Ayer jueves día 5 de julio, se celebraron las primeras elecciones primarias en el Partido Popular (PP), previas al Congreso Extraordinario del próximo día 20, en el que los comprimisarios elegirán entre los dos candidatos más votados: la ex vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y el diputado abulense Pablo Casado, con el 37 y el 34 por ciento de los votos escrutados, respectivamente.
El panorama que se avecina en el PP es totalmente previsible. Ciertamente, algunos pedirán paciencia ya que falta aún la «segunda vuelta», pero sabido es que los compromisarios se eligen en función de los intereses del aparato de una entidad donde la democracia interna era una rara avis. Y Pablo Casado ha sido servil al aparato genovés, pero esto no significa que lo haya controlado en algún momento.
Al mismo tiempo, sabemos que Sáenz de Santamaría no solo destaca por no haber manifestado nunca consigna alguna propia de la derecha política, sino por su nefasta gestión de la crisis golpista catalana (recordemos los abrazos con Oriol Junqueras) y su rescate de la cadena televisiva de extrema izquierda La Sexta, al mismo tiempo que dejó caer a medios de derecha y liquidó a ciertas voces de la derecha mediática.
Es más, no olvidamos (ni debemos hacerlo) que junto a Mariano Rajoy, acordándonos también de figuras como Cristina Cifuentes, Alberto Núñez Feijóo, Borja Semper y José Antonio Monago, esta señora no trató de impedir -sino todo lo contrario- la deriva izquierdista del partido, aparte de la traición a las víctimas del terrorismo y las cesiones a nacionalistas periféricos, enemigos de la Nación Española.
Todo ello una serie de medidas que han dado lugar a que buena parte de su electorado ido apostando por desconfiar en el PP, mientras que buena parte de los apoyos mantenidos han resultado del miedo a un gobierno de extrema izquierda dirigido por PODEMOS. Recordemos que el partido tiene en el Congreso de los Diputados unos 60 escaños menos que en 2011, y ya no obtiene tan buenos resultados ni siquiera en feudos habituales como Galicia, La Rioja o ciudades como Santander y Pozuelo de Alarcón.
Por ello, uno puede pensar ya en «certificar la defunción» del PP, en vistas de quien presidirá el partido. Pero que conste que no significa esto un aval absolutísimo a Pablo Casado. Que hubiera podido hacer recuperar a su formación buena parte de los votos perdidos no implica que sea de fiar. Basta señalar su previo comportamiento acólito en favor de Mariano Rajoy y la incorporación a su equipo de figurar nada liberal-conservadoras como Javier Maroto e Isabel Díaz Ayuso.
De hecho, según algunas fuentes informativas como, por ejemplo, El Español, la también abogada del Estado podría nombrar como secretario general del PP a algún perdedor. ¡Quién sabe si sería Casado! Este podría aceptar mientras que igual le vendría bien a la izquierdista Soraya para intentar «vender humo» y mantener engatusado a algún que otro afiliado o votante liberal y conservador.
Finalmente, cabe reafirmarse en que seguramente un partido que no debería ser respaldado por nadie con principios irá desapareciendo. Pero esto no debe de preocupar a quienes defendemos la libertad, la vida, la tradición y la Nación Española. Puede abrirse así una mayor oportunidad para otras formaciones totalmente dispuestas a combatir al socialismo en todas sus facetas.
Un comentario
Soraya, el mejor ejemplo de un partido en caída libre en principios. Que no os enteráis PP. De los demás partidos ya lo sabíamos van de frente. Soraya jugando a la cuerda floja toda su vida con principios de izquierdas en un partido que se supone que tenían otros.. Adiós PP.