Que en Navarra el sector nacionalista intente evitar la bandera española es normal. Que el sector nacionalista intente colar la ikurriña es normal, o por lo menos explicable desde su lógica. Lo que no resulta ya tan normal es el complejo del sector no nacionalista para colocar la bandera española. Hemos llegado a un punto en que no hace falta ni discutir ni amenazar, que a los propios no nacionalistas ya no les sale poner la bandera española, y una expresión de este problema puede tener lugar el día 11, cuando está previsto un acto de homenaje y recuerdo a las víctimas del terrorismo. No porque seamos adivinos, sino porque el problema ya surgió el año pasado.
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El 11 de febrero, día que el Parlamento Foral convirtió allá por marzo de 2015 en “Día en memoria de los desplazados forzosos por ETA y de todas sus víctimas de crímenes contra la humanidad”, con la llegada del gobierno del cambio pasó a ser una fecha relegada al silencio oficial. No en vano, Bildu, Geroa e IU votaron en contra de esa celebración.
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En febrero de 2016 el Parlamento de Navarra, con los votos de Bildu, Geroa, Podemos e IU rechazó una declaración recordando el simbolismo del 11 de febrero. A duras penas, el propio día 11 en el Parlamento se consiguió arrancar de la cámara un minuto de silencio que no fue secundado por Bildu.
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En 2017, ante la clara voluntad del gobierno del cambio por dejar decaer este día sin darle significación oficial, varios colectivos organizaron una conmemoración extraoficial en la Plaza del Baluarte, frente al monumento a las víctimas. Pues bien, la presencia de la bandera de España en aquella conmemoración resultó polémica. Al final hubo alguna bandera porque las llevaron algunos espontáneos y nadie impidió su presencia, pero sucedieron algunas cosas curiosas. Por ejemplo, que alguno de las organizaciones dudara de la conveniencia de que hubiera banderas de España y desde luego que las sacaran las organizaciones que convocaban el homenaje.
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¿Qué pasa? ¿Tiene la peste la bandera de España? ¿Murieron las víctimas del terrorismo en la batalla por la libertad de Bulgaria?
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Hay un vínculo poderoso que une a toda la población española, a veces a la ingrata población española, con las víctimas de ETA, ya que éstas cayeron en defensa de la libertad y de España. No hay por tanto ningún español al que le guste la libertad que no tenga una deuda con las víctimas de ETA. Si no fuera por eso, podríamos experimentar un mero sentimiento de empatía a nivel humano por alguien que perdió a su padre, a su hijo o a su marido asesinado por unos criminales. Como si fuera algo injusto y doloroso pero que no nos concierne.
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No podemos llegar al muro de los nacionalistas para quitarle una piedra pequeña si antes chocamos con un muro que ni está aún en terreno nacionalista. Antes de empezar a derrotar al nacionalismo derribando sus muros, tal vez debamos empezar a derribar nuestros propios muros internos de complejos que nos aprisionan.
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Es que esto divide. Es que esto molesta. Es que esto resta. Bueno, a lo mejor hay que empezar a crear el ambiente en el que lo que divide, molesta y resta es esconder la bandera.
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