La Agenda 2030 es el programa que el socialismo global está preparando para el mundo. Efectivamente, los impulsores de la Agenda 2030 son en buena medida un grupo de multimillonarios, aunque en este no hay ninguna contradicción. Hacerse rico es mucho más fácil en un régimen socialista que en uno de libre mercado con competencia feroz. De haber una contradicción sería de orden moral, por aquello de que ser rico y socialista es como ser obispo y putero. Es decir, hay una contradicción lógica y moral pero no material: un obispo podría irse de putas aunque no deba y un socialista se puede comprar un castillo aunque sea una contradicción. De hecho tampoco puede resultar muy sorprendente que una serie de personajes, después de haber triunfado profesionalmente y haberse hecho multimillonarios, no encuentren otro escalón superior al que subir que el de convertirse en salvadores del mundo, o sea en directores del mundo.
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Con eso y con todo la Agenda 2030 es en buena medida una notable colección de majaderías. Tampoco hay contradicción en esto con que las acaben imponiendo. Las majaderías precisamente hay que imponerlas porque si fueran cosas razonables la gente las abrazaría sin necesidad de ser coaccionada. No obstante cualquiera sabe de todas las cosas que visualiza la Agenda 2030 las que efectivamente acabarán sucediendo. Hay una sin embargo que no está en la Agenda 2030, aunque de algún modo es el precio de la Agenda 2030, que en cambio parece bastante fácil de adivinar, que es la Agenda 2030 de la Deuda Pública.
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En el caso de España, por ejemplo, la evolución de la deuda pública resulta aterradora. De los 380.000 millones de euros de deuda pública en el año 2008 hemos pasado a 1,39 billones en la actualidad. Cuando decimos en la actualidad es un tanto metafóricamente, porque cada vez que pestañeamos la deuda pública española sigue creciendo, lo que nos lleva al 2030 y la estratosférica deuda pública de progreso de la que no nos habla la Agenda.
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La deuda pública española resulta terrorífica por su cuantía, pero más aún por su ritmo de crecimiento. Faltan 9 años para 2030, si retrocedemos 9 años en la evolución de la deuda nos encontramos con que en 2012 la deuda pública en España ascendía a 810.000 millones de euros. Es decir, en 9 años la deuda pública ha crecido en 582.000 millones hasta los citados 1,39 billones que alcanza en estos momentos. Si el crecimiento de la deuda mantiene este ritmo de crecimiento hasta el año 2030, lo que nos encontraremos anotado de verdad en rojo en la Agenda 2030 no será ninguna de las gansadas que nos vienen anunciando, sino una deuda de 1,97 millones de euros. ¿Y eso qué significa?
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Que en 2030 el estado deba 582.000 millones mas significa que la parte de deuda pública que le tocará pagar a cada español crecerá 13.600 euros, lo que añadido a la deuda ya existente colocará la parte de deuda pública que en total le tocará pagar a cada español en los 41.900 euros. Esto por no adentrarnos en la Agenda 2050 de Moncloa, para que directamente no nos entren mareos.
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Que el reparto de toda la deuda pública entre la población toque a 41.900 euros de deuda por persona significa asimismo que, por ejemplo, un matrimonio con 1 hijo deberá 125.000 euros, un matrimonio con 2 hijos deberá 167.000 euros y una comuna hippy de 10 elementes no binarios poliamoroses deberá 419.000 euros.
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No tendrás nada, deberás 41.900 euros y serás… ¿feliz?
O sea, que si la Agenda 2030 prevé que para esa fecha la gente no tendrá nada en propiedad, a eso le debemos añadir que además deberá 41.900 euros. A lo mejor es que la gente se va a quedar sin nada para poder pagar la deuda pública, porque a ver cómo se afronta una deuda pública de 41.900 euros sin tener nada en propiedad, normal que acabemos comiendo gusanos. Y por supuesto si la gente no tiene nada y todo será alquilado, ¿quiénes serán los propietarios de las cosas que se alquilen? ¿Los ricachones de Davos? ¿El estado? Tranquilos todos porque al menos seremos felices. La miseria resulta que es muy sostenible. Aunque pobres seremos felices porque viviremos en un mundo más sostenible. O en todo caso seremos felices con nuestra deuda, nuestra miseria y nuestros gusanos porque en los regímenes socialistas los ciudadanos se dividen entre los que se declaran felices y los que están en la cárcel.
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