%. Esto significa que con sus 20.000 euros de sueldo, en principio Juan sólo podría comprar el 95% de cosas que podía comprar el año anterior con el mismo sueldo. Es decir, que a igual salario Juan es más pobre. Con 20.000 euros podrá comprar las mismas cosas que el año pasado con 19.500. Es por eso que para que el esfuerzo fiscal de Juan no se vea agravado por la inflación, si la inflación sube el 5% los tramos sobre los que Hacienda aplica las tarifas también se tienen que ajustar a la inflación. O sea, que en el primer tramo Juan debería pagar un 10% por los primeros 10.500 euros en vez de por los 10.000 del año anterior. Esto significa que 500 euros deberían pasar a tributar en el 10% del primer tramo en vez de en el 20% del segundo tramo. Si no se deflacta la tarifa, a Juan le toca pagar 50 euros de más.
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Lo anterior también supone que si a Juan le suben el sueldo, pero sólo el 5% correspondiente a la inflación, Juan en el fondo cobra igual que el año pasado y puede comprar con su sueldo las mismas cosas que el año pasado, pero como ahora cobra 21.000 euros en vez de 20.000, resulta que paga el 10% de los primeros 10.000 euros de sueldo en el primer tramo, el 20% de los siguientes 10.000 euros en el segundo tramo, y un 30% de 1.000 euros en un tercer tramo en el que ahora, al superar los 20.000 euros, entra una parte de su salario. A Juan, teniendo la misma capacidad adquisitiva que el año pasado, sin embargo le toca pagar 100 euros más.
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Pues bien, esto es exactamente lo que nos ha hecho Uxue Barcos. Al subir la inflación y no deflactar en esa misma medida la tarifa, proporcionalmente el año que viene pagaremos un poco más. Pero como al mismo tiempo puede decir que no ha tocado nada, aunque precisamente no tocar nada significa pagar comparativamente más, se trata de una subida poco visible y por la puerta de atrás. Lo más astutamente indicado en año electoral.
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Un comentario
Digo lo de siempre: Y luego se escandalizan por la economía sumergida, las facturas bajo manga sin IVA … ¡si es que no queda otro remedio!