La #AgendaEspaña y los enemigos de la libertad

Este pasado fin de semana, el partido político VOX ha llevado a cabo otra macroconvención en Madrid, con un cariz algo alternativo a las exhibiciones de músculo en el Palacio de Vistalegre. Bajo un ambiente más jovial y social, promoviendo tanto la conciliación familiar como la socialización, se ha presentado un nuevo escenario de batalla política.

En un acto público abierto a cualquier interesado, sumando fuerzas con agentes políticos internacionales que con sus más y sus menos (no voy a discutir, en este artículo, sobre lo criticables que puedan ser algunos) están alineados en las batallas que se deben librar, en el plano cultural, dentro de la esfera de la soberanía política, se ha anunciado una ofensiva política bastante meritoria.

Nadie en el arco parlamentario y el establishment mediático cuestiona la llamada Agenda 2030, presentada bajo unos engañosos y «bien decorados» Objetivos de Desarrollo Sostenible que aparecen incluso, de manera ingenua, en la propaganda corporativa de determinadas empresas, clínicas y centros educativos, como si se tratase de una manera cool de estar comprometido con el avance y lo bueno.

Hablamos de un decálogo de índole socialista, «progre», comunista, revolucionaria y masónica, cuyos principales verificadores están en entes como la Organización de las Naciones Unidas, el Foro Económico Mundial y el Partido Comunista Chino, con la colaboración de determinadas élites financieras y corporaciones que se apean del interés social de resolución espontánea.

A resumidas cuentas, ninguno de sus objetivos contempla la defensa de la vida, la tradición, la familia y la propiedad (obviamente, tampoco de nuestra salud y medio ambiente), sino aplicar los distintos postulados de las nuevas evoluciones subversivas de la Revolución, incorporando el ecologismo, el multiculturalismo, el secularismo rampante y la ideología de género.

Con lo cual, esa necesaria batalla contracultural que también podremos confiar a quienes queremos que tengan representación parlamentaria no debe de posponerse. Está bien que se den pasos hacia delante. Por eso, como hecho, no hay problema en que se haya presentado lo que podríamos denominar como una «contra-agenda«. Eso sí, lato sensu, me permitiré dejar unas apreciaciones nada destructivas.

Diversidad e igualdad entre españoles

Es de aplaudir que en el evento en cuestión se haya ensalzado la riqueza cultural y heterogénea de las distintas realidades sociales y geográficas que definen la tradición española. Eso implica reconocer que España, a la par que unida en su fe y en ciertas particularidades hereditarias, es diversa en la configuración de su existencia.

Sin duda, la existencia de pequeños Estados-nación que comparten ejercicio estatal no ha ayudado a nada. Si acaso, han contribuido, a su manera, al carácter progresivamente problemático del Estado. Pero no por ello hay que socavar la subsidiariedad, sino estudiar fórmulas de descentralización inspiradas en la tradición foral o responsivas con desarrollos tecnológicos como el blockchain.

Eso sí, la única igualdad política deseable es la igualdad de trato, que nada tiene que ver con el igualitarismo jurídico y normativo. La desigualdad natural es legítima, pero la discriminación positiva no. Tampoco las divisiones entre españoles que buscan blanquear mediante el terror administrativo y legislativo a los autores de crímenes y atrocidades del Frente Popular.

Libertad para las familias y pensamiento no único

La acción humana es compleja y no homogénea, con lo que no se puede conseguir que exista un pensamiento único. Otra cosa es que, para ello, se recurra a la coacción y la opresión, incluso privando arbitrariamente la libertad o la realización de determinados haberes a terceras personas.

Por eso será acertada toda medida que devuelva las competencias familiares y de elección educativa a las familias, que son quienes tienen autoridad sobre sus hijos (lo cual no implica negar la autoridad del profesor, por su rol, que no es adoctrinar). Pero hay que tener cuidado. No ha de existir una administración educativa general, sino ninguna de rango estatal.

La cuestión es dejar elegir a los padres y evitar que la Revolución tenga acceso a mecanismos que, por sus facilidades para la planificación centralizada sobre nuestras mentes, supongan una subversión del principio de subsidiariedad, de los roles del ordenamiento natural y del estado de respeto hacia la libertad negativa. Y sí, también valoremos mecanismos según la ventana de Overton…

Por la prosperidad económica de la patria española

Mientras que exista una legislación asfixiante que se rija por la prebenda política, el criterio ecologista, las cuotas de género y el amiguismo, buscando nuevas modalidades de complicación de la vida cotidiana de los españoles, algunas situaciones serán algo más complicadas. Eso sí, la cuestión no se limita a la presión fiscal.

La regulación del suelo, las primas a las renovables, las elevadas cotizaciones a la seguridad social, la rigidez de las normas laborales y el exceso de burocracia ayudan a que los pequeños propietarios se vean estancados, a que los jóvenes tengan mayor dificultad de ingreso en el mercado laboral, a que ahorrar sea «infernal» y a que la vivienda sea algo bastante costoso.

Del mismo modo, existen trabas que fastidian la proyección de todo nuestro capital de productos (alimentos, prendas de vestir, bienes industriales…). Al reparto de subvenciones clientelares o con efecto de «lotería» se suman impuestos sutiles sobre nosotros mismos, llamados «aranceles». Y sí, la faceta ecologista del socialismo también es otro lastre a la proyección internacional de las PYMES españolas.

Con lo cual, es importante velar por la no existencia de complicaciones artificiales e innecesarias a la hora de sobrevivir y servir a la sociedad mediante el intercambio de bienes y servicios entre individuos de distintos puntos del orbe. No hay derecho a un expolio fiscal y un estrangulamiento previo al comprar una vivienda, emprender o intercambiar nuestro prestigio alimentario con otros.

Seguridad e independencia

El derecho a defenderse no es ajeno ni al individuo ni a las comunidades. Tan legítimo es que uno pueda reaccionar adecuada y velozmente ante los ataques de los okupas contra su domicilio como que sea posible vivir en un entorno libre de invasores y de inmigrantes que no buscan sino destruir y atentar contra nuestro modo de vida, nuestras costumbres y nuestros valores.

Al mismo tiempo, los españoles tampoco deben de verse oprimidos por poderes supranacionales así como privados por sus gobiernos a competir con otras economías. Creo en una sociedad libre, cuyos ciudadanos puedan emprender incluso para aprovechar sus recursos naturales, sin directrices ideológicas. También se ha de abstraer que la salud y la libre circulación nada deben agradecerle a la UE y la ONU/OMS (más bien han creado problemas, siguiendo estilos comunistoides), cuyas injerencias bien denunciadas serán.

Ser siempre constructivo

Puede que alguno eche en falta algún párrafo analítico más, pero confieso que mi intención ha sido exponer una reflexión general sobre contenidos relevantes de esta serie de propuestas. Y ciertamente podemos añadir matices de comentario o manifestar nuestro desacuerdo con algunos puntos. Se debe ser crítico, lo cual no implica ningún «idealismo cerrado que no conduce a ninguna parte».

Con lo cual, me reafirmo en que posicionarse claramente contra el manual comunista bien decorado llamado #agenda2030 era un deber social y político. Asimismo, desde el ámbito de la sociedad, fiscalizaré y valoraré toda aquella contramedida que, contra los efectos de ese decálogo comunista, fomente la libertad y la prosperidad y respete unos derechos naturales concedidos por Dios.

De hecho, ojalá la llave de la gobernabilidad futura de España dependa del bloqueo del avance revolucionario, que es lo que implican estas agendas de directrices comunistas. El centrismo moderado es entregarse a la izquierda, al mal revolucionario. Y sí, la batalla en favor de la sociedad frente al Estado también ha de ser cultural, lo cual se aprecia en un acertado desafío anti-progre de VOX.

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