Querámoslo o no un personaje como Jorge Javier Vázquez es un creador de opinión. Por tanto lo que opina es relevante. Puede que terrible, pero relevante. En los últimos tiempos, además, Jorge Javier ha intensificado el ritmo de sus alocuciones políticas, ya sea en su propio programa o en otros medios. Hace unos días, sin ir más lejos, en una entrevista para Infolibre hacía la siguiente reflexión sobre la manera que algunos tienen de hablar de Pablo Iglesias:
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«Creo que es un lugar común quejarse de los políticos, pero pienso que también les hemos perdido demasiado el respeto y eso no creo que sea bueno. Pero se han perdido también el respeto entre ellos. Por ejemplo, que se le llame El Coletas al vicepresidente, a Pablo Iglesias, me parece terrible. Creo que deberíamos volver a confiar en los políticos porque yo no quiero creer que todos sean unos corruptos y que todos estén en la política para lucrarse. No quiero creerlo. Hay gente que trabaja en esto para servir a la sociedad. Estoy convencido.»
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Desde luego el debate podía quedar aquí y en si la confrontación política debiera ser más exquisita, aunque la propuesta venga de parte del presentador de un programa como Sálvame, que viene a ser una trituradora humana en la que los participantes, antes de que su vida sea convertida en puré, cobran algún dinero a cambio de ser masacrados de la forma más exhaustiva e inmisericorde. La alternativa en el programa a ser machacado es ser machacador, aunque la frontera es resbaladiza en la mayoría de los casos. La frontera más que nada son las audiencias de cada colaborador.
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El problema, no obstante, es que Jorge Javier Vázquez no hace mucho declaraba que VOX es fascismo. O sea, que Abascal es un fascista, pero sin meterse con sus coletas.
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La declaración de JJ tiene su importancia porque en este país, para mucha gente, VOX será lo que JJ piense de VOX. Si JJ no tiene claro qué es un partido fascista de verdad, como para que exigir que lo tengan claro sus seguidores. Lo que por otro lado sí resulta evidente es que esto del respeto va por barrios. A Pablo Iglesias no se le puede llamar “coletas”, pero a Abascal se le puede llamar “fascista”. Desde cualquier punto de vista es mucho más grave llamar a alguien fascista que coletas. Pablo Iglesias, por su parte, puede llamar a la oposición fascistas, golpistas, machistas, xenófobos, corruptos y todo lo que le salga de la coleta, sin que Jorge Javier diga nada. De lo que le parece Bildu tampoco Jorge Javier dice nada.
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Seguramente Jorge Javier Vázquez se tiene a sí mismo, aunque reconoce en la entrevista que últimamente menos, como una persona respetuosa y tolerante. Lo que no respeta y no tolera, como el progre medio al que representa, es a los fascistas; o sea, a los que llama fascistas. La pregunta, como casi siempre, es qué cabe dentro de las categorías “fascista” y “no fascista”. A este respecto ya sabemos que ser tolerante es:
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a) Respetar al que piensa como yo
b) Respetar al que piensa casi como yo
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A tener que pensar igual le llaman tolerancia. A tolerar que se pueda pensar no distinto, sino casi igual, le llaman pluralidad. La tolerancia y el respeto es un derecho al que sólo tienen acceso los que piensan como yo o casi como yo, o sea los no fascistas. A estos no se les puede llamar “coletas”. Ese es el tope de lo malo que se puede decir de ellos. Los que no piensan como yo, en cambio, son los que forman el grupo de los fascistas, a los que no sólo es que no se les puede, es que no se les puede respetar ni tolerar su mera existencia.
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La tolerancia progre es una fase posterior a la eliminación del disidente
Alguien podría pensar que todo esto resulta muy contradictorio, pero nada más lejos de la verdad. En realidad por eso el discurso dominante necesita suprimir al que piensa distinto, en vez de tolerarlo. Pensándolo bien es muy coherente. Si existe gente que piensa diferente y no lo aceptas, eres intolerante. O sea, eres intolerante porque existe gente que piensa diferente, pero si haces que esa gente deje de existir te conviertes en tolerante con todas las formas de pensar supervivientes. No entendemos que a la tolerancia se puede llegar por dos caminos, por el camino de aceptar al diferente o por el de eliminarlo. Si realmente no eres capaz de aceptar al que piensa diferente, o aceptas que eres un intolerante o sacas de la pista a los que piensan diferente, de forma que solo queden los que soportas, y entonces ya puedes ser tolerante con la forma de pensar y la coleta de todos los que no has eliminado.
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