Justizia

Ayer aparecieron en Pamplona cinco muñecos, representando a los miembros de “la manada” acusados de una violación múltiple en Sanfermines, colgados de un puente por el cuello. Las imágenes hablan por sí mismas. Poco antes en los alrededores de la Audiencia, donde se juzga el caso, habían aparecido carteles contra los acusados y en general llevamos meses de seguimiento mediático del caso, manifestaciones y opiniones cualificadas unánimes en contra de los acusados. Hace unos meses apareció en el Sadar una pancarta de apoyo al “gordo”, uno de los acusados, lo que suscitó una oleada de indignación en los estamentos políticos y mediáticos. En conjunto podría decirse que la Justicia sigue su curso, que los acusados siguen encarcelados y que fuera de la sede judicial nadie cuestiona el testimonio de la chica o la culpabilidad de la manada, lo cual puede estar bien, pero también es una de las razones por las que no suelen resultar aconsejables los juicios penales paralelos.

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El caso de la manada contrasta por tanto bastante con otras “manadas”, como la de Alsasua.

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¿Se imaginan a miles de manifestantes denunciando un montaje policial en el caso de la manada?

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¿Alguien ha ido a entrevistar a los padres de los encarcelados para que hablen del sufrimiento que sin duda están experimentando con la situación de sus hijos?

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Si algún amigo o familiar del gordo falleciera en un accidente de tráfico viniendo desde Sevilla a Pamplona para visitarle, ¿podríamos hablar de una víctima de la represión estatal? ¿Habría que hacerle después un homenaje? ¿Sería una víctima de la violencia policial del estado?

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Por otra parte, ¿alguien ha visto alguna vez muñecos colgados de los puentes representando a etarras?

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Y cuando el gordo, el prenda y compañía salgan de la cárcel, ¿les harán un ongi etorri en Sevilla?

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De hecho tenemos cierta curiosidad por ver cómo reaccionan hoy ante el ahorcamiento de estos muñecos algunos que se pasan la vida defendiendo los derechos de los presos. ¿Dirán hoy algo respecto a esto?

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¿Qué hay de los que se oponen a la cadena perpetua o a la pena de muerte? ¿O no dirán nada si se trata de ahorcar al “gordo” o al “ prenda”?

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Todo esto, naturalmente, incluso en el supuesto de que fueran culpables, porque a fecha de hoy se supone que gozan de la presunción de inocencia, al menos en el ámbito jurídico, ámbito en el que se determinará con todas las garantías si las pruebas aportadas destruyen esa presunción.

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¿Y si al final la culpabilidad de los acusados no quedara probada?

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¿Y si quedara probada y se les aplica la pena correspondiente?

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En cualquiera de los dos casos, ¿cuál es el sentido de colgar los muñecos?

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¿Estamos fomentando una cierta cultura del linchamiento?

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Del linchamiento selectivo, además.

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Todo esto, naturalmente, no quiere decir que simpaticemos lo más mínimo con la manada, que no estemos de acuerdo con las medidas cautelares tomadas hasta ahora contra ellos o que no deseemos, si se demuestra su culpabilidad, que caiga sobre ellos todo el peso de la ley. En realidad, aunque fueran absueltos de los hechos que se les imputan, les consideraríamos sujetos detestables por todo lo que ya sabemos de ellos incluso al margen de esos hechos.

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No obstante, tal vez todo el mundo deba preguntarse si es capaz de mantener el mismo criterio para la manada de Sevilla que para la de Alsasua o para un comando de ETA.

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Si por un extremo o el otro el criterio es distinto según de quién se trate, algo falla.

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