La teoría del cambio climático exige cataclismos que la sustenten. No basta además con los cataclismos y los desastres naturales habituales, sino que tienen que revestir caracteres y proporciones extraordinarias, puesto que se supone que lo que está sucediendo es algo extraordinario y apocalíptico. Se hace preciso lo excepcional para poder justificar la gran transición energética, el mayor negocio de las últimas décadas el cual mueve billones de euros. Si no tienes desastres naturales extraordinarios, entonces tienes que usar los medios que tienes a tu servicio para exagerar los efectos de los desastres ordinarios. No se puede dejar un negocio de billones de euros al capricho del tiempo.
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Ya el invierno anterior, pero también este último, estaban resultando poco propicios para las tesis del calentamiento global. Al final no puede haber una divergencia muy grande entre lo que se vaticina y lo que realmente sucede sin que se levanten sospechas entre la gente. En este sentido los tornados de los últimos días les han venido muy bien a los calentólogos para distraer nuestra atención de la lluvia, la nieve y el frío. Una serie de tornados devastadores han dejado 80 muertos en Kentucky lo que ha proporcionado alivio y munición a los defensores de la teoría del cambio climático. ¿Pero cómo de extraordinarios han sido esos tornados? ¿Es cierto que cada vez hay más tornados y cada vez más devastadores por culpa del calentamiento inusitado, apocalíptico y antropogénico?
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Lo cierto es que buscando por la red datos sobre los tornados en USA con lo que nos hemos encontrado, según datos oficiales, es que sí se aprecia un aumento del número de tornados, aunque un poco particular, en el sentido de que no es gradual. Este aumento se produce bruscamente a partir de 1989 y por otro lado en las tres décadas siguientes, tras ese aumento brusco, se mantiene totalmente plano, incluso un poco descendente. La gráfica casi parece más el reflejo de un cambio metodológico en los 90 que de un crecimiento constante e imparable a causa de las implacables emisiones de gases invernadero. Se aprecia también, pese al incremento del número de tornados, que no se produce en cambio un incremento en el número de fallecidos a causa de los tornados.
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Tratando de ampliar la información, nos encontramos con otra gráfica, también de fuente oficial, la cual de alguna manera vendría a matizar la anterior. El número total de tornados ha aumentado, pero el número de tornados potentes ha descendido.
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Llegados a este punto alguien podría decir que si los tornados destructivos han descendido es por el calentamiento global y que a más calor menos tornados destructivos, ya saben que el calentamiento global es una teoría a prueba de fallos. Tanto si hace más calor como si hace más frío, o si llueve más o si llueve menos, siempre es una prueba que reafirma el calentamiento global. Ahora bien, si por un lado el discurso oficial nos dice que hay menos tornados destructivos por culpa del calentamiento global (o gracias a él), que ese mismo discurso no nos diga en cuanto hay un tornado destructivo, como ha pasado ahora, que es por culpa de calentamiento global.