En un pasmoso rapto orientalista, Ibarreche comparó ayer la situación de Tibet respecto a China con la de la CAV respecto al resto de España. Yendo aún un paso más lejos, declaró que “al igual que el Dalai Lama dice que respeta profundamente a China, yo también respeto profundamente a España”. Olvidó mencionar el lehendakari, al comparar la situación del Tíbet con la de la CAV, que él en su comunidad viaja en un lujoso coche oficial con escolta motorizada, ante el que se bailan aurreskus cuando llega a un sitio. Pero no es que no haya en la CAV personas cuya situación no pueda compararse a la de quienes son perseguidas en el Tíbet. Paradójicamente, a esas personas no las representa ibarreche; en realidad, esas personas son las que no piensan como Ibarreche.