Desde luego los grandes problemas con la fragmentación política los tiene en Navarra ahora mismo la derecha, pero la izquierda también sus pequeños quebraderos de cabeza. De este modo, I-E/Batzarre ha rechazado la oferta de Podemos de concurrir juntos a las forales-municipales de este año. El gesto resulta significativo porque desde junio del año pasado IU y Podemos suman fuerzas en el conjunto de España para afrontar las europeas, municipales y autonómicas, por lo que la decisión de IE puede resultar sintomática. Es decir, este desmarque puede ser un intento de mantener su identidad evitando ser absorbida por Podemos, como le ha sucedido en la práctica a IU, pero también puede ser un indicio de que Podemos es percibido ahora mismo mucho más como una piedra que como un globo.
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Si en el conjunto de España la imagen de Podemos sufre un grave deterioro, en Navarra la situación adquiere tintes dramáticos. La campaña de destrucción de la imagen de Podemos la lleva a cabo eficazmente una mitad de Podemos contra otra mitad de Podemos. La pregunta en realidad es si la facción liderada por Laura Pérez se presentará a las forales bajo sus propias siglas, confrontando con el sector oficialista de Podemos, o si Laura Pérez tampoco se cree demasiado su propio discurso respecto a que no es una tránsfuga y representa a una parte significativa, incluso mayoritaria, del electorado de Podemos.
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¿Quién es ahora pitufo gruñón?
En las forales de 2015 I-E obtuvo 2 diputados y un 3,76% de los votos. Teóricamente, por tanto, IE no es una fuerza que pudiera dar muy por segura la superación de la barrera del 3%. En el caso de Navarra, sin embargo, IE podría beneficiarse del desplome de Podemos lo que coloca sus expectativas electorales al alza más que a la baja, considerando que en 2011, antes de la irrupción de Podemos, obtuvo 4 diputados y un 5,7% de los votos.
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Incluso sin acuerdo entre IE y Podemos, la izquierda y el nacionalismo juegan por tanto la partida de mayo con la importante ventaja teórica de que ninguna de las siglas con las que se presentan, salvo acaso la de Laura Pérez, a priori flirtea con el riesgo de quedarse sin representación. Las fuerzas que podrían articular una alternativa al cuatripartito, por el contrario, siguen condenadas a su problema de no sólo conseguir frente al cuatripartito una mayoría de votos, sino también una mayoría de diputados, porque como en 2015 puede conseguirse lo primero pero no lo segundo, lo que nos abocaría a un segundo mandato de Barcos. Sólo falta autoimponerse unos cuantos vetos para acabar de regalarle el gobierno al cuatripartito. Por eso otra de las interrogantes son los 20.000 electores de centro derecha que se desmovilizaron entre 2011 y 2015. Si siguen estando ahí movilizarlos puede ser la clave del cambio del cambio.
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