El Día del Contribuyente es una iniciativa del think tank navarro Institución Futuro, destinada a concienciar a los ciudadanos de todos los días del año que tienen que trabajar sólo para pagar los gastos del estado. Según los cálculos de esta institución, los españoles terminamos de trabajar para el estado el pasado día 8. Hasta ese momento, cada día del año nos levantamos de la cama, nos tomamos un café con leche y fichamos sólo para pagar las nuevas y viejas consejerías, los nuevos y viejos ministerios, los partidos políticos, los sindicatos, las películas españolas que nadie quiere ver, los televisores y frigoríficos subvencionados, las piscinas cubiertas municipales, las televisiones públicas indistinguibles de las privadas pero completamente sumisas al gobierno central o autonómico de turno, los coches oficiales, las energías renovables subvencionadas, los euskalteguis, los tres sueldos de Leyre Pajín, la Fundación de Investigaciones Marxistas, las expediciones de pago de rescate o captura de piratas en Somalia… Con lo que sobra, también paga usted los bomberos, la sanidad y la educación pública. Si quiere un cálculo más personal de cuántos días trabaja usted para el estado no deje de visitar la calculadora online de Institución Futuro.
Central, autonómica, local…
Según Institución Futuro, llevamos trabajando 129 días para sufragar las cuentas del estado: 57 para la Administración central, 29 para la autonómica, 11 para la local y 32 para la Seguridad Social.
La mala noticia.
Como le decíamos al principio, no ponga esa cara porque todavía no le hemos contado lo peor. Existe una calculadora de impuestos alternativa con una importante diferencia metodológica respecto a la de Institución Futuro. La diferencia estriba en si se considera o no como un impuesto del trabajador la cuota patronal a la Seguridad Social que paga por él la empresa. A favor de esta tesis, la evidencia de que si la empresa pagara su parte al trabajador en vez de al estado, y éste se la detrayera a aquél de la nómina, el trabajador cobraría lo mismo, la empresa pagaría lo mismo y el estado recaudaría lo mismo. Pero entonces ya nadie dudaría de que sí es un impuesto que paga el trabajador. Si acepta usted este análisis, entonces aún le quedan bastantes días de seguir trabajando para el estado.